El ensayo escrito por la cantante Duffy sobre su secuestro expone el estigma que persigue a las víctimas de violación
Es también una historia de superación

A finales de febrero, Duffy publicó en su cuenta de Instagram un mensaje en el que revelaba que hace años fue drogada, secuestrada y violada durante varios días por una persona a la que no identificó. Ese, explicó, fue el motivo que la llevó a alejarse de los escenarios y de la vida pública. Al final, la cantante galesa anunciaba que ahora se sentía preparada para hablar sobre el tema y que en las siguientes semanas concedería una entrevista para hacerlo, aunque finalmente ha preferido contar ella misma su historia en un estremecedor ensayo que ha publicado en internet.
En el texto, titulado ‘La quinta casa’, Duffy relata que fue drogada en un restaurante en uno de sus cumpleaños, que después fue drogada durante cuatro semanas más en su casa (por lo tanto, no recuerda claramente lo que pasó en ese periodo de tiempo) y que finalmente fue trasladada en un avión a otro país, donde su agresor la violó en un hotel, de lo que sí fue consciente, antes de llevarla días después de vuelta a casa.
En realidad, el relato del abuso ocupa apenas veinte líneas del largo ensayo escrito por Duffy. La cantante dedica su mayor parte a explicar cómo esa experiencia ha marcado la última década de su vida. En el momento de los hechos no los denunció por miedo a que el hombre que la había violado la matara, aunque después sí se lo contó a dos policías a raíz de otros dos incidentes también terribles. Primero, cuando alguien trató de chantajearla amenazando con sacar a la luz la historia y, la segunda vez, cuando tres hombres intentaron allanar su casa. “La identidad del violador solo debe ser manejada por la policía, es algo entre ellos y yo”, dice. Duffy explica que no solo no denunció, sino que no contó nada a nadie hasta que meses después acudió a una psicológica especializada en traumas y violencia sexual. “Sin ella puede que no hubiera sobrevivido”, asegura. Hasta entonces se aisló sin ver a nadie durante semanas. También después mantuvo las distancias con su entorno y la industria, mudándose constantemente por miedo (asegura que cambió de casa cinco veces en los tres años posteriores al secuestro y la violación). “No me avergüenza decir que pasé casi diez años completamente sola y todavía me abrasa el corazón escribir sobre ello. Me debo a mí misma decirlo, me siento obligada a explicar lo difícil que fue la recuperación. Espero que te haga sentirte menos avergonzado si te sientes solo”.
Duffy se explaya también sobre los motivos que le han impedido hablar antes. Durante muchos años, asegura, hacerlo le parecía algo “aterrador”. Por varias razones, entre otras, el miedo a que esa experiencia acabara marcando toda su vida y le impidiera tener el día de mañana una pareja y formar una familia. “Me angustiaba pensar que revelar mi historia obstaculizaría mi futura vida romántica. No es exactamente el anuncio que quería hacer antes de conocer al amor de mi vida”, escribe.
También se alejó de la música por temor a tener que enfrentarse a las preguntas tipo ‘qué te pasó’ o ‘dónde has estado estos años’. “No podía imaginarme fabricando alguna historia, como que había estado navegando por el mundo, hubiera tenido que mentir y no podía hacerlo. Así que entre el miedo a no poder soportar emocionalmente el hablar, el no ser capaz de mentir y el temor a heredar un estigma que podría afectar a mi futura vida personal, decidí no hablar en absoluto, seguir desaparecida y soñar con reinventarme”, escribe. “Pensé que la divulgación pública de mi historia destruiría por completo mi vida, y mientras ocultarla me estaba destruyendo mucho más”.
“Gente que conozco me ha advertido que no contara lo que voy a contar. Algunos han aludido a que acabaría con cualquier oportunidad de volver a hacer música, algunos me han dicho que el público me despreciaría, otros que me llamarían egoísta porque el violador está todavía en libertad”. Pese a todo, finalmente se ha decidido a hablar. “He cogido mi libertad personal por encima de las de piedras que me puedan arrojar. Si destruyo mi futuro, lo hago por honrar mi pasado. La violación me despojó de mis derechos humanos, del derecho a experimentar una vida sin miedo. Ya me ha robado un tercio de mi vida”. Pero el catalizador, lo que finalmente hizo que se decidiera a dar el paso y dar la cara, fue un comentario en principio anecdótico, pero que a ella le marco profundamente. “Un hombre al que había conocido y que realmente me gustaba como amigo me dijo: ‘la mayoría de los hombres correrían a un kilómetro de distancia si supieran que te han violado”. Me desmoroné. Me sentí muy dolida durante días, reflexioné mucho y una noche, como en un epifanía, me di cuenta de que el que supiera mi verdad no me hace menos digna de ser amada”.
“Nunca supe si llegaría al lugar para ser capaz de hacer esto, estoy agradecida de haberlo conseguido. No todos tienen el privilegio de poder hablar como lo estoy haciendo hoy, historias mucho más atroces y dolorosas, más inhumanas que la mía, son silenciadas todos los días”, asegura. “No estoy orgullosa de mi historia, lamento no haber recibido otras cartas, pero sucedió y he llegado a un acuerdo con ella”, escribe Duffy, que concluye explicando que pese a lo liberador que le ha resultado hablar sobre esta experiencia, en el futuro no lo hará más. “Ahora puedo dejar esta década atrás. A donde el pasado pertenece. Con suerte no habrá más preguntas de ‘qué le pasó a Duffy’. Ahora lo sabéis…y yo soy libre”.