La complicada realidad de las familias monomarentales
El 92% tiene dificultades para llegar a fin de mes

Si bien el tipo de hogar más frecuente en España continúa siendo el formado por una pareja con hijos (33%), seguido de los hogares unipersonales (26,1%) y las parejas sin hijos (20,9%), los hogares monoparentales, que ya representan el 10,4% de las familias en España, son los que más están creciendo: en los últimos cinco años han aumentado un 6,7% Y más del 80% de estos hogares monoparentales tienen a una madre al frente.
Según los datos del informe AROPE (EAPN), este tipo de familias son también las que afrontan un mayor riesgo de pobreza y/o exclusión. El año pasado, ese riesgo alcanzó el 54,6%, la cifra más alta desde 2010 y el doble del dato registrado para el resto de hogares (27,6%). Esto se debe al hecho de que en estas familias el progenitor afronta en solitario las necesidades económicas, educativas y de crianza de los menores a su cargo, y a la escasez de oportunidades laborales con las que se encuentran debido a las mayores dificultades para compatibilizar vida familiar y profesional.
Según la última edición del informe sobre familias monomarentales y empleo de la Fundación Adecco, la inmensa mayoría (92%) tiene dificultades para llegar a fin de mes: el 38% lo hace con mucha dificultad, el 28% con cierta dificultad y el 27% con dificultad. La situación económica es crítica, en muchas ocasiones, y encuentran grandes dificultades para hacer frente a gastos básicos como el pago de suministros (48,8%), la vivienda (42,7%), la educación de sus hijos (34,8%), la alimentación (33,7%) o la ropa (18%).
Estos datos van en la línea de lo presentados por el informe ‘Madre no hay más que una: monoparentalidad, género y pobreza infantil’, elaborado por el Alto Comisionado Contra la Pobreza Infantil en España en 2021, que corrobora cómo gran parte de estos hogares no puede hacer frente a las facturas, poner la calefacción en los meses más fríos, alimentar correctamente a sus hijos o disfrutar de una semana de vacaciones al año. En concreto, el 9,2% de los hogares monomarentales no puede consumir alimentos proteicos cada dos días y al 15% le resulta imposible mantener la casa caliente en invierno.
Trabajar en la economía sumergida, sin cotizar a la Seguridad Social, termina por ser una alternativa realista para muchas de las mujeres desempleadas al frente de una familia monomarental. La imposibilidad para hacer frente a gastos básicos como alquileres, hipotecas o sufragar la educación de sus hijos, así como el reducido salario que muchas veces perciben, les conduce a aceptar trabajos en este marco y en condiciones de absoluta desprotección, debido a la urgencia de ingresos económicos. Así lo atestigua el 72% de las encuestadas.
“Es necesario actuar con diligencia para poner en el mercado a estas trabajadoras en el menor tiempo posible. La economía sumergida es un problema que no solo cuesta millones de euros a nuestro país, sino que agrava la precariedad laboral y trunca las perspectivas de futuro de estas familias, ensanchando la brecha de desigualdad y abocándolas, de forma inevitable, a la pobreza y a la exclusión social. La inspección de trabajo tiene un rol imprescindible y el papel de las agencias de colocación se torna clave: en España casi el 30% de la población trabaja con contrato temporal y solo el 1% está canalizado a través de empresas habilitadas para ello, dejando a un gran número de personas trabajadoras fuera de control y derivando en altas tasas de economía sumergida entre los sectores más vulnerables de la población, como son estos núcleos familiares, señala Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.
Para muchas familias monomarentales, conciliar la vida profesional y familiar es un reto de dimensiones mayúsculas. En numerosas ocasiones, desean tener la posibilidad de dedicar más tiempo y atención a sus hijos e hijas; sin embargo las condiciones económicas, sociales y laborales, así como los insuficientes apoyos públicos y empresariales, no permiten a estas familias compatibilizar sus deberes profesionales y personales de forma adecuada, resultando casi una “misión imposible” hacer frente a sus obligaciones laborales, al tiempo que afrontan prácticamente en solitario las responsabilidades del hogar y de la familia. Ante esta realidad, los núcleos monomarentales deben tomar decisiones que pueden afectar al bienestar de sus hijos e hijas, vulnerando su derecho a un desarrollo adecuado, al descanso y, sobre todo, a pasar tiempo de calidad con los menores.
Quizás por este motivo, y según los resultados de la presente encuesta, la mayoría de las mujeres desempleadas al frente de una familia monomarental se decanta por una jornada a tiempo parcial. De hecho, el 65,7% de las mujeres desempleadas está buscando un trabajo con jornada reducida, para ocuparse de sus hijos por las tardes, mientras que el 30,3% busca una jornada a tiempo completo, pues dispone de apoyos de familiares y/o conocidos para ocuparse de los menores mientras trabaja. Por último, un 4% de las mujeres busca una jornada a tiempo completo, pues aunque no dispone de ayuda para cuidar de sus hijos por las tardes, no puede asumir la merma salarial que implica una reducción de jornada. Este último caso se torna el más preocupante, debido a que los menores pueden quedar desatendidos y desprotegidos mientras sus madres se encuentran trabajando.
Sin embargo, la mayoría de las mujeres en desempleo (91%) no encuentra una jornada laboral que le permita dar respuesta a sus necesidades familiares. A la luz de esta realidad, la gran mayoría de las mujeres (93,3%) está dispuesta a trabajar en empleos de menor cualificación, siempre y cuando estas posiciones le permitan mayor flexibilidad horaria. Según Begoña Bravo, responsable de inclusión de la Fundación Adecco, “las mujeres que lideran familias monomarentales necesitan jornadas laborales compatibles con el cuidado de sus hijos pero no siempre las encuentran y, cuando lo hacen, asumen una reducción salarial que disminuye sus ingresos y, en ocasiones, también sus posibilidades de desarrollo profesional”.
Para las familias monomarentales, disponer de redes de apoyo social de familiares, amigos u otros adultos cercanos, resulta fundamental de cara a recibir ayuda y equilibrar la carga emocional, social, económica o de “respiro familiar” y poder compatibilizar, así, su carrera profesional con el cuidado de sus hijos. Sin embargo, según los datos de la encuesta, en la que han participado 300 mujeres en desempleo con responsabilidades familiares no compartidas, casi la mitad de las mujeres (49,5%) afronta en solitario el cuidado de sus hijos, sin disponer de redes de apoyo para hacerlo, mientras que el 51,5% sí cuenta con la colaboración, de tipo informal, de familiares amigos y/o vecinos.