‘El mundo necesita ciencia y la ciencia necesita a las mujeres’ es el lema del programa L’Oréal-Unesco For Women in Science, que desde hace casi dos décadas reconoce a investigadoras menores de 40 años que lideren proyectos que destaquen por su carácter innovador, su impacto y su contribución científica. El objetivo es promover la visibilidad de las mujeres en la ciencia, apoyar su trabajo y fomentar vocaciones entre las más jóvenes.
Una de las ganadoras de este año es Cristina Romera, del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC en Barcelona, que estudia las formas de degradación del plástico marino. En concreto, Romera analiza las condiciones medioambientales que favorecen la migración de compuestos orgánicos de los microplásticos vertidos al mar para conocer sus efectos en los microorganismos marinos y descubrir qué bacterias degradan el carbono liberado por el plástico. Cada año entran en el océano hasta 13 millones de toneladas métricas de plástico, un material que suele contener aditivos para mejorar las propiedades requeridas para su uso y hacerlo más resistente a la degradación. El problema es que, cuando este plástico entra en contacto con el agua, estos aditivos pueden pasar al mar. “Hemos estimado que cada año se liberan al mar hasta 23.600 toneladas de carbono orgánico en forma de diversos compuestos que es consumido por las bacterias marinas haciendo que estas se reproduzcan más rápido”, explicaba el año pasado en un artículo de Nature Communications. Además, al estar conectada con el CO2 de la atmósfera, la reserva de carbono orgánico disuelto (DOC) en el océano tiene un papel relevante en el clima de la Tierra. Si todo ese DOC del océano se oxidara, la cantidad de CO2 en la atmósfera se duplicaría, con la consecuente subida de temperatura del planeta. La investigación de Cristina ha contribuido a saber más de esa reserva de carbono.

Marta Melé, del Centro de Supercomputación de Barcelona, es otra de las premiadas en esta edición. Melé estudia las variaciones genéticas entre los individuos y sus implicaciones para determinadas enfermedades como, por ejemplo, el cáncer de mama. Su trabajo se centra en las regiones del genoma llamadas no codificantes, que son las que regulan la actividad de los genes y son difíciles de estudiar, porque no se sabe exactamente cómo funcionan. Lo que sí se sabe es que determinan la probabilidad de que una persona desarrolle cáncer. Este proyecto propone usar la tecnología para estudiar miles de regiones no codificantes simultáneamente e integrarlo computacionalmente con los millares de datasets de cáncer disponibles. Gracias a su trabajo se podrá entender por qué algunas personas tienen más riesgo de padecer cáncer de mama que otras y qué genes son responsables de ello.

Por su parte, el proyecto de Patricia Fernández Calvo en el Centro de Biotecnología y Genómica de Plantas de la Universidad Politécnica de Madrid pretende identificar los azúcares vegetales que activan las defensas de las plantas, las protegen frente a ciertas enfermedades y que podrían usarse como remedios naturales para combatir los efectos devastadores de las plagas en los cultivos. “Mi investigación puede contribuir al desarrollo de plantas más resistentes a enfermedades y, por lo tanto, una agricultura más productiva pero también más respetuosa con el medio ambiente”, señala.

Otra de las científicas destacadas este año es Sara Cogliati, del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), por su estudio de las características clínicas específicas del género en las enfermedades cardiovasculares, una investigación clave para poder curar de forma eficaz la insuficiencia cardíaca en las mujeres, ya que los tratamientos contra esta enfermedad están más estudiados en hombres. “En el caso de las enfermedades cardiovasculares los síntomas son distintos en hombres y mujeres. A veces no son reconocidos por los médicos, por lo tanto muchas mujeres llegan después al tratamiento”, explica. Entre sus logros destaca el descubrimiento de los mecanismos que regulan la organización de la cadena respiratoria mitocondrial, cuyos resultados han sido publicados en la revista Nature.

Por último, Verónica Torrano, del departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad del País Vasco, ha sido reconocida por su empeño por descifrar las vías de comunicación que gobiernan la progresión tumoral del cáncer de próstata. En su opinión, conocer los componentes celulares de los tumores más agresivos puede ayudar al diseño de tratamientos más efectivos que mejoren la calidad de vida de los pacientes. “Se trata de un campo de investigación donde hay multitud de preguntas abiertas y una necesidad imperiosa de contestarlas. Muchos pacientes desgraciadamente no tienen alternativas”, indica.

Con ellas ya son 67 las científicas premiadas por el programa L’Oréal-Unesco For Women in Science desde su llegada a España. En total las investigadoras han recibido 1,1 millones de euros de la compañía para continuar con sus investigaciones.