Las mujeres sufren más de alzhéimer, pero están menos dispuestas a participar en ensayos clínicos sobre la enfermedad
Los resultados de un estudio sugieren que las mujeres solteras con mayor nivel educativo son las menos propensas a someterse a procedimientos invasivos

Dos de cada tres personas que padecen alzhéimer en el mundo son mujeres. La enfermedad no solo es más prevalente entre ellas, sino que también suele manifestarse con mayor severidad. Por ello, es especialmente importante garantizar su participación en los estudios y ensayos clínicos que se realizan sobre el alzhéimer, algo que, en algunos casos, parece no estar sucediendo. Un estudio realizado por el Barcelonaßeta Brain Research Center (BBRC, centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall) y la Women’s Brain Foundation ha detectado diferencias significativas en la predisposición de hombres y mujeres a participar en ensayos clínicos.
Para llegar a esta conclusión, han analizado los datos de una muestra de más de 2.500 participantes del Estudio Alfa. Esta investigación, puesta en marcha en 2013 por el propio BBRC, con el apoyo de La Caixa, busca detectar señales tempranas del alzhéimer. Sus participantes son personas sin alteraciones cognitivas, de entre 45 y 74 años, mayoritariamente descendientes directos de personas con alzhéimer, que se prestan a pruebas de neuroimagen, clínicas y cognitivas con el fin de ayudar a los científicos a entender mejor los procesos biológicos de la enfermedad y, con suerte, desarrollar estrategias eficaces de prevención.
Pero, a la vista del análisis de sus participantes, parece que las mujeres están menos dispuestas que los hombres a someterse a procedimientos médicos como resonancias magnéticas, punciones lumbares, tomografías por emisión de positrones y evaluaciones cognitivas. Los investigadores señalan que, por un lado, las mujeres suelen asumir los roles de cuidadora de familiares, lo que podría influir en su percepción sobre los ensayos clínicos. Además, los autores sugieren que una mayor educación podría traducirse en una mayor cautela en la evaluación de los procedimientos. Experiencias negativas previas, personales o conocidas, como el uso de anestesia epidural durante el parto, también podrían reforzar esta percepción de riesgo. Por último, la situación personal también podría influir. Ser soltera, algo que puede implicar contar con una red de apoyo más limitada y dificultar el acceso a ayuda o cuidados tras los procedimientos, es otra de los obstáculos destacados en el análisis. De hecho, sus resultados sugieren que las mujeres solteras con mayor nivel educativo son las menos propensas a someterse a procedimientos invasivos.
El estudio, publicado en la revista Alzheimer’s Research & Therapy, subraya la importancia de diseñar estrategias de reclutamiento más inclusivas, que consideren factores como el género, el estado civil y el nivel educativo, para garantizar una representación equitativa en los estudios sobre la enfermedad. "Es fundamental abordar las preocupaciones específicas de las mujeres y ofrecer información clara y accesible sobre los beneficios y riesgos de la participación en ensayos clínicos. Además, explorar alternativas menos invasivas, como los biomarcadores en sangre, podría fomentar una mayor equidad en la investigación", apunta Anna Brugulat, neuropsicóloga e investigadora del BBRC y líder del estudio.