“Por supuesto haré huelga el 8M”
Silvia Buabent, directora del Instituto de la Mujer

Desde el pasado mes de junio Silvia Buabent es la directora del Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades. En su opinión, sobra la segunda parte de ese nombre. El cambio de denominación era uno de sus planes para la institución que el adelanto electoral ha dejado de momento en el aire. Buabent es militante socialista desde los años noventa y se interesó en el feminismo también en su juventud, mientras estudiaba Ciencias Políticas en la Complutense. “Busqué desde el primer momento asignaturas que tuvieran que ver con temas de género. En aquel año 94 me costó muchísimo encontrarlas, creo que afortunadamente eso ha cambiado bastante”. Después durante dos décadas trabajó en el área de Igualdad del Ayuntamiento de Fuenlabrada, primero como técnico y desde 2011 hasta el año pasado, como concejala. “Creo que es el mayor reto al que nos enfrentamos como sociedad”, asegura. Cuando le ofrecieron la posibilidad de ponerse al frente del Instituto de la Mujer no se lo pensó. “Formar parte de un Gobierno que se declara feminista y que consigue montar un equipo en el que las mujeres somos mayoría, con gente como Carmen Calvo o Soledad Murillo, que son para mí referentes, es un privilegio”.
¿En qué situación ha dejado ha dejado la falta de acuerdo para aprobar los presupuestos y la convocatoria de elecciones generales a la institución?
Lo más relevante hubiera sido la aprobación de los presupuestos, porque conllevaban un incremento para el Instituto del 22%, lo que hubiera supuesto poder realizar nuevas actuaciones muy necesarias y sobre todo volver a colocar a la institución como punto de referencia en materia de igualdad entre mujeres y hombres. Sabíamos cuando llegamos que el tiempo que teníamos era limitado, fueran unos meses más o menos. Pero se han hecho bastantes cosas en poco tiempo. Al menos hemos podido visibilizar que la institución existe y que sigue trabajando. Tengo la sensación de que el Instituto comienza un recorrido diferente. Tenía claro cuando me nombraron que una de mis apuestas iban a ser las jóvenes, que no nos habían visto, al menos en los últimos años, como un lugar al que dirigirse. He tenido la oportunidad de reunirme con bastantes y ahora estamos haciendo un estudio específico para saber cuál es su situación, cuáles son sus necesidades, sus retos y sus metas. Para mí también era esencial volver a poner en funcionamiento el Consejo de Participación de la Mujer. Llevábamos años esperando renovarlo y lo hemos conseguido. Y el cambio de nombre, conseguir que se llame Instituto de las Mujeres. Espero que nos dé tiempo a que se apruebe ahora. Si no, lo haremos después.
¿Seguirán entonces intentado sacar adelante iniciativas hasta el último momento?
Evidentemente, seguimos en el Gobierno y gobernaremos hasta el último momento. La convocatoria de elecciones no puede significar que las instituciones se paren. Este Instituto va a continuar trabajando a pleno rendimiento, en la medida de lo posible. Tenemos la obligación de avanzar, siempre avanzar.

Parece evidente que los derechos de la mujer van a ser uno de los campos de batalla de la campaña. ¿Le preocupa que se estén ideologizando cuestiones como el aborto o la violencia machista?
Sí, porque para mí son temas de acuerdos de estado. La violencia de género es un problema socialmente reconocido que hay que atajar conjuntamente. No entiendo cuestionamientos que poco tienen que ver con lo que la sociedad demanda de forma insistente. Tampoco con lo que los propios partidos pactaron en el Congreso por unanimidad, sin ningún voto en contra. No pienso dar altavoz ni reconocer la autoridad de quien no la tiene. Quien cuestione que las mujeres son asesinadas por ser mujeres no es para mí un interlocutor con el que sentarme a negociar. Sobre el tema del aborto, a lo mejor hay que recordar que en 2014 ya llevó la primera gran manifestación en este país protagonizada por el movimiento feminista y una gran parte de la ciudadanía [se refiere a El tren de la libertad, el movimiento en contra del proyecto de reforma de la Ley del Aborto promovido por Gallardón que provocó su retirada y la dimisión del entonces ministro de Justicia]. Lo que las mujeres no vamos a permitir, y que nadie piense lo contrario, es que se dé ni un paso atrás en nuestros derechos reconocidos. También tengo que decir que creo que nos equivocamos al hablar de aborto. Deberíamos hablar de interrupción voluntaria del embarazo, pero sobre todo de derechos sexuales y reproductivos. La maternidad libremente decidida es eso: libremente decidida. El derecho a interrumpir voluntariamente nuestro embarazo es nuestro.
El lenguaje es importante y que en la campaña se estén recuperando términos como ‘violencia doméstica’ no parece casual.
El lenguaje visibiliza y cambia realidades. Por eso soy muy precisa a la hora de tratar determinados temas. Hablar de realidades que afectan a los derechos de más de la mitad de la población necesita todo el rigor del mundo. Ahora hay partidos, como el Partido Popular, que vuelven a hablar de violencia doméstica, que es algo que durante hace muchos años hicieron. Introducir el concepto violencia de género para visibilizar la violencia que se ejerce contra nosotras por el mero hecho de ser mujeres fue y sigue siendo un campo de confrontación importante. Tenemos que incidir en que esta violencia que asesina cada año a una media de setenta mujeres no se da exclusivamente en el ámbito del hogar y no se debe incluir en otros tipos de violencia para invisibilizarla. Las mujeres somos ciudadanas, parece que hay veces que hay que explicarlo, y no podemos ver vulnerados nuestros derechos porque haya hombres que piensen que nuestra vida no es nuestra sino suya.
Otro tema que ha generado mucha confrontación, en los últimos meses y ahora, es el de los vientres de alquiler. ¿Cuál es su postura al respecto?
Si digo que para mí se trata de alquiler de vientres ya dejo clara mi postura. Siempre lo he dicho abiertamente. El de los vientres de alquiler es un tema con muchas aristas y en el que confluyen muchos deseos, que algunos confunden con derechos. Yo entiendo que haya muchos hombres y mujeres que quieran ser padres y madres, pero eso no es un derecho. Es un deseo. Si tu deseo vulnera los derechos de la mitad de la población se convierte en otra cosa. Además, no creo que una mujer se enfrente a nueve meses de embarazo de forma altruista. Sobre todo porque, y parece que nadie que lo quiere decir, significar poner en riesgo su vida. Un embarazo no es algo inocuo. Pasan muchas cosas antes y después de parir. Y sobre todo hay que pensar en los y las menores, que también tienen derechos. Respecto a este tema hay que hacer mucha pedagogía y explicar bien de lo que estamos hablando.

Habla mucho de la importancia de hacer pedagogía. Lleva dos décadas poniendo en marcha planes e iniciativas sobre igualdad. En su experiencia, ¿qué resultamás eficaz ala hora de promoverla, la educación o la legislación?
Ambas cosas. La legislación puede ser tremendamente pedagógica y sirve para reconocer derechos que luego se pueden exigir. La educación también es básica. No podemos pretender que una sociedad cambie a través del BOE. La publicación de nueva legislación por sí misma no cambia mentalidades. Eso requiere mucho tiempo, mucha concienciación y sobre todo muchos recursos, económicos pero también humanos. No entiendo el trabajo en materia de igualdad sin unos equipos humanos necesidades concienciados, con perspectiva de género y que sepan en todo momento cuáles son las necesidades. Más allá de que lo que quizá más nos haga falta sean buenos diagnósticos. Por eso me parece importante que desde el Instituto se recuperan las mujeres en cifras. Para hacer buenos diagnósticos hacen falta datos reales y contrastables que nos sirvan para decidir qué caminos tomar.
En el caso concreto de lucha contra la violencia de género, ¿dónde pone el foco?
La violencia de género es un tema tan poliédrico que poner la clave en una cuestión nos llevaría a errores. Creo que hay que plantear tres itinerarios distintos. Evidentemente, la intervención con víctimas, pero en ese punto la víctima ya lo es. Por eso hago mucho hincapié en la necesidad de trabajar todo lo que tiene que ver con coeducación, igualdad y prevención con las y los más pequeños. No me refiero a los adolescentes, o no solo a ellos. Hay que empezar mucho antes, desde que son muy niños y niñas. También es muy importante, sobre todo en el caso de los y las adolescentes, cambiar las ideas sobre el amor romántico. Me parece la mejor manera de prevenir la violencia de género en esa edad. A través del amor romántico estamos introduciendo estereotipos y adjudicando roles a hombres y mujeres que nada tienen que ver con la realidad. Ahí se deberían implicar también los medios de comunicación, hablando en sentido amplio, incluyendo las redes sociales y la nueva industria cultural. Tenemos que empezar a pensar en un gran pacto para definir qué queremos de esta sociedad. La violencia de género no es más que la consecuencia de la falta de igualdad, y la mejor manera de prevenirla es implementar políticas públicas en materia de igualdad. No es una materia secundaria. Como dice la vicepresidenta, Carmen Calvo, la troncal de la democracia es la igualdad. La violencia no es un problema que se vaya a resolver de hoy para mañana, nadie puede esperar eso, pero para lograrlo hará falta mucha voluntad.
Estamos a pocos días del 8M. ¿Apoyará el Gobierno la huelga feminista?
El Gobierno estará donde estén las mujeres. Este es un gobierno feminista, que siempre estará al lado no de un colectivo vulnerable o con necesidades especiales, sino de casi el 52% de la población de este país.
¿Personalmente hará huelga?
Yo sí, por supuesto.
