La Motera vuelve a la carretera
Marta Insausti retoma su vuelta al mundo en moto, truncada hace dos años por la pandemia

En septiembre de 2019, Marta Insausti, empresaria (fue socia y CEO de la desaparecida Escuela Superior de Publicidad), aficionada a las motos, superviviente de cáncer de mama y madre de dos hijos, emprendió la aventura de su vida: dar la vuelta al mundo a lomos de una Royal Enfield. Su objetivo era hacer 37.000 kilómetros a través de veintiún países a lo largo de un año con un fin solidario, recaudar fondos para la Fundación Vicente Ferrer y CRIS contra el Cáncer. En MAS fuimos siguiendo las distintas etapas de su viaje: los primeros días atravesando Europa, sus peripecias en Turquía, Irán o Pakistán, la llegada a la India y su estancia en la Fundación Vicente Ferrer, su paso por Myanmar y sus saltos a Nueva Zelanda y, posteriormente, América.
Tras seis meses de viaje, Insausti estaba en Chile, desde donde planeaba cruzar el continente de norte a sur, cuando la pandemia dio al traste con sus planes. El mundo se paró, las fronteras se cerraron y La Motera –su nombre de guerra para este proyecto— se vio obligada a regresar a casa. Pero Marta Insausti nunca perdió la esperanza de poder hacer algún día la etapa americana de su vuelta al mundo. Ahora, por fin, las circunstancias lo permiten y La Motera parte hoy desde Chile, donde se ha reencontrado con su moto, que allí se quedó. Su idea es subir hasta Centroamérica y Norteamérica y, en algún momento, sea en Estados Unidos o Canadá, atravesar desde la costa del Pacífico a la del Atlántico, para volver a España.
Hacer muchos planes, dadas las circunstancias, sirve de poco. Las rutas que tan cuidadosamente trazó Insausti hace dos años antes del inicio de su viaje quedan ahora al albur del coronavirus. “Voy a Chile porque tengo allí la moto, pero el país tiene cerradas las fronteras con Perú y Bolivia. Las fronteras del sur de Chile con Argentina sí están abiertas, así que voy a bajar la carretera austral, cruzar por allí y subir atravesando Bolivia y Perú. Si puedo continuar por ahí, mi idea inicial es seguir por Ecuador y Colombia”. La Motera se enfrentarán entonces al llamado Tapón del Darién, el área selvática y pantanosa que separa Colombia de Panamá y que funciona como una barrera natural a la comunicación por carretera entre América Central y del Sur. “Veré qué medio encuentro para que me pasen la moto a Panamá y después seguiré por Centroamérica, México y Estados Unidos”.
En estos dos años de pandemia han cambiado muchas cosas. Para empezar, ha cambiado el mundo, pero también los recelos con el que Insausti afronta la segunda parte de su viaje. Si al salir de Madrid temía sobre todo no ser capaz de aguantar físicamente o quedarse con la moto tirada en algún paraje remoto, ahora le preocupa más el aspecto psicológico. “Llevo casi dos años prácticamente confinada, muy inactiva, y yo nunca había sabido lo que era la inactividad. Me da miedo que ahora me resulte más duro alcanzar ese nivel de adrenalina y estrés continuo que te impone el afrontar todos los segundos del día alguna prueba. Pero, por otro lado, estos dos años también me han dado perspectiva para darme cuenta de lo que realmente significa este viaje. Cuando empecé, todo fue un poco a lo loco y no lo dimensionaba. Ahora me doy cuenta de que es algo importante, y creo que eso también me va a hacer ver las cosas de otra manera. No disfrutar más, porque eso ya lo estaba haciendo, pero sí ser más consciente de lo que estoy haciendo”.

Lo que desde luego no ha cambiado el espíritu con el que La Motera afronta esta segunda parte del viaje. Su intención sigue siendo dejarse sorprender por lo que venga, vivir el día a día a tope y observar el mundo, con sus diferencias y similitudes. “Al final te das cuenta de que, aunque las culturas sean diferentes, todos nos parecemos mucho. En lo básico, todos los países y las personas de este planeta buscan lo mismo”, asegura.
Si durante la primera mitad del viaje, sobre todo durante su estancia en la India y en la Fundación Vicente Ferrer, se movieron especialmente las donaciones a esta asociación, ahora La Motera centrará sus esfuerzos en recaudar fondos para otra de las organizaciones con las que colabora, la fundación CRIS contra el cáncer. En los próximos meses pondrá en marcha distintas acciones animando a sus seguidores a reunir 10.000 euros para la Unidad CRIS de Nuevas Terapias Experimentales en el Hospital Clínico San Carlos. “Me hace muchísima ilusión, porque creo que al igual que otras unidades que CRIS ha montado en otros hospitales públicos y que están teniendo unos resultados espectaculares, abrirá vías de investigación verdaderamente esperanzadoras”.
