“La aplicación de la tecnología puede transformar el sector sanitario”
Ana María Díaz-Oliver, presidenta de la Red Sanitaria de Responsabilidad Social en España

La Red Sanitaria de Responsabilidad Social es un grupo formado por setenta profesionales de diferentes disciplinas de unos cuarenta centros sanitarios repartidos por toda España, que busca promover y desarrollar políticas de responsabilidad social y sostenibilidad en el sector sanitario. “El objetivo principal es crear un modelo de RSC y sostenibilidad en uno de los sectores con mayor potencial para la mejora del planeta. En este cambio de cultura corporativa hemos comenzado por nuestros propios centros sanitarios, fomentando en nuestros grupos de interés internos, lo que Aldo Olcese denomina ‘responsabilidad civil’, una involucración del personal que cada día valora más lo que se hace por la sociedad y el planeta. Después hemos continuado estableciendo vínculos con los grupos de interés externos”, explica su presidenta, Ana María Díaz-Oliver. Por ejemplo, han firmado un manifiesto por la igualdad con el Parlamento Europeo y se han integrado en la plataforma Sanidad#PorElClima. El objetivo es que “todos los hospitales que pertenecen a la red cumplan con la Agenda 2030 en todo lo posible”, indica. “Las alianzas entre los hospitales tanto públicos como concertados que quieran sumar, que aspiren a aportar, y que pretendan compartir todas las políticas, acciones y medidas en sostenibilidad y responsabilidad social van a fortalecer no solo a todas y cada una de las organizaciones sanitarias sino al sector como tal. Seamos ejemplo a seguir”.
¿Hasta qué punto está la RSC integrada en la labor de las instituciones sanitarias españolas?
Hoy en día, la mayoría de los hospitales españoles incluyen la responsabilidad social corporativa (RSC) o la de sostenibilidad, environment, social and governance (ESG) en sus planes estratégicos. La variabilidad de la integración es elevada, puesto que los modelos de gestión son diversos. Si tuviéramos que marcar una fecha clave sería el 29 de noviembre del 2017, cuando se celebró en Madrid la primera jornada internacional de RSC en el sector sanitario, que marcó un antes y un después. A partir de entonces se desarrolló considerablemente el concepto en el ámbito sanitario, con jornadas nacionales, grupos de trabajo, monitores reputacionales y políticas de actuación de las consejerías de Sanidad, creando acciones de formación, información e instrumentos de medición de RSC. Además, en 2017 se publicó la Ley de Contratos Públicos que incluía parámetros de RSC y la Ley de Transparencia y Buen Gobierno que establece los ejes fundamentales de acción política, es decir, la transparencia, el acceso a la información política y las normas de buen gobierno. Por lo tanto, el grado de integración de la sostenibilidad en nuestro sector es alto, especialmente si lo comparamos con otras áreas de las administraciones públicas. Hoy en día los centros sanitarios tienen la RSC en su ADN. El sector sanitario abandera la sostenibilidad, no solo porque ocupamos un lugar clave para la sociedad, sino porque nuestros valores y principios deben llevar el sello de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
¿Existe una verdadera coordinación entre los centros de la red pública en esta materia?
La descentralización de la Sanidad Española ha generado un desarrollo diferencial entre las diecisiete comunidades de España. Algunos países como Austria y Suiza, donde aplicó la descentralización de la sanidad mucho antes que España, han comprobado que supone un coste bastante superior y escasa equidad en la prestación de servicios a los ciudadanos. Debido a ello, han comenzado un proceso de centralización de la sanidad. Aunque en España existe un Consejo Interterritorial de Salud para buscar consenso entre todas las consejerías, la influencia política es tan elevada que no logran ser operativos en la resolución de problemas, tal y como ha pasado durante la pandemia. Con este escenario es evidente que la coordinación en RSC de manera oficial no existe, sin embargo, a nivel extraoficial muchos profesionales de instituciones sanitarias tanto públicas como privadas apuestan por integrar en sus planes estratégicos políticas de ESG, buen gobierno, transparencia y sostenibilidad. La coordinación entre instituciones sanitarias de diferentes Comunidades Autónomas con sistemas de gestión distintos como la Red Sanitaria de RSC es un ejemplo de cuanto se puede construir conjuntamente. Dar los mismos servicios a todos los ciudadanos de todas las comunidades autónomas es crear igualdad para toda la población. Todos los implicados en este movimiento somos conscientes de la importancia de trabajar en red. De momento, no recibe subvenciones y todo lo que se realiza es gracias al altruismo de todos. Una vez que obtengamos algunos fondos, tenemos planificada la aplicación de las nuevas tecnologías de manera eficaz para conseguir una comunicación muy rápida. La ventaja es que todos somos conscientes de la riqueza de este proyecto y vamos avanzando.
¿Cómo repercuten este tipo de acciones sobre la atención a los pacientes?
El objetivo es crear un clima del hospital y un sentir en los pacientes positivo. Además, los profesionales trabajan en un ambiente más agradable y relajado. Un ejemplo sería la exposición itinerante de ¿Goya en un Hospital?, en el Hospital de Guadarrama, con reproducciones cedidas por la Fundación Cultura en Vena de cartones que el pintor creó para la Real Fábrica de Tapices. O la exposición Cultura de Urgencias, formada por obras de jóvenes artistas y escritores europeos en el Hospital del Clínico San Carlos en colaboración con la mencionada fundación, la Embajada de Alemania y el Círculo de Bellas Artes. El proyecto FarmAventura es una iniciativa pionera del Hospital Gregorio Marañón para conseguir mayor adherencia a los tratamientos por parte de los pacientes pediátricos. Su dispensación farmacológica ambulatoria se transforma en una visita divertida a la selva. Otro ejemplo es la app e-OncoSalud, una aplicación que permite a los pacientes oncológicos estar en contacto con su farmacéutico hospitalario, tener información y consejos sobre su tratamiento, registrar su evolución y notificar efectos adversos en tiempo real. Otro ejemplo de ello sería El jardín de mi hospi del Hospital Universitario 12 de Octubre, un maravilloso jardín de 800 metros en la octava planta del Edificio Materno Infantil que se inauguró en 2015 gracias a La Fundación Juegaterapia. Cada año disfrutan de él aproximadamente 10.000 personas. Este proyecto se ha replicado en distintos hospitales a nivel nacional por sus buenos resultados. En definitiva, las acciones sociales de la RSC inciden directamente en la mejora de la atención del paciente. Los proyectos de transformación de espacios, de musicoterapia, de acompañamiento, de terapias con animales, etcétera contribuyen al bienestar de millones de pacientes, familiares y colateralmente de profesionales. Es un modelo a seguir.
La crisis de la Covid-19 puso en evidencia las carencias de nuestro sistema sanitario. ¿Dónde es más urgente actuar para intentar paliar la situación?
Es evidente que se ha producido una mayor fractura social en la población española durante la Covid-19. A pesar de tener una sanidad universal, la pandemia ha colapsado el sistema sanitario no solo de España, sino de todos los países. Hay que remarcar que ha habido un compromiso y esfuerzo extraordinario tanto de los profesionales del sector como de la propia ciudadanía. Sin embargo, la recuperación de dichos sistemas ha variado en función de factores como medidas gubernamentales, autonómicas y locales de aislamiento, movimiento, además de factores geográficos, culturales y económicos. Estudios comparativos entre distintos países nos indican que el progresivo aumento en el número de muertes nivel mundial por Covid-19 y la creciente mortalidad por el virus SARS-COV-2 se distribuyen de manera desigual entre las poblaciones vulnerables, como adultos mayores que viven en áreas densamente pobladas, personas con un nivel socioeconómico más bajo, migrantes y minorías. Los colectivos más vulnerables son ahora más vulnerables. La pandemia derrumbó más de cuatro años de avances en la erradicación de la pobreza y empujó a 93 millones de personas más a la pobreza extrema. Las personas que viven en países de ingresos medios o bajos, así como millones de personas pobres que viven en los países más ricos se enfrentan a barreras significativas para la autoprotección debido al hacinamiento, las malas condiciones de vivienda y el saneamiento deficiente. También hay una falta de control adecuado de brotes adicionales. Estos peligros reales y potenciales han empujado a la Organización Mundial de la Salud a aumentar el apoyo a estos países para mejorar la resiliencia y reducir el impacto sanitario y social de futuras emergencias sanitarias. La Covid-19 ha puesto en jaque los sistemas sanitarios mundiales. También cabe mencionar la inequidad de la cadena de distribución. Todos recordamos el acopio de vacunas, mascarillas y EPIs por países ricos con pocos escrúpulos a la hora de secuestrar aviones de mercancías.
¿Cómo podemos hacer más sostenible el sistema sanitario?
Primero, adaptándonos a los nuevos tiempos. Evidentemente, estamos hablando de centros sanitarios que están cumpliendo con los ODS y, por tanto, siendo más sostenibles. Esto supone un proceso de transformación con varias etapas. La primera sería de concienciación para aprender a sacar el máximo partido a los recursos que tenemos. Por ejemplo, los espacios de consultas que se quedan vacíos por las tardes o los fines de semana, por no hablar de la cantidad de material que se podría reutilizar. Pero para llenar estos consultorios también hay que tener profesionales que cobren por ese trabajo. Una segunda etapa sería integrar la sostenibilidad en la misión del centro sanitario, generando un plan de acciones sostenibles en todos los procedimientos. Algunos centros de la Red Sanitaria de RSC han alineado sus planes estratégicos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Por ejemplo, el Instituto Catalán de Oncología (ICO). Otros se han centrado en una de las dimensiones de la sostenibilidad, como el hospital de San Juan de Dios de Zaragoza, que es 100% sostenible y con cero emisiones de CO2. Aplica energías renovables como la geotermia con ahorro de más de 429.959 euros y con un rendimiento 2,6 veces superior al gas natural. También está en la red el Hospital de Galdakao, con un plan estratégico que aborda la gestión ambiental con cinco líneas de trabajo: liderazgo, transparencia y difusión, aspectos ambientales, compra verde, edificio y herramientas de medición. Algunas de sus acciones contribuyen a cerrar una economía circular, recuperando materiales de obra, reciclándolos y comprándolos. El compromiso es de un 10% de materiales reciclados o recuperados en el 2020, 20% en 2021 y 30% en 2022. El Hospital Reina Sofia de Murcia lleva aplicando una hoja de ruta de eficiencia energética en gas y luz desde el 2017, disminuyendo un 39,47% en el gasto de electricidad y un 66,72% en gas. Uno de los hospitales pioneros en la sostenibilidad e impulsor de la Red Sanitaria de RSC es el Hospital Clínico San Carlos. Su plan de eficiencia de agua ahorra un 13%, lo que supone un ahorro de casi 40.000 m3 en dos años. Con los contenedores reutilizables para residuos biosanitarios especiales han evitado el depósito en el medio de 79.356 kilos de plástico. Sus medidas de eficiencia energética han reducido las emisiones de CO2 en un 3% sólo en el último año. Además, durante 2022 se están sustituyendo los vehículos para transporte propio del Hospital por vehículos eléctricos, reduciendo las emisiones contaminantes y de gases de efecto invernadero. En una segunda fase los hospitales sostenibles deben invertir no solo en la investigación biomédica, sino también en la investigación de otras disciplinas, por ejemplo, física, química, medicina, arquitectura e ingeniería, con el objetivo de incorporar nuevas tecnologías como, por ejemplo, la nanotecnología. Gracias a ella, se puede implantar en los edificios las células solares de tercera generación que ha investigado la doctora en Física Lira-Cantú consiguiendo cargar tanto móviles, ordenadores como monitores.
¿Cómo debería ser el hospital del futuro en materia de sostenibilidad?
El Hospital 2030 debe dar respuesta a una población muy importante envejecida con una esperanza de vida en España de 83,2 años, es decir, la cuarta a nivel mundial. Debe aplicar las nuevas tecnologías para dar el servicio que requiere la longevidad. Los hospitales 2030 aplicarán sistemas de sostenibilidad en todos y cada uno de sus procesos y procedimientos tanto asistenciales como no sanitarios. Su tecnología, tanto en nanotecnología, sistemas de control de gestión, domótica, internet de las cosas y wearables como en robótica, contribuirá a la aplicación de tratamientos personalizados biomédicos. Un ejemplo es el paciente pediátrico Álvaro, que tiene una atrofia muscular espinal tipo II y participa en un ensayo clínico del Hospital de Guadarrama con exoesqueletos que le ayuda a caminar. Ese hospital, perteneciente a la Red, tiene en su estrategia la integración de la robótica. Utilizan los robots superiores e inferiores para la recuperación de pacientes con ictus. Incluso en la farmacia se ha implantado un carrusel automático para la dispensación de medicación que mejora la eficacia y la seguridad del paciente. Además, se aplica la telemedicina para las consultas externas que evitan traslados de los pacientes. La pregunta sería ¿el avance tecnológico conducirá a una menor humanización? Esa será la encrucijada del sistema, proporcionar una tecnología avanzada y humanizada. Los futuros centros sanitarios 2030 tendrán en sus plantillas profesionales de otras disciplinas (por ejemplo, músicos o científicos de sistemas de información y datos) que contribuirán a la mejora de la estancia de los pacientes, familiares y de los propios profesionales. Aplicarán tecnología domótica para mejorar la estancia de los pacientes y agilizará las tareas de los profesionales. Los centros usarán el internet de las cosas para la gestión de los pacientes con marcapasos, o pulsímetros, etcétera, de manera que se podría hacer un seguimiento de su estado en su domicilio. Las organizaciones sanitarias tienen que ser centros inteligentes capaces de reducir los gastos al máximo para hacer sostenible el sistema. La aplicación de tecnologías de IoT, analítica avanzada e inteligencia artificial puede transformar el sector sanitario.
Según la OMS, el cambio climático causará anualmente unas 250.000 defunciones adicionales en las próximas décadas, además de muchos problemas de salud, lo que sin duda repercutirá sobre nuestra sanidad. ¿Está el sistema preparado para hacer frente a esta nueva emergencia?
Tanto las altas temperaturas que provocan insolaciones a la población y deshidratación a las personas mayores, como las constantes sequías que generan hambrunas e infecciones son ejemplos de la influencia del cambio climático en la salud de los ciudadanos del planeta. Incluso las lluvias se han vuelto cada vez más torrenciales, creando inundaciones que arrasan todo lo que está en su paso. Es una realidad que el cambio climático afecta a la salud de todos los seres vivos, incluidos los humanos. La alta contaminación atmosférica por altas emisiones de CO2 provoca, por ejemplo, enfermedades respiratorias, alergias, neumonías o cáncer de pulmón. Los datos de la OMS indican que la contaminación del aire es la responsable de alrededor de siete millones de muertes al año. A ello se añade la contaminación terrestre y marítima, por plásticos y metales pesados, que provocan enfermedades graves neurológicas como el Alzheimer o el Parkinson. Existen demostraciones científicas de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard que relacionan la contaminación de partículas con las enfermedades neurodegenarativas. Otro estudio de la Universidad de Yale y la Universidad Normal de Pekín que, tras años de alta exposición a contaminantes, las personas tenían un rendimiento cognitivo similar al que supone perder un año de escolaridad. Respondiendo a la pregunta de si la sanidad está preparada para hacer frente a esta crisis, la respuesta es que, a priori, no. Hay que decir que estamos en un proceso de transformación que incluye una concienciación de cómo podemos contribuir todos y cada uno de los profesionales del sector. Este cambio de cultura implicará un proceso de adaptación a las nuevas necesidades tanto internas como externas. El incremento de actividad asistencial va a desembocar en un cambio de gestión y posiblemente en un nuevo paradigma. ¿Estábamos preparados para una pandemia? ¿O para este incremento tan desmesurado de envejecimiento que vamos a tener? Los Sanidad 2030 debe afrontar un proceso de transformación importante, al igual que sus profesionales, los pacientes y la ciudadanía. La Sanidad debe quedar al margen de los intereses políticos, porque la salud es el bien más preciado del ser humano. Tenemos que empezar desde ahora mismo. Y conseguir entre todos que nuestra Sanidad sea sostenible al 100%, dinámica, flexible y eficiente. Decía Nelson Mandela que “todo es imposible hasta que se hace”. Hagámoslo.