Desde hace tres años, Samsung entrega en los Premios Mujeres a Seguir un galardón especial que reconoce la labor de una mujer al frente de un proyecto innovador que a través de la tecnología esté contribuyendo a hacer del mundo un lugar mejor. La ganadora de ese Premio MAS SMARTgirl by Samsung este año ha sido Arancha Martínez, fundadora de ItWillBe. org, una organización que trabaja para erradicar la desigualdad desde el convencimiento de que la innovación y la tecnología pueden maximizar el impacto de los proyectos.
Tras trabajar en marketing estratégico y finanzas en empresas como L’Oréal, Estée Lauder o Merrill Lynch en París y Dublín, Martínez lo dejó todo hace una década para crear esta oenegé. Ese giro en su vida se produjo a raíz de un viaje a la India. Allí se fue en 2008 a trabajar como voluntaria durante, en principio, unos meses. ¿Lo que se encontró allí? “Retos casi imposibles, lo que ahora llaman moonshots, y algunas decenas de oenegés tratando de abordarlos de manera bastante tradicional, cada uno como buenamente podía, con escasez de recursos y sin estrategias demasiado claras o, al menos, no como sector”, explica. “Cada una dentro de su parcela hacía cosas muy interesantes y con algunos resultados, pero al volver a mirar a los problemas en su conjunto (desnutrición, trabajo infantil, trata, etcétera), me frustraba, porque me parecía imposible que se pudieran resolver tal y como se estaban abordando. Acostumbrada a un sector en el que las fusiones y adquisiciones están a la orden del día, donde se invierte constantemente en innovación tecnológica para mejorar la experiencia del cliente, donde se optimiza al máximo cada euro, era muy frustrante para mi ver cómo el sector que se enfrenta a los retos más importantes y que tiene al cliente más vulnerable tiene tantísima escasez de recursos, no se le permite innovar y sigue trabajando con herramientas muy precarias en un mundo en el que estamos rodeados de tecnología”.
Así que decidió quedarse y cambiar las cosas. Ese fue el origen de Itwillbe. org, una organización que por sus planteamientos recuerda bastante a una startup. Su fundadora defiende que para hacer frente a los importantes retos sociales que tenemos por delante será imprescindible contar con talento, profesionales capaces de innovar y de replicar tecnologías que han revolucionado otros ámbitos. “Todos hemos visto los avances en otros sectores como la ciencia o la banca gracias a la tecnología. Sería absurdo pensar que el sector social no avanzaría si se invirtiera en innovación. La biometría puede ayudar a solucionar el reto del registro, porque casi mil millones de personas vulnerables viven sin un documento de identidad, totalmente fuera de los sistemas sociales, sin acceso a absolutamente nada. El blockchain puede dotar de transparencia al sector, mejorar los procesos y reducir gastos de auditoría. El big data y la inteligencia artificial pueden ayudar a tomar mejores decisiones en políticas sociales, y así podríamos seguir y seguir. El problema es que al carecer de ánimo de lucro, no atraemos inversión, ni tradicional, ni social. Y la solidaridad de particulares o empresas a través de RSC o de sus fundaciones prefiere proyectos finalistas, con un impacto tangible y que se vea hoy (ropa, libros, alimentos, ladrillos). Desde luego, no se asumen riesgos cuando se trata de solidaridad. Y así es difícil pensar a lo grande”.
Pese a todas las dificultades, la organización desarrolla multitud de proyectos, sobre todo, en la India. El que más repercusión ha tenido es People’s Protection App, una aplicación que permite identificar a una persona mediante datos biométricos (patrones fáciles, huellas dactilares y huella palmar). Su objetivo es registrar a personas que no suelen estarlo por otros medios, como menores no acompañados, refugiados, colectivos vulnerables, etcétera. Ellos lo empezaron a usar en 2016 para atender a los niños de la calle en India, menores de entre 5 y 17 años que, al carecer de documentación que acredite su identidad, quedan fuera de las redes de asistencia sanitaria y educativa. Se calcula que hay nada menos que 10 millones solo en ese país, y entre 100 y 150 millones a nivel mundial. “El proyecto nació cuando colaborando con ChildMISS, una red de más de ochenta centros que trabajan coordinados por todo el país para identificar a menores en las calles antes de que lo hagan las mafias, nos dimos cuenta de que sin un documento de identidad o un registro fiable, la base de datos era un caos. Los niños son vulnerables y mienten o desconocen sus datos, y era imposible una gestión eficiente. Se nos ocurrió introducir biometría para solucionar el problema de duplicidades y tener datos de calidad para tomar luego mejores decisiones. Y cuando buscamos en el mercado un producto, nos dimos cuenta de que no existían soluciones fiables para menores, portables (necesitamos trabajar en la calle) y asequibles para oenegés. Por eso probablemente tampoco había organizaciones utilizando biometría más allá de unos pilotos puntuales de ACNUR o UNICEF en campos de refugiados”. E n vista de ello, decidieron lanzarse a crear ellos mismos una aplicación que diera solución al problema de registro, permitiera gestionar los datos de manera segura (otro reto en el sector) y que, quizá en algún momento, pueda también facilitar que las organizaciones operen juntas, “algo aún casi inimaginable”, reconoce Martínez, “pero que generaría grandes eficiencias, por ejemplo, en emergencias en las que varias oenegés trabajan al mismo tiempo con los mismos colectivos”.
Además, ItWillBe ha puesto esa tecnología a disposición de otras oenegés. “Ya estamos en India y Senegal con varias, tenemos un proyecto con otra entidad en Sierra Leona, que arrancará en enero si todo va bien, y ya estamos en conversaciones con Naciones Unidas para ver cómo PPa puede contribuir a su trabajo. El proceso está siendo muy lento, agotador. Pero seguiremos intentando sacar adelante el proyecto porque es muy necesario. Mil millones son muchas personas”.
Esta entrevista se publicó primero en la última edición de nuestra revista en papel.