La nueva mujer fuerte del Vaticano
Francesca Di Giovanni será la primera mujer en ocupar un puesto de responsabilidad en la diplomacia vaticana

El Papa Francisco ha nombrado a Francesca Di Giovanni subsecretaria de la sección para las Relaciones con los Estados, el cargo más alto alcanzado hasta ahora por una mujer en la estructura de la Santa Sede.
Di Giovanni, que trabaja desde hace casi veintisiete años en la Secretaría de Estado del Vaticano, nació en Palermo en 1953 y es licenciada en Derecho. Durante su carrera ha trabajado fundamentalmente en el ámbito multilateral, especialmente en las áreas de migrantes y refugiados, derecho internacional humanitario, comunicaciones, derecho internacional privado, mujer, propiedad intelectual y turismo. Con su nombramiento, la sección de Relaciones con los Estados del Vaticano pasa a tener dos subsecretarios: monseñor Miroslaw Wachowski, que se ocupará principalmente del área de la diplomacia bilateral, y Di Giovanni, que se en encargará del sector multilateral.
Francesca Di Giovanni será la primera mujer en ocupar un puesto directivo en la Secretaría de Estado del Vaticano. “El Santo Padre ha tomado una decisión innovadora, ciertamente, que, más allá de mi persona, representa un signo de atención hacia las mujeres”, asegura, en una entrevista publicada por Vatican News y L'Osservatore Romano.
A pesar de la promesa del Papa de aumentar el número de mujeres en puestos de responsabilidad en la curia romana, lo cierto es que estas todavía se pueden contar los dedos de las manos. Las más destacadas son Barbara Jatta, directora de los Museos Vaticanos; Mariella Enoc, presidenta del Hospital Pediátrico Niño Jesús, y Cristiane Murray, que el pasado verano sustituyó a la española Paloma García Ovejero como directora adjunta de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
La dimisión en marzo de Lucetta Scaraffia, directora del suplemento mensual femenino de L'Osservatore Romano, y de todo su equipo, por, según denunciaron, el intento de “silenciar una iniciativa útil”, la vuelta al clericalismo y a la cultura de las “mujeres obedientes”, también puso en entredicho esa supuesta apertura de la Iglesia hacia las mujeres. Precisamente en el último número de ese suplemento se denuncia que entre las cerca de 950 féminas que trabajan en el Vaticano hay pocas en altos cargos. “Como en muchas sociedades, incluso en el Vaticano las mujeres son vistas a veces, por los hombres, pero también por otras mujeres, como personas de menor valor intelectual y profesional, siempre disponibles para el servicio, siempre dóciles a los altos mandos. Por lo tanto, es urgente promover la autoestima y mejorar la presencia femenina también en el Vaticano”, decía un artículo firmado por nueve mujeres de la Asociación de Mujeres en el Vaticano.