“Es triste perder dos títulos mundiales, pero más triste es perder tu dignidad”
Anna Muzychuk renunció a defender sus títulos de campeona del mundo de ajedrez por negarse a jugar en Arabia Saudí

Decir que Anna Muzychuk ha vivido el ajedrez desde la cuna no resulta una exageración. “Nací en una familia de ajedrecistas. Mis padres lo eran, después se convirtieron en profesores y entrené con ellos desde pequeña. A los 3 años ya podía jugar una partida”, cuenta. Eso a pesar de que, como reconoce, no es el juego más fácil para un niño. Para que ella y su hermana Mariya, un par de años más joven que Anna y también ajedrecista, aprendieran las reglas, su padre se inventó un juego en la calle; una suerte de rayuela para la que aprovechaban el suelo de baldosas de un parque cercano a su casa en Lviv (Ucrania). “Mi padre convirtió esas baldosas en un tablero de ajedrez y nos decía que nos moviéramos como las piezas por el tablero, saltando de baldosa en baldosa”.
Gracias a los juegos en el parque y a las muchas horas de entrenamiento en casa, Anna empezó pronto a destacar. A los 4 años ganó su primer torneo regional y a los 6, su primer campeonato europeo. Fue campeona del mundo sub16 y sub20. En 2016 ganó los títulos mundiales en las modalidades de partidas rápidas y relámpago. Los perdió hace un par de meses, aunque no ante un tablero. La ucraniana saltó a los titulares de todo el mundo el pasado diciembre cuando anunció que renunciaba a defenderlos. El motivo es que el campeonato se celebraba en Arabia Saudí, uno de los países del mundo donde las mujeres están más sometidas. Esa defensa de la igualdad la ha valido uno de los Premios Mujeres que Brillan, entregados por Iberdrola esta semana en Madrid.
“El ajedrez ha jugado un papel muy importante en mi vida y me ha enseñado muchas cosas. Es un juego bueno para la memoria, la imaginación y la creatividad, pero también te enseña a respetar a los adversarios y a ser responsable de tus propios actos, porque en una partida eres la única responsable de tus movimientos y del resultado. A veces, por cómo juega una persona se puede saber cómo es”. Su resolución de no jugar en Arabia Saudí también dice mucho de su carácter. La decisión “fue dura”, admite. “Es triste perder dos títulos mundiales, pero es más triste perder tu dignidad”.
“Durante todo 2017 estuve esperando el momento de defender mis títulos. Cuando la federación anunció que el torneo se celebraría en Arabia Saudí empecé a buscar información sobre el país y sobre cómo vivían las mujeres allí. Vi que tenían que llevar ‘hijab’ e ir acompañadas de un hombre cuando salían a la calle. Me di cuenta de que no era aceptable y de que yo no iba a aceptarlo”. En realidad, la organización había dado permiso para que las mujeres pudieran jugar sin hiyab, pero sí las obligó a un estricto código de vestimenta: traje pantalón y blusa sin escote.
El post que Anna publicó en su cuenta de Facebook explicando que ella y su hermana Mariya se negaban a viajar a este país "para no jugar según las reglas de otros, para no llevar ‘abaya’, para no tener que ir acompañada en la calle y, en resumen, para no sentirme una persona de segunda" se ha convertido en la publicación más compartida nunca en Facebook en Ucrania y tuvo más de 30.000 comentarios. “Me di cuenta de que no estaba sola, de que había mucha gente que pensaba como yo y de que había que luchar”, dice. Su deseo, que la Federación Internacional de Ajedrez empiece a poner los derechos humanos por delante de los intereses económicos a la hora de elegir las sedes para sus competiciones.