¿Por qué nos sigue condicionando la regla de la tercera cita?
A estas alturas, todavía nos preocupa lo que pensarán de nosotros si tardamos más o menos en pasar al sexo (y no les pasa solo a las mujeres)
Digamos, para dejar las cosas claras desde el principio, que la regla de la tercera cita, esa máxima no escrita pero afianzada por la cultura popular que recomienda esperar hasta el tercer encuentro para intimar con alguien, parece una soberana tontería. El sentido común nos dice que si una no se siente lo suficientemente cómoda como para tener sexo en la tercera cita, no debería hacerlo, y si, por el contrario, decide acostarse con alguien el primer día, tampoco debería sentirse mal por ello. Pero a veces, claro está, el sentido común no es precisamente lo que impera.
“Me llama la atención que la discusión sobre si el sexo en la primera cita es bueno o malo siga encima de la mesa. En qué momento tener sexo no debería ser objeto de debate, demuestra lo poco naturalizado que está todavía”, indica Miriam Conde, psicóloga y sexóloga. Conde trabaja en la formación sexual y afectiva de distintos grupos, especialmente, grupos de jóvenes, y a partir de su experiencia ha podido constatar que, por mucho que crean haberse liberado de estereotipos y afirmen sentirse más libres respecto a su sexualidad que generaciones anteriores, también entre ellos está bastante extendida la idea de que hay un momento a partir del cual el sexo es aceptable.
También las estadísticas parecen indicar que la regla de la tercera cita no es solo un mito. La semana pasada la marca de preservativos Control publicaba los resultados de la encuesta Los jóvenes españoles y el sexo, en la que, entre otras cosas, se les preguntaba por cuándo empezaban a tener relaciones sexuales al conocer a alguien. La respuesta es que la mayoría (42%) tiene sexo en la segunda o la tercera cita. Solo el 16% lo hace el primer día y solo el 17% espera hasta la cuarta o la quinta.
Por soprendente que resulte, todavía a estas alturas nos preocupa la imagen que podamos proyectar en función de si tardamos más o menos tiempo en meternos en la cama con alguien. “Las chicas sobre todo siguen teniendo miedo de ser tachadas de ‘fáciles’ o ‘frescas’ si lo hacen demasiado pronto o de ‘estrechas’ si esperan un poco más”, asegura Conde. Aunque por lo general el foco se ponga en las mujeres, la experta advierte de que también que ellos sufren esa presión, aunque, en su caso, de manera distinta. “Se presupone que un hombre siempre quiere, da igual que se trate de la primera o de la décima cita, y si por lo que sea no quiere, es que algo pasa”.
Otro de los mitos que rodean al sexo en la primera cita es que si una relación empieza por ahí, en ella nunca habrá cabida para nada más. Todos conocemos ejemplos que demuestran que eso no es cierto. De hecho, una encuesta publicada el año pasado por IllicitEncounters.com, el principal sitio de citas para gente casada del Reino Unido, indicaba que un polvo de una noche había conducido a una relación larga en el caso del 36% de las mujeres encuestadas y del 34% de los hombres. Claro que también señalaba que todavía hay un 17% de mujeres y un 11% de varones que tendrían peor opinion de una pareja que accediese a tener sexo en la primera cita.
Sea como fuere, el miedo a que el sexo dificulte la posibilidad de construir una relación estable no tiene, a juicio de Ruth González, sexóloga y terapeuta de pareja, ninguna base. “Lo importante es diferenciar entre qué es sexo y qué es amor porque me encuentro con muchas personas que lo mezclan. Mi recomendación sería fomentar la comunicación para no llevarse chascos y tener claro lo que se quiere”. De hecho, en su opinion, el que el sexo entre a formar parte de una relación antes o después no tiene, a priori, ni ventajas ni inconvenientes. Eso, dice, sería un planteamiento puramente racional, “y el sexo hay que disfrutarlo desde el cuerpo. Yo a lo que animaría es a que cada uno haga lo que le apetezca en cada momento, siempre y cuando se tenga en cuenta a la otra persona. A esto lo llamaría la ventaja del ‘aquí y ahora’”.
¿Significa eso que hay que lanzarse al sexo cuanto antes? No necesariamente, coinciden las expertas. “En terapia me encuentro con gente que no se siente cómoda teniendo sexo el primer día. El sexo es intimidad y a veces no surge la primera vez que estás con alguien. Para empezar, te tienes que sentir cómodo desnudándote delante de otra persona y eso no siempre pasa el primer día. Ni en el caso de las mujeres ni en el de los hombres”, apunta Miriam Conde. “Hay personas que no necesitan ningún tipo de vínculo para mantener relaciones sexuales y otras que necesitan conocerse un poco más. Es algo que depende de la personalidad y de los tiempos de cada persona”, coincide González.
Ambas recomiendan olvidarse del reglamento, dejarse llevar por las propias sensaciones y, sobre todo, hablar, porque cada persona es un mundo y cada relación fluye a un ritmo distinto. “El sexo debería ser algo consensuado y que parta del deseo, y muchas veces no es así. Creo que sobre todo es un problema de falta de comunicación. Parece que en las citas hay una serie de pasos establecidos que se dan por asumidos. Quedas con alguien, vas a cenar o a tomar una copa, luego alguien propone ir a su casa y se da por hecho que va a haber sexo. No se habla claramente de lo que va a pasar una vez allí. Y deberíamos hacerlo, exactamente igual que hablamos sobre qué película ir a ver”.
El resultado es que a veces el sexo surge sin saber muy bien cómo y no siempre es elegido. Comunicarse mejor y asumir el principio de que todo lo que no sea un ‘sí’ es ‘no’ podría contribuir a frenar el fenómeno de las violaciones en cita, algo que ha existido toda la vida pero de lo que apenas se ha hablado hasta ahora y que, por supuesto, no se suele denunciar. Entre otras cosas, porque sigue existiendo cierta tolerancia al respecto. Así lo confirmaba el primer informe sobre la Percepción social de la violencia sexual realizado por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, según el cual, el 32,5% de los españoles opina que “si una mujer invita a un hombre a tomar una copa en su casa después de haber salido por la noche significa que quiere sexo”. El caso de Aziz Ansari, acusado de agresión el año pasado por una fotógrafa en un artículo en la revista Babe titulado ‘Tuve una cita con Aziz Ansari y se convirtió en la peor noche de mi vida’, ha contribuido en buena medida a sacar a la luz este problema. En el artículo, la joven, que lo publicó bajo seudónimo, contaba que tras una agradable cena con el protagonista de Master of none, fue a su casa y se sintió forzada a practicarle sexo oral y a hacerle tocamientos. Él después dijo no haberse dado cuenta de que ella se había sentido incómoda e incluso la llamó después. Unos meses antes, Cat Person, un relato (en este caso ficticio) del New Yorker que narraba una historia parecida sobre otra primera cita que acababa en encuentro sexual no deseado, se había convertido en fenómeno viral. Millones de mujeres de todo el mundo se sintieron identificadas por la historia firmada por Kristen Roupenian.