La épica historia de Isabel Zendal, la enfermera gallega que ayudó a salvar millones de vidas
Zendal participó en la Expedición Filantrópica contra la viruela, un hito en la historia de la medicina

Su nombre suena últimamente mucho en los medios porque ha sido elegido para bautizar el nuevo (y polémico) hospital de pandemias de la Comunidad de Madrid, pero pocos saben el motivo. Pese a tener todos los ingredientes para poder hacer con ella una buena película (de hecho, TVE hizo un telefilme hace unos años), la historia de Isabel Zendal sigue siendo bastante desconocida, Y, sin embargo, fue una figura clave de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, la misión española que en el siglo XIX ayudó a controlar la expansión de la viruela en el mundo, considerada como la primera expedición sanitaria internacional de la historia.
Los visitantes y residentes de La Coruña tendrán ahora la ocasión de conocer su aventura algo mejor, porque GuruWalk, la mayor plataforma de free tours del mundo, prepara una ruta sobre ella en la ciudad. También han aprovechado la ocasión para ‘resucitar’ a Isabel Zendal en un vídeo en el que ella misma cuenta su historia. Quien en realidad da vida a Zendal en el vídeo es Clara Estrems, la responsable de comunicación de GuruWalk, que explica que el origen del proyecto tiene que ver con su misión de difusión de la cultura. “Creemos que el conocimiento de otras culturas, historias y realidades nos enriquece y nos hace mejores como personas”. Investigando sobre la vacunación y las inmunizaciones masivas que han tenido lugar a lo largo de la historia con el objetivo de desmontar los muchos bulos que circulaban por la red con respecto a las vacunas de la COVID-19, se encontraron con la historia de la Expedición Filantrópica contra la viruela, “la única enfermedad que ha conseguido desaparecer por completo de la faz de la tierra gracias a la vacunación”, recuerda Estrems. Su erradicación llegaría mucho después, por aquel entonces la viruela causaba estragos en todo el mundo. Se estima que, solo en Europa y solo en el siglo XVIII, acabó con la vida de 60 millones de personas.
Isabel Zendal nació en 1771 en Santa Marina de Parada, una parroquia del municipio de Órdenes, en La Coruña, en el seno de una familia muy pobre. Cuando tenía trece años, su madre falleció de viruela. Con veinte empezó a trabajar en el Hospital de la Caridad de La Coruña, donde llegó a ser rectora. Poco después nacía su hijo Benito, al que crio como madre soltera. Recién inaugurado el siglo XIX comenzó a trabajar como rectora de la Inclusa y tres años después, el 30 de noviembre de 1803 zarpó, junto a otras 36 personas desde el puerto de La Coruña en la expedición que llevaría la vacuna de la viruela a los territorios españoles de ultramar, una misión dirigida por el doctor Francisco Javier Balmis y financiada por el rey Carlos IV, que también había perdido a una hija a causa de esta enfermedad. “La vacuna de la viruela había sido descubierta por el británico Edward Jenner, pero una vacuna no sirve de nada si no se inmuniza con ella al mayor número de personas posibles”, apunta Clara Estrems. Es lo que se conoce como inmunidad de rebaño, un concepto que ahora suena mucho: las personas vacunadas protegen a los que por motivos de salud no pueden vacunarse e impiden que la enfermedad siga propagándose. Eso fue lo que hizo la Expedición Filantrópica durante una década, llevar la vacuna de la viruela a medio mundo, distribuyendo, además, copias de manuales para la vacunación y creando juntas locales para regular el proceso.
La misión de Isabel Zendal Gómez era cuidar “el tesoro más valioso de la expedición”, los 22 niños huérfanos, entre ellos también su hijo, que portaron la vacuna en sus propios cuerpos para que pudiera llegar en condiciones a América. Por ello Zendal está reconocida por la OMS como primera enfermera en misión internacional de la historia. “Una gesta tan importante no podía permanecer en el olvido. Ella merece ser mucho más que un nombre detrás de un hospital. Es un referente, una mujer que dio lo mejor de sí misma hasta casi perder la salud por salvar la vida de los demás”.
La travesía fue durísima. “Es curioso pensar cómo un viaje tan épico ha podido estar tanto tiempo oculto en el cajón del olvido”, reflexiona Estrems. “Pasaron muchas penurias. Salvany, otro de los médicos de la expedición, murió tras haber recorrido casi 20.000 kilómetros habiendo perdido la visión de un ojo, con una grave lesión en la mano y muy enfermo. Pero aun así siguió vacunando hasta prácticamente su muerte en Bolivia. En aquellos tiempos las comunicaciones eran lentas, los caminos tortuosos y, salvo las misivas para anunciar su muerte y su partida de defunción, ha sido difícil encontrar mucha más información al respecto”.
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Política de cookiesVer en youtube.comNi Isabel Zendal ni su hijo regresaron nunca a España. Una vez finalizado el viaje, permanecieron en México. Curiosamente allí era mucho más conocida que en España, pero con los cambios de apellido (hay registradas hasta 35 versiones de su nombre, entre ellas Isabel Zendalla, Isabel Sendalla e Isabel Gandalla), se perdió su pista. No fue la única. “Muchas de las notas que Balmis tomó durante la expedición se perdieron. Él sí regresó a España, pero al resto de sus compañeros se les fue perdiendo la pista con el tiempo. Los territorios de ultramar comenzaron a quedar lejos, empezaron las revueltas por la independencia de las colonias y eso facilitó que esta historia se fuera diluyendo”. El tiempo y la distancia acabaron borrando gran parte del rastro de la misión.
El viernes que viene, el 5 de marzo, se estrenará el free tour que recuerda su historia en La Coruña, una buena oportunidad, según Clara Estrems, “para aprender y conocer, pero también para reflexionar sobre todo lo bueno que es capaz de hacer el ser humano por los demás. Recorrerá los puntos más importantes de la ciudad relacionados con este increíble viaje, como la Plaza de María Pita, el monumento a Isabel Zendal y el Balcón Balmis, desde el que se ve el mar y ese puerto que no volverían a ver jamás. Allí se encuentra el monumento dedicado a las valientes criaturas, el más pequeño de los cuales contaba con apenas tres años, que portaron en su cuerpo la vacuna, los verdaderos protagonistas de la primera campaña mundial de vacunación”.