Las adolescentes que se han unido para salvar la asignatura de griego
Doce compañeras de un instituto de Sevilla y su profesora se han movilizado con este fin
Un grupo alumnas de 2º de Bachillerato del instituto Néstor Almendros de Tomares, en Sevilla, han puesto en marcha una petición en Change.org para salvar el Griego, una materia que ellas estudian y adoran, pero que, se temen, va a desaparecer de su centro. En la actualidad, el Griego es una optativa que se ofrece en 1º y 2º a los estudiantes del Bachillerato de Humanidades. Eso implica que si en 1º no hay un mínimo de quince alumnos que quieran hacerla, la asignatura no se imparte.
La iniciativa ha partido directamente de las chicas, aunque fue un comentario que hizo en clase la profesora que imparte esta materia en el centro, Encarna Yáñez, lo que encendió la mecha. “Les conté que había caído en la cuenta de que como este año no había salido Griego en 1º y yo ya tengo 58 años y me queda poco para jubilarme, probablemente ellas iban a ser la última promoción de Griego en el instituto”. “Es algo que como alumnas de Humanidades a las que nos gustan las lenguas clásicas nos dio mucha pena, y decidimos hacer algo”, explica una de esas alumnas, Sara Romero, que fue quien finalmente se encargó de redactar la petición. Como sus once compañeras de clase, Sara tiene 17 años y este año puede estudiar Griego porque el año pasado sí consiguieron llegar a la cifra mágica de quince alumnos, y si los alumnos ya han cursado una materia en 1º tienen derecho, aunque sean menos, a continuar con ella. Por lo tanto, no protestan por ellas mismas, que ya estudian lo que les gusta, sino para que los compañeros que vienen detrás tengan también la posibilidad de hacerlo.
En su petición, las jóvenes recogen algunas de las razones, muy bien argumentadas, que demuestran la importancia del Griego, que no es solo la lengua madre de la nuestra, el castellano, y una muy buena base para estudiar otros idiomas como el inglés o el francés, sino que en Grecia está también el origen de nuestro sistema político y nuestra cultura mediterránea. Aún hoy, sus mitos están en todas partes: en la literatura, el cine, la pintura, la publicidad, la psicología, la filosofía, etcétera. Y, sin embargo, como el resto de materias de la rama de letras va quedando cada vez más relegada. “Es muy difícil que coger una asignatura así, sin promoción y con ese estigma que tiene de no servir para nada”, reconoce Sara Romero. En su caso llegó a ella a través de Cultura Clásica, una asignatura que hizo en 4º de la ESO –huyendo un poco del francés, admite— con la misma profesora. “Siempre me había interesado la mitología, pero no sabía hasta qué punto me iba a gustar la asignatura cuando la cogí. De hecho, ahora quiero estudiar Filología Clásica”.
“La presión social es brutal”, coincide Encarna Yáñez. “Como profesora veo a gente que es de letras, porque eso se nota, meterse en un bachillerato que no es el suyo. Pero es muy difícil ir contracorriente, y más para chicos y chicas de 15 ó 16 años. Los padres son los que dicen lo que tienen que hacer y a ellos solo les preocupa lo que tiene más salidas. Pero ¿qué va a tener mejor salida que escoger lo que te gusta y se te da bien?”, se pregunta. Ella misma sintió en su momento esa presión. “Yo fui la primera generación de mi familia en estudiar una carrera universitaria, y mi padre se disgustó porque quería que hiciese Derecho. Yo le dijo que no podía dedicarme el resto de mi vida a una cosa que no me gustaba, y al final lo entendió, pero le costó”. Más allá de la influencia familiar, a su juicio, el sistema actual tampoco fomenta en absoluto estas materias, más bien lo contrario. “Todas las leyes educativas que hemos tenido, y yo he vivido siete incluida esta última, la Ley Celaá, han ido menoscabando las Humanidades. No hablo solo del Griego y el Latín, sino también de la Filosofía, la Ética, etcétera. Parece que el único criterio que importa es el utilitarista”.
Su reivindicación ha llamado la atención de medios de comunicación, y escritoras como Irene Vallejo, Rosa Montero o Almudena Grandes han apoyado la petición, que ya roza las 6.500 firmas. Esta repercusión anima a la profesora a pensar que no todo está perdido y que los estudios a que ha dedicado gran parte de su vida todavía tienen futuro. “Creo que puede servir para algo, para que la gente se dé cuenta de que todavía estamos a tiempo de salvar las Humanidades o para demostrar que estas generaciones que vienen pueden cambiar las cosas. Yo no pierdo la esperanza”.