Diez años de pesadilla en Siria
El país lleva una década inmerso en una guerra que ha provocado cientos de miles de muertos y ha desplazado a más de la mitad de su población

Hoy se cumplen diez años desde el inicio del conflicto armado en Siria, una década de intensos combates que ha arrasado el país y ha dejado a la población en una situación límite. “Después de una década de conflicto, en el contexto de la pandemia del coronavirus y en medio del surgimiento constante de nuevas crisis, Siria ha salido de las primeras planas. Sin embargo, la situación sigue siendo una pesadilla viva”, aseguró el miércoles António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, en una comparecencia ante la prensa. “Su población ha padecido algunos de los peores crímenes que el mundo ha visto en este siglo. La escala de las atrocidades sacude la conciencia”.
La cifra de fallecidos varía según la fuente, pero el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos ha documentado la muerte de 388.000 personas, entre ellas más de 117.000 civiles y 22.000 niños. Estos datos no incluyen a las más de 205.000 personas que cuentan como desaparecidas y presumiblemente también han fallecido. El Observatorio indica que la cifra de fallecidos podría, por tanto, ser mucho mayor (estima que cercana a las 600.000 personas) por el secretismo impuesto por las distintas partes en conflicto y la dificultad que existe para acceder a algunas regiones del país. Además, más de 2,1 millones de civiles han resultado heridos o con alguna discapacidad a causa de los combates.
El conflicto también ha empujado fuera de sus hogares a más de la mitad de la población siria. Acnur calcula que 6,7 millones son desplazados internos y 5,6 millones se han refugiado en naciones vecinas como Turquía, Jordania, Líbano, Jordania, Irak y Egipto, que son, por este orden, los países con más refugiados registrados. Casi la mitad de ellos llevan más de cinco años en esa situación y se calcula que un millón de niños sirios han nacido en el exilio. La agencia de la ONU alerta de que estamos ante la mayor crisis de refugiados a nivel mundial de los últimos veinticinco años.
Naciones Unidas estima también que hasta el 60% de los sirios podría padecer hambre este año. La organización indica que 13,4 millones de sirios necesitan ayuda humanitaria, el doble que en 2011. La situación es especialmente grave en el caso de los niños, muchos de los cuales han perdido uno o ambos progenitores. Casi el 90% de los menores sirios necesitan, según Unicef, ayuda humanitaria.
En este contexto, la COVID-19 solo podía agravar la situación. El país se enfrenta a la pandemia con un sistema de salud pública ya debilitado y una infraestructura destruida. Más de la mitad de los profesionales sanitarios han abandonado el país y solo funcionan el 58% de los hospitales y el 53% de los centros sanitarios de Siria. En 2020 las condiciones de vida se han deteriorado todavía más por la pandemia y una crisis económica que ha provocado un aumento de los precios, incluso de los productos más básicos.
Pese a todo el horror que ya ha dejado, el conflicto no tiene visos de resolverse a corto plazo y la comunidad internacional, con la excepción de algunas organizaciones de ayuda que operan sobre el terreno, sigue demostrando su inoperancia para intervenir en la situación. “Está claro que si una guerra dura diez años, el sistema de gobernanza de la seguridad internacional que tenemos no es efectivo”, admitió Guterres durante su intervención para valorar la situación en Siria de la semana pasada, “y esto es algo que debería ser motivo de reflexión para todos los involucrados”.