Ariadna Mechó, investigadora: “Vistas las maravillas que hay en las profundidades marinas, vale la pena estudiarlas para protegerlas”
Mechó es investigadora del Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona (BSC-CNS) y la ganadora de los XI Premios MAS en la categoría de Ciencia

Hace unos meses, en una expedición de cuarenta días que navegó por las montañas submarinas de la costa de Chile, un grupo internacional de investigadores liderado por Ariadna Mechó descubrió 34 montañas submarinas, más de un centenar de especies nuevas y los corales mesofóticos más profundos del mundo. La expedición, financiada por el Schmidt Ocean Institute, recorrió la cordillera de Salas y Gómez, una zona hasta entonces inexplorada que se extiende durante casi 3.000 kilómetros desde las costas de Chile hasta la isla de Pascua. Mechó, ganadora de los XI Premios MAS en la categoría de Ciencia, es investigadora del departamento de Ciencias de la Tierra del Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona (BSC-CNS). Su objetivo es proporcionar información que ayude a la preservación y restauración de hábitats marinos vulnerables, algo que ya está consiguiendo: los hallazgos de su investigación se han utilizado para la implementación de tres áreas marinas protegidas a gran escala en Chile (los parques marinos de Nazca-Desventuradas, Archipiélago de Juan Fernández y el Área Marina Protegida de Usos Múltiples de Rapa-Nui). Actualmente, colabora con sus socios chilenos para crear el primer corredor azul en aguas internacionales, ubicado en el Océano Pacífico. También ha formado parte del comité científico de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en la definición de ecosistemas marinos vulnerables en el Mediterráneo.
¿Cuántas especies animales habrá en las profundidades marinas que todavía no conozcamos?
Muchas más de las que se han estimado inicialmente. Visto que en una sola campaña descubrimos mínimo un centenar de potenciales especies nuevas, seguramente hay cientos de especies por descubrir. Y eso si hablamos de animales más o menos grandes, en el caso de animales que solo se ven con lupa o de bacterias y virus, seguro que el rango de magnitud es muy superior.
¿Cuál es el proceso cuando se descubre una nueva especie?
El protocolo para describir especies nuevas está muy estandarizado y es un proceso largo y riguroso. Se recoge un individuo de la especie que pensamos que puede ser nueva, que será el individuo ‘tipo’, llamado holotipo. Después este holotipo es examinado en el laboratorio y descrito en detalle de acuerdo con unas características específicas. Se compara y confirma que estas características no coinciden con ninguna otra especie previamente descrita, esto obviamente, es la parte que más tiempo suele tomar. Una vez seguros de que no se ha descrito anteriormente, se le asigna un nombre siguiendo el Código Internacional de Nomenclatura Zoológica y se deposita, etiqueta (en bases de datos locales e internacionales) y almacena en una colección reconocida internacionalmente siguiendo otros protocolos. Finalmente, la descripción de la especie se publica en alguna revista científica, previamente revisada por científicos expertos en el grupo al que pertenece la especies nueva. Todos estos pasos son muy pesados y engorrosos, pero permite estandarizar y dar accesibilidad y trazabilidad a esta nueva especie para que en un futuro cualquier investigador pueda compara y acceder a su descripción.
Háblanos de esa expedición, en la que participasteis investigadores de distintos centros. ¿Cómo fue la experiencia?
Ha sido una campaña increíble. Muchos de los investigadores eran antiguos compañeros con los que llevo trabajando desde hace años en diferentes países, por lo que reunirlos a todos en una campaña fue un placer. Trabajar embarcada en campañas largas es duro, por lo que tener un buen ambiente y gente eficiente es muy satisfactorio. Y, sobre todo, las maravillas que hemos podido ver en el fondo del océano han sido increíbles: jardines de esponjas y corales profundos, especies nuevas y raras, campos de crinoideos, tiburones y pulpos de aguas profundas entre otros, una maravilla. He tenido mucha suerte de estar ahí.
La información de esa campaña se está utilizando para establecer el primer corredor azul en aguas internacionales, que estará ubicado en el Océano Pacífico. ¿Qué impacto tendrá esa regulación?
Sí, en una iniciativa internacional liderada por Chile se está intentando crear este corredor azul a lo largo de las cadenas montañosas submarinas, llamadas dorsales, de Salas y Gómez y Nazca. Esta regulación permitiría proteger a todas las especies, no solo las que viven en la zona, como arrecifes de corales profundos y jardines de esponjas, sino también a todas aquellas que transitan a lo largo de este corredor, como ballenas, tortugas, tiburones, atunes y peces espada. Esto al final tiene un efecto beneficioso, no solo a nivel ecológico y de biodiversidad, sino también para la gente que vive tanto dentro como en zonas cercanas al corredor azul.
En España, el 20% de las aguas territoriales tiene ya alguna protección. ¿Está sirviendo esa regulación para proteger nuestra biodiversidad marina?
Por supuesto, de hecho, ahora es cuando se están empezando a ver los resultados positivos de las protecciones puestas en marcha hace unos años. Los estudios de seguimiento que se han hecho en varias de las zonas marinas protegidas españolas han demostrado, por ejemplo, que las especies empiezan a recuperar mayores tamaños y pesos, ya no quedan solo ‘pezqueñines’. Además, también se ha visto que hay un mayor número de organismos y de especies en las reservas marinas.
Te dedicas a estudiar el impacto humano sobre los ecosistemas marinos. ¿Qué efectos concretos de nuestra actividad son más preocupantes?
Por desgracia todos, porque hay que considerar que se suelen sumar entre ellos, es decir, a la sobrepesca y al cambio climático muchas veces hay que añadir la basura marina, como los plásticos o las redes de pesca rotas, que caen al fondo y continúan pescando indiscriminadamente. Si a esto le sumas la contaminación del agua, acaban siendo muchos factores de estrés para los ecosistemas marinos.
¿Los daños que estamos causando a nuestros océanos son, en este punto, reversibles?
Lo importante son los tiempos. Por ejemplo, para revertir el impacto del cambio climático vamos a necesitar muchos años, de hecho, esto es uno de los proyectos que tenemos en marcha en el BSC. Otros impactos, como la sobrepesca, son más fáciles de revertir, ya que se puede gestionar de manera más directa. Lo que hay que intentar es reducir y no añadir nuevos factores de estrés al océano, por ejemplo, la minería de profundidad. Se ha visto que el impacto negativo de la minería en aguas profundas en los ecosistemas profundos podría ser muy alto y nocivo. A día de hoy todavía conocemos muy poco de las profundidades marinas, pero vistas las maravillas que hay allí abajo, vale la pena estudiarlas para protegerlas de la mejor manera posible.