Más de la mitad de las víctimas de ‘ciberbullying’ no se lo cuentan a nadie
Las chicas sufren más ciberacoso (12,7%) que los chicos (8,7%)

Uno de los grandes problemas del bullying y el ciberacoso es la ley del silencio que lo envuelve, un silencio social que, entre otras cosas, no permite que los casos se detecten y resuelvan a tiempo. En concreto, más de la mitad de las víctimas (55,1%) de ciberbullying guardan silencio ante esta situación. Esta cifra es mayor en comparación con el acoso escolar presencial. En ese caso, el porcentaje de víctimas que no dicen nada es el 38%.
En aquellos casos en que las cibervíctimas sí se lo han comunicado a alguien, los amigos (78,1%), la madre (68,7%) y el padre (58%) son las figuras a las que recurren con mayor frecuencia. Los datos son del I Estudio sobre el acoso escolar y el ciberacoso en España en la infancia y la adolescencia, llevado a cabo por la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense con el apoyo de la Fundación ColaCao. En él participaron 20.662 estudiantes, desde 4º de primaria hasta 4º de secundaria, de 325 centros educativos.
La investigación pone de manifiesto la relación entre vivir un proceso de ciberacoso con la salud mental y la ideación suicida. De acuerdo con sus conclusiones, los problemas de salud mental pueden incrementar el riesgo de ser elegido víctima y también ser una consecuencia del acoso o ciberacoso sufrido. Los resultados muestran que la exposición a la violencia –ya sea presencial o virtual– incrementa el riesgo de emplear la violencia contra uno mismo. En el caso del ciberacoso, uno de cada cuatro acosadores (un 24,9%) y una de cada cinco víctimas (un 21,1%) reconocen haber intentado quitarse la vida alguna vez. “La relación entre el bullying y la ideación suicida es muy preocupante y exige una reflexión como sociedad. Es crucial ofrecer atención especial a los estudiantes que han sido víctimas, ayudándoles a mitigar las secuelas de su experiencia y acompañándoles en todo el proceso. Además, hemos de trabajar en las medidas de apoyo para los violentos, deben incluir el tratamiento de las dificultades emocionales que aumentan el riesgo de violencia hacia otros o hacia sí mismos”, apunta Javier Coromina, patrono de la Fundación ColaCao.
Contar mentiras o rumores sobre alguien para causar rechazo sobre esa persona entre los demás (5,4%), hablar mal del aspecto físico de alguien para herir sus sentimientos (4,5%), llamar por motes, burlarse o ridiculizar (4,2%) e ignorar a una persona a propósito, excluyéndole del grupo (3,5%) son las situaciones de ciberacoso más frecuentes, que reconocen haber sufrido los encuestados en los últimos dos meses. Estas son también las formas de acoso escolar presencial más habituales, con porcentaje más elevados que con tecnología.
Si nos atenemos exclusivamente en cuenta las formas específicas de ciberacoso que se pueden ejercer a través de dispositivos digitales y móviles, las más preocupantes son enviar o publicar fotos o vídeos sin permiso o para hacer daño (8%), llamar de forma anónima para amenazar o asustar (6,7%), coger el móvil y enviar fotos, vídeos o mensajes para meter a alguien en problemas (6%), piratear tu cuenta para hacerse pasar por otra persona (4,7%) y crear un perfil falso con datos personales para hacer daño (4,2%).
A medida que avanza la edad, aumenta significativamente el acceso de los niños a internet sin supervisión adulta. El uso de redes sociales y de internet sin supervisión adulta se extiende rápidamente a partir de los 10-11 años y se generaliza desde los 12. En 5º de primaria, el 47,7% de los estudiantes usa internet sin supervisión, cifra que aumenta drásticamente en 2º de secundaria, donde ya es el 95,7%
El 10,3% de los jóvenes con acceso a internet sin supervisión adulta reportaron haber sufrido durante los dos últimos meses y de forma repetida alguna situación de ciberviolencia llevada a cabo por chicos o chicas de su edad, con una mayor incidencia mayor entre ellas (12,7%) que en ellos (8,7%). Al segmentar este resultado en función de la etapa educativa, se concluye que el 9,1% del alumnado de 5º y 6º de primaria y el 11,4% del alumnado de secundaria han sufrido varias situaciones de ciberacoso durante los dos últimos meses.
En cuanto a quienes ejercen ciberacoso, los chicos (5%) reconocen participar en situaciones de ciberacoso con mayor frecuencia que las chicas (3,6%). Del total de alumnos de 5º de primaria a 4º de secundaria, el 4,4% reconoce haber participado, en los dos últimos meses, en alguna situación de ciberacoso. Esto significa que hay en nuestro país un ciberacosador por aula (estimando 28 alumnos por aula).
El 46,4% de las víctimas de acoso escolar en los dos últimos meses han sufrido también ciberacoso durante dicho tiempo, principalmente a manos de compañeros de clase, personas que han conocido en internet o en otros lugares. En más de la mitad de los casos de ciberacoso, este ha sido ejercido por estudiantes del centro educativo, que extienden a las relaciones online el acoso que probablemente también ejercen de forma presencial, agravando considerablemente con ello sus consecuencias. El acoso ejercido por personas conocidas a través de internet o en otros lugares puede suponer un riesgo especial, así como mayor dificultad para contarlo y detenerlo.
No es raro que las víctimas sean también acosadores. En concreto, el 10,6% de las víctimas de acoso escolar reconocen haber participado en alguna situación de ciberacoso y el 41,1% de quienes ejercen acoso escolar reconocen haber sufrido como víctima alguna situación de ciberacoso.
Protección frente al ciberacoso
Las estrategias para proteger a los estudiantes del ciberacoso incluyen la educación sobre los riesgos de las TIC, saber dónde encontrar ayuda y fomentar la comunicación con padres y profesores. El 85,2% de los estudiantes recuerda haber recibido formación en su centro educativo sobre los riesgos de internet y redes sociales, lo que reduce significativamente el riesgo de acoso. Además, el 69,4% de los estudiantes saben dónde acudir para pedir ayuda.
En cuanto a hablar con la familia sobre sus actividades en el entorno digital, solo el 20,7% de la muestra lo hace de manera habitual. Asimismo, se observa que los estudiantes que no participan en el acoso escolar o que son víctimas de él reciben un mayor apoyo familiar y tienen una mejor calidad educativa en comparación con quienes ejercen el acoso. Este apoyo familiar contribuye, según los responsables del estudio, al desarrollo de la empatía y a la capacidad de resolver conflictos sin recurrir a la violencia. La seguridad de un buen apoyo familiar puede disminuir la percepción de vulnerabilidad en los estudiantes, reduciendo así el riesgo de ser víctima de acoso escolar o ciberacoso. Esta seguridad ayuda también a que las víctimas pidan ayuda desde el principio, facilitando con ello la intervención temprana y la prevención del agravamiento del acoso. Por todo ello, es esencial involucrar a las familias en la prevención del acoso escolar y el ciberacoso.
“Los programas contra el acoso escolar deben prevenir también su actual extensión a través de dispositivos digitales, que aumentan su gravedad al hacer que las víctimas lo sufran de forma permanente y sin poder encontrar un lugar seguro que lo detenga, inhibe la empatía de quienes lo ejercen y potencia un anonimato e impunidad de graves consecuencias. Escuela y familias deben cooperar estrechamente en la lucha contra estas dos formas de acoso y necesitan la colaboración del resto de la sociedad”, explica la doctora María José Díaz-Aguado, directora de la investigación y de la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid.