'Stealthing', una peligrosa práctica sexual que se está poniendo moda
Los hombres que la practican defienden su derecho a “propagar su semilla”

Quizá el término no te suene, pero parece que el stealthing se está poniendo de moda. Así se llama al delito (porque es un delito) que cometen algunos hombres quitándose o dañando el condón sin el consentimiento de sus parejas. Es de lo que acusaron a Julian Assange en Suecia hace unos años, y a al parecer cada vez se dan más casos, tanto en la comunidad heterosexual como entre la homosexual.
De hecho, ya existen comunidades online que defienden el stealthing amparándose en un supuesto derecho del hombre a "propagar su semilla". Incluso cuando lo practican con otros hombres y la reproducción no es una opción. En internet se puede encontrar hasta una suerte de guía con consejos para que los hombres consigan quitarse el preservativo sin que su pareja lo note o sepan cómo actuar en caso de ser descubiertos.
Alexandra Brodsky, investigadora del Centro Nacional de Leyes para la Mujer de Estados Unidos, ha publicado un informe que muestra el creciente uso de esta práctica. Entrevistó a varias mujeres que lo habían sufrido. Todas expresaron su temor ante o posibles enfermedades de transmisión sexual o tener embarazos no deseados. Muchas optaron por la píldora del día después y se hicieron pruebas para detectar ETS. Y todas dijeron haber sentido vulnerada “su autonomía corporal y la confianza que por error habían depositado en su pareja sexual". Brodsky cree que sería necesario crear una legislación específica para el stealthing, ya que aunque puede ser considerado ilegal en base a la legislación de la mayoría de los países –el Código Penal español, por ejemplo, considera abuso sexual cualquier acto que, sin que medie consentimiento, atente contra la libertad sexual de otra persona—las leyes actuales “podrían ser insuficientes para las víctimas”.
En nuestro país aún no hay denuncias por esta práctica, lo que no implica que no haya casos. El problema es que no se denuncian. Ninguna de las víctimas entrevistadas por Alexandra Brodsky lo había hecho. Su informe recoge el testimonio de la operadora de una línea de atención a víctimas de abusos sexuales que contaba que recibía muchas llamadas de mujeres víctimas de stealthing y todas decían no saber si era delito.
Por ahora la única condena en firme conocida es la de un tribunal suizo a un hombre que se había quitado sin aviso el condón durante una relación con una mujer que había conocido a través de Tinder. El juez dictaminó que lo sucedido podía considerarse violación y le impuso una pena de doce meses de prisión.