Lo que quita el sueño a las españolas
El 54% de las mujeres de nuestro país duermen menos de lo que recomiendan los médicos

Las famosas siete horitas diarias de descanso que, como mínimo, recomiendan todas las sociedades médicas para los adultos son una quimera para buena parte de las españolas; en concreto, el 54% de las mujeres de nuestro país duermen menos de eso. A menudo, bastante menos. Los motivos son de lo más variados.
Como escribió Leon Tolstói en el arranque de Anna Karenina, “todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”. Bien, pues con el sueño pasa algo parecido. Una buena noche de descanso es lo que es (llegas a la cama, te duermes y no vuelves a abrir los ojos hasta el día siguiente), pero el insomnio tiene muchas caras. Hay quien tiene problemas para conciliar el sueño, quien sufre despertares, quien duerme un rato y luego se desvela y quien, pese a dormir toda la noche, amanece agotado. Y es que los factores que afectan a la calidad del sueño son variados: la duración (cuánto dormimos), la eficiencia (cuánto tardamos en dormirnos y si no tenemos despertares), el momento (cuándo dormimos), la regularidad (si mantenemos horarios de sueño y despertar estables), el grado de alerta (si somos capaces de mantener la atención durante las horas de vigilia) y la calidad (si el sueño resulta reparador).
El 50% de las españolas duerme con interrupciones y el 36% dedica las noches a ver pasar las horas en el reloj, según cifras de un estudio realizado por Supradyn, la gama de complementos alimenticios de Bayer, que acaba de lanzar sus primeros productos de sueño. El mercado de los suplementos alimenticios en general, y el de los productos para conciliar el sueño en particular, está en auge. El sector facturó más de 2.000 millones de euros en 2023. Y, de acuerdo con los datos que maneja la patronal de la industria alimentaria en nuestro país, el 23% de quienes recurren a este tipo de productos lo hacen para descansar mejor.
Las dificultades para conciliar el sueño tienen que ver, para empezar, con nuestros hábitos. De acuerdo con el citado informe de Bayer, el 20% de las mujeres españolas se van a dormir después de medianoche los días laborables y el 46% trasnocha el fin de semana. Si al día siguiente no toca madrugar, ¿qué más da?, cabría pensar, pero lo cierto es que no tener una hora fija para acostarse “puede alterar el ritmo natural del sueño y desajustar el ritmo circadiano, lo que puede desencadenar problemas crónicos como el insomnio y dificultad para conciliar el sueño en horarios regulares”, indica Inmaculada Ferreres, farmacéutica y asesora científica de la farmacéutica.
Entre los factores que dificultan un buen descanso destaca también el uso de pantallas antes de dormir. Existe una abrumadora evidencia de que el uso de los dispositivos electrónicos interfiere tanto con la calidad como con la cantidad de sueño nocturno. En España, ocho de cada diez españolas ven la televisión antes de acostarse y más del 50% utiliza el móvil o la tablet. Pero las alternaciones del sueño no dependen únicamente de la hora a la que nos vayamos a la cama o lo que hagamos antes de acostarnos. El estrés y la ansiedad también son un importante desencadenante de insomnio. Cuando una persona está estresada, su cuerpo produce cortisol, hormona que activa el sistema de alerta e impide que el cuerpo y la mente se relajen. Las preocupaciones constantes y los pensamientos rumiantes tampoco favorecen precisamente un descanso reparador.
Un informe presentado hace unas semanas por Ikea y la Alianza por el Sueño incidía también en la relación entre condiciones socieconómicas y los trastornos del sueño. El análisis apuntaba a que el nivel de ingresos, el nivel educativo, el género, así como los roles sociales y laborales son factores que modulan directamente el sueño de las personas. Este verano, la compañía sueca entrevistó a 2.540 ciudadanos mayores de 18 años sobre su percepción del descanso óptimo, para concluir que existe una estrecha relación entre el poder adquisitivo y la calidad del sueño. “El porcentaje de personas con un nivel adquisitivo bajo que duermen menos de cinco horas duplica a las de nivel medio y alto. Además, se ve que las personas de nivel socioeconómico bajo y medio tienen más dificultades para conciliar el sueño. Esto se puede deber a múltiples factores, desde mayores preocupaciones hasta condiciones ambientales menos favorecedoras para conciliar el sueño, como pueden ser el calor o el ruido”, explicaba Álvaro Rol, líder del área de insights de Ikea en España. Por otro lado, una revisión de le evidencia científica publicada llevada a cabo por la Alianza por el Sueño señalaba la otro factor a tener en cuenta: el nivel educativo. El análisis concluye que existe una relación entre menores ingresos y los problemas de sueño. Aquellas personas que enfrentan dificultades para llegar a fin de mes presentan un mayor riesgo de somnolencia diurna, lo que afecta su funcionalidad y capacidad productiva, creando un círculo vicioso.
Este reportaje se publicó primero en la edición número 20 de MAS en papel.