Mearse de risa NO es normal
Sí, tú también tienes suelo pélvico, y deberías empezar a cuidarlo
Pequeñas gotas de orina que se escapan al estornudar, sensación de amplitud vaginal, dificultad para contener un gas en el momento más inoportuno, dolor durante la penetración o disminución de las sensaciones en las relaciones sexuales. Estos son algunos de los síntomas que a diario describen las mujeres en la consulta de su médico, matrona o fisioterapeuta de suelo pélvico. Diferentes trastornos, distintas sensaciones, diversas formas de expresar, en definitiva, un mismo mensaje: “No me siento la misma de antes. Pero daría lo que fuera por volver a serlo”.
Los problemas del suelo pélvico o periné, que afectan mayoritariamente a las mujeres, han sido normalizados, cuando no silenciados a lo largo de la historia: “¿Qué esperabas después de un parto?”, “Es normal, ¿quién no se ha meado de risa alguna vez?”, “Son cosas de la edad, la menopausia. Es lo que tiene ser mujer”.
Pues no. No es lo que tiene ser mujer. Cierto es que los problemas de la musculatura perineal son frecuentes. Una de cada tres mujeres sufren trastornos de suelo pélvico, más del 60% de las deportistas sufren incontinencia de esfuerzo y hasta el 80% de las embarazadas o nuevas madres presentará alguna alteración perineal. Pero por habituales que sean, ninguna mujer debería resignarse a ver mermada su calidad de vida por esta causa. Y mucho menos optar por el silencio. Cada vez son más las que se deciden a romper el tabú que suele rodear a los temas de salud perineal, a los asuntos de sexualidad femenina.
Y es que, en la mayoría de los casos, existe solución sin necesidad de recurrir a tratamientos invasivos como la cirugía. Pero de esto tampoco nos enteramos. Lo que suele llegarnos es “A Fulanita le han quitado el útero porque lo tenía caído” o “A Menganita le han puesto una malla para sujetarle la vejiga”. Cuando tanto Fulanita como Menganita podrían haber recibido un tratamiento más adecuado para sus prolapsos (es decir, para sus descensos de órganos pélvicos: vejiga, útero o recto) de haberlo sabido. Antes de pasar por un quirófano es preferible agotar el resto de opciones que, si bien implican un esfuerzo por parte de la mujer (es preciso dedicarle algo de tiempo todos los días), le pueden evitar complicaciones futuras.
Esos planes de tratamiento previos pasan por aprender (pero aprender bien) a realizar ejercicios de suelo pélvico, los famosos ejercicios de Kegel, por incluir en la rutina semanal entrenamientos corporales globales que respeten la salud perineal, eliminar o modificar hábitos perjudiciales para el suelo pélvico como empujar para defecar o no practicar deportes de impacto como correr. En resumen, lograr que la mujer conozca su cuerpo, cómo cuidarlo, cómo no lesionarlo y cómo disfrutarlo plenamente.
Con frecuencia, las mujeres que acuden a consulta tras dar a luz contándome su experiencia se lamentan de que nadie les advirtió de cosas como la incontinencia urinaria, las episiotomías y desgarros perineales o la dificultad para retomar las relaciones sexuales tras el parto. De haberlo sabido, dicen, habrían hecho lo que estuviera en sus manos para evitarlo.
No es culpa suya. A diferencia de otros países europeos, la labor preventiva por parte de las autoridades sanitarias en nuestro país es inexistente, la información de calidad es escasa y solo aquellas mujeres que empiezan a notar síntomas de disfunción buscan ayuda. Muchas de ellas a través de internet, donde la información es amplísima pero no siempre fiable. El primer paso para empezar a mejorar la situación es subrayar que las disfunciones de suelo pélvico no son algo que nos deba hacernos sentir vergüenza, hemos de hablar sin tapujos de lo que nos sucede. Aunque frecuentes, no son normales. No hemos de resignarnos a ellas por haber nacido mujer, por haber dado a luz o por llegar a la menopausia. Los trastornos perineales se pueden prevenir. Y para ello necesitamos conocer las etapas cruciales de nuestro ciclo vital (embarazo, parto, postparto, menopausia) y los factores de riesgo que ponen en peligro nuestro suelo pélvico. El mejor momento para ocuparte de tu salud abdominopélvica es el actual. Tanto de forma preventiva, si actualmente no presentas ningún síntoma, como buscando un diagnóstico temprano y un tratamiento conservador si crees que algo no marcha bien.
Huye de toda recomendación tipo “Ponte un salvaslip y sigue con tu vida normal”, “Cómprate unas bolas chinas para recuperarte del parto” o “Haz 100 Kegels al día para solucionar tus escapes de orina”. Solo los profesionales especializados sabrán recomendarte lo mejor para tu caso concreto.
Y si quieres ayudar también al resto de mujeres que aún no se atreven a hablar de estos temas, a aquellas que todavía creen que mearse de risa es normal, a aquellas que quieren sentirse mejor pero no saben cómo hacerlo, no te calles lo que te ocurre o lo que has aprendido leyendo este artículo. Compártelo y consigamos, entre todas, romper mitos y tabúes. Por nosotras. Por nuestra salud perineal. Por nuestro bienestar más íntimo.
Laura Rojas es fisioterapeuta y cofundadora del portal sobre la salud del suelo pélvico En Suelo Firme