“El arte alivia mucho y nos ha ayudado desde siempre”
Silvia Fernández, Premio Princesa de Girona Social, es la creadora de la Fundación Arte Paliativo

Silvia Fernández es educadora social y la creadora de la Fundación Arte Paliativo, una organización sin ánimo de lucro que busca aliviar, mediante el arte, a las personas con enfermedades graves. “Usamos la expresión artística como vehículo para hacer aflorar emociones, pensamientos o sentimientos que a veces son difíciles de poner en palabras”, explica. “Me encanta el arte y tenía claro que quería mezclar esa pasión con trabajar con personas”. El caso de una familiar cercano le hizo darse cuenta de sus posibilidades terapéuticas. “Mi hermana mayor tiene una enfermedad rara sin diagnosticar y la forma de relacionarme con ella era, sobre todo, a través del arte, el juego o la música”. Para tratar las crisis que sufría utilizaban musicoterapia. “Pude ver en primera persona los beneficios”, explica Fernández, que acaba de recibir el Premio Princesa de Girona Social por su trabajo al frente de la Fundación Arte Paliativo.
La organización nació en 2016 y en la actualidad cuenta con un equipo formado por una decena de profesionales. Trabajan en hospitales, centros sociosanitarios, residencias y domicilios, con sesiones grupales e individuales. De momento está presente en una decena de centros de referencia como el Hospital de Terrassa o el Hospital Pediátrico Sant Joan de Déu. Ya han acompañado a más de 6.000 personas. La primera fue su propia abuela. “Hicimos muchas sesiones tanto en el hospital como en casa. Trabajamos con poesía, origami, pintura, dibujo... Fue algo muy bonito, la verdad. Decidí que quería llevarlo a más personas y más hospitales. Desde el inicio mi sueño era que la medicina fuese más integrativa, más humanizada, y eso pasa por que el arteterapia esté presente en los centros sociosanitarios”.
¿Somos ahora más conscientes de la importancia de cuidad la salud mental?
Yo creo que sí. Con la pandemia todos nos quedamos mínimo dos meses encerrados y preocupados por la salud. Conectamos mucho con el arte, con la música, con la cocina, el deporte... Eran nuestra vía de escape. Desde entonces, cuando explicamos qué hacemos, se entiende mucho mejor.
¿Con qué tipo de pacientes trabajáis? Porque la palabra paliativo remite al final de la vida.
Utilicé la palabra ‘paliativo’ porque da un poco de vértigo y de miedo. Una de nuestras labores principales es la intervención, pero también la difusión y la sensibilización, romper con el tabú de la enfermedad, de la muerte, del ya no hay nada que hacer. ‘Paliativo’ es en realidad una palabra muy bonita que significa cuidar, apaciguar. No es tanto curar, sino aliviar. El arte alivia mucho y nos ha ayudado desde siempre. De todas formas, no trabajamos exclusivamente con pacientes al final de sus vidas. La mayoría, por suerte, se rehabilitan. Les acompañamos durante todo el proceso, en el que aparecen muchas pérdidas y muchos miedos, angustias y frustraciones. Se pierden, por ejemplo, capacidades, habilidades, a veces incluso de alguna parte del cuerpo. O sueños que ya no van a poder cumplir.
¿Qué herramientas utilizáis?
La principal herramienta es la mirada del arteterapeuta. También llevamos un carrito lleno de materiales diversos que cada vez vamos ampliando más, para que cada persona pueda escoger aquello con lo que conecte. Puede ser la costura, la pintura, la cocina, la fotografía... Depende de cada uno. Por ejemplo, con adolescentes trabajamos mucho con la tecnología porque es lo que más les motiva. Podemos hacer diseño 3D de piezas, imprimirlas, luego pintarlas y decorarlas, que se construyan su propio amuleto, cosas así.
¿Qué respuesta tenéis de los pacientes?
Solo el hecho de ofrecerles un espacio distinto a lo que están acostumbrados en el hospital les hace salir de la rutina. Les abre a plantearse otras cosas. Pueden elegir si realizar la terapia o no y también qué técnica les gustaría utilizar. Eso ya es muy bueno, porque a veces en el hospital no pueden escoger nada.
¿Cómo de desarrollada está la disciplina en España?
Cuando yo empecé había dos arteterapeutas vinculadas al ámbito sanitario, Nadia Colet y Nuria Molina, a las que entrevisté. Vi cómo estaba la situación y lo que realmente necesitaba. Había muchísimo que explorar e investigar, porque no era un ámbito desarrollado aún en nuestro país, a diferencia de Inglaterra y Estados Unidos, donde sí lo está. Ahora que ya llevamos casi nueve años incluso estamos haciendo formaciones a arteterapeutas especializadas en el ámbito sanitario. Al principio fue complicado, todos los inicios lo son. Pero cada vez resulta un poco más fácil.
¿Qué hace falta para humanizar más la sanidad?
Premios como el Princesa de Girona que den visibilidad, reconocimiento y que pongan en valor este tipo de intervenciones. Es importante dar voz a estas terapias y, sobre todo, que los profesionales estén abiertos a complementar su práctica con este tipo de disciplinas. Cada vez lo están más. Cuanto más se conozca, más valor se les va a dar y más recursos se van a invertir. Gracias al premio hemos conseguido mucha difusión del trabajo que llevamos haciendo tantos años. Ahora vamos a seguir con más fuerza y ganas todavía.