La emprendedora que se ha propuesto hacer el ocio accesible para las personas autistas
venTEA es un proyecto que propone planes adaptados a las personas con una respuesta sensorial atípica
Ver una película en el cine, visitar un museo o comer en un restaurante son experiencias habituales para la mayoría, pero pueden suponer todo un reto para las personas con trastornos del espectro autista (TEA). A menudo resultan entornos tremendamente hostiles para ellos: demasiada gente, demasiadas pantallas, demasiadas luces, demasiado ruido…; en definitiva, demasiado. A petición de una asociación, la fotógrafa Irene Morán empezó hace unos años a organizar los talleres de fotografía que ya hacía para inmigrantes o adolescentes con problemas de comunicación, pero adaptados a personas con TEA. La experiencia fue tan satisfactoria que Morán comenzó un master sobre autismo y decidió que quería dedicarse a ello. Así nació venTEA, un proyecto que ofrece planes de ocio adaptados a las personas con una respuesta sensorial atípica.
En 2017 organizó en Majadahonda (Madrid) un primer pase de cine al que asistieron más de doscientas personas. “Tampoco es algo que inventara yo”, reconoce. “Ya lo hacía una asociación en Barcelona, pero en su caso, solo para sus socios. Yo quería que los chavales pudieran compartir la experiencia con sus familias, sus compañeros de clase y con otras personas”. Por ello, las sesiones de venTEA están adaptadas sensorial y cognitivamente, pero abiertas a cualquiera.
Su intención es paliar en alguna medida la enorme laguna que existe en este ámbito. “Cuando empecé a hablar con las familias me encontré con muchos chavales de 15,16 o 18 años que nunca habían ido al cine”, asegura Morán. “El ocio no está en la agenda de las asociaciones y las entidades que se ocupan de la discapacidad. Es lógico que si tienes un hijo o una hija con dificultades pienses primero en su educación y su salud, pero se nos olvida que el ocio es también fundamental para la salud mental”. Para la fundadora de venTEA, “el ocio es el pegamento de las relaciones sociales. Es el momento en el que nos lo pasamos bien, nos relajamos y podemos salirnos un poco de quiénes somos. Pero en el caso de las personas autistas las opciones son reducidas, tanto por tiempo, porque dedican muchas horas a la terapia, como por oportunidades, porque no hay ocio adaptado para ellos. Esto hace que tiendan todavía más al aislamiento”. Quizá sea algo más fácil encontrar planes para los niños pequeños, pero en la adolescencia las cosas se complican todavía más. “Una vez llega la edad a la que van al instituto y el ocio no está supervisado por los padres y las madres, entran de lleno en la jungla neurotípica: bares, deportes, viajes… Ahí los dejamos muy solos”.
Cada persona con TEA es un mundo, explica Morán, pero suelen compartir algunas características. “Por un lado, la necesidad de previsión y estructura. Necesitan saber dónde van a estar, cómo es el sitio al que van a ir, qué es lo que se van a encontrar, qué gente van a ver, etcétera. Por el otro, necesitan entornos sensorialmente amables, es decir, que no haya mucho ruido, que no haya mucha iluminación ni luces estroboscópicas”. En estos pases, las luces no se apagan del todo, el sonido está más bajo de lo habitual y no hay trailers ni anuncios, para que la película empiece justo a su hora. En la actualidad, venTEA colabora con seis cines en Madrid, organiza pases mensuales en muchas ciudades (Barcelona, Sevilla, Badajoz, Gijón, Valladolid, Cádiz, etcétera) y prepara su llegada a otras once.
Pero el proyecto no se limita al ámbito del cine. “Empezamos por ahí, pero pasa lo mismo en el teatro, los conciertos, el planetario o un parque temático. Hay muchísimos sitios a los que las personas autistas no tienen un acceso sencillo y sería fácil dárselo. Al final se trata de hacernos conscientes de la diversidad en la que vivimos y de que hay personas que necesitan diferentes apoyos. Igual que hemos normalizado las rampas para las sillas de ruedas o los encaminamientos para los invidentes, tenemos que empezar a normalizar otro tipo de apoyos sensoriales y cognitivos para quienes los necesitan”.
Normalmente esto no implica montar planes exclusivos o plantear grandes cambios en los espacios de ocio. A menudo basta con tener en cuenta algunos detalles que a las personas neurotípicas habitualmente se les escapan. Por eso, reconoce Morán, a la hora de preparar las guías de experiencias adaptadas resulta fundamental contar con la colaboración de personas autistas. “En el Museo de las Ilusiones, por ejemplo, hay una sala en la que al entrar te encuentras con tres bombillas y, según te acercas o te alejas de la pared, tu sombra cambia de color. Yo no había caído, pero uno de los estudiantes autistas que supervisan las guías me dijo que podía resultar muy incómodo para alguien con hipersensibilidad visual. En la guía se avisa para que la gente que tenga esa hipersensibilidad lo tenga en cuenta. Se trata de hacer un entorno más amable”. Esto puede pasar también por ofrecerles una zona para estar tranquilos y descomprimir si han estado expuestos a una sobrecarga de estímulos. O hacer explícitas las normas sociales que se esperan en estos eventos porque, como indica Irene Morán, las personas autistas “son muy literales y vivimos en un mundo que no es en absoluto claro”.
En última instancia, el objetivo de venTEA es convertirse en una plataforma a nivel nacional que sirva como una suerte de guía del ocio adaptado, de forma que las familias puedan encontrar planes en su ciudad o en los lugares donde vayan a hacer turismo. Para ello colabora con asociaciones de autismo repartidas por todo el territorio nacional (de momento son una treintena). La idea es que el material que una de esas asociaciones haya generado para, digamos, una visita al acuario, pueda ser aprovechado por todos y que más personas autistas disfruten del ocio, algo enriquecedor para ellas, pero también para las personas neurotípicas con las que lo comparten. “Daniel Comín, padre de chaval autista, dice que él reivindica el derecho no de su hijo a conocer a los demás, sino el de los demás de conocer a su hijo. Porque esos niños que hoy juegan con él de mayores no van a tener problemas para aceptar las diferencias”.