El Papa autoriza que las mujeres puedan dar la comunión y leer en misa
Pero sigue descartada, al menos de momento, su ordenación como sacerdotes

Mediante un motu proprio (documento pontificio), el Papa Francisco ha decretado de que las mujeres puedan realizar el lectorado (leer en misa) y el acolitado (ayudar al sacerdote y diácono en el altar y distribuir la comunión, entre otras funciones). El Pontífice rectifica así un documento promulgado en 1972 por Pablo VI que otorgaba a los hombres en exclusiva esas dos potestades.
Aunque cualquier avance puede ser considerado positivo, la medida no supone un cambio sustancial en la situación de las mujeres en la Iglesia católica, porque en realidad ya venían realizando estas tareas desde hace décadas en muchos países, aunque ahora lo harán de manera regulada. La principal diferencia será que a partir de ahora los obispos conservadores no podrán impedir que las mujeres de sus diócesis tengan esos roles, aunque ellas seguirán sin poder ejercer el sacerdocio o cargos eclesiásticos. Para que no queden dudas al respecto, el Vaticano ha recalcado que los roles ahora autorizados son “esencialmente distintos” del sacerdocio.
En el Sínodo de la Amazonía, reunido en el Vaticano a finales de 2019, se abordaron, entre otras cuestiones, el papel de la mujer en la Iglesia católica y la posibilidad de la ordenar a hombres casados escasez de sacerdotes capaces de servir a poblaciones rurales remotas de esta región. Durante los debates se planteó la posibilidad de permitir también el diaconado femenino (el primer nivel sacerdotal, que permite celebrar bautismos y matrimonios). Los obispos aprobaron por amplia mayoría (128 a favor y 41 en contra) que los hombres casados que son diáconos permanentes pudieran ser ordenados sacerdotes en la región amazónica en casos de necesidad y “con condiciones”, aunque después el Papa desaprobó ese punto del texto. Sobre la posibilidad de ordenar a mujeres como diáconos, este solo indicaba que se seguiría estudiando la opción.
Más allá del sacerdocio, aún son muy pocas las mujeres con puestos de responsabilidad en la Iglesia católica, aunque Francisco se ha comprometido públicamente a aumentar esa cifra. Hace ahora un año nombró a Francesca Di Giovanni subsecretaria de relaciones con los estados, el cargo más alcanzado hasta el momento por una mujer en la estructura de la Santa Sede. Unos meses antes habían dimitido en bloque la directora del suplemento femenino de L'Obsservatore Romano y todo su equipo por, denunciaron, el intento de "silenciar una iniciativa útil" y la vuelta al clericalismo y a la cultura de las "mujeres obedientes".