La violencia machista en las universidades españolas es mucho más habitual de lo que crees
El problema es que los estudiantes no la denuncian y en muchos casos ni si quiera la identifican

Esta semana se ha dado a conocer la condena a siete años de cárcel del catedrático de la Universidad de Sevilla Santiago Romero por abusar de dos profesoras y una becaria de investigación mientras era decano de Ciencias de la Educación. En vista de los resultados del primer estudio sobre violencia de género en las universidades españolas, no es un caso aislado. Al parecer el 62% de los estudiantes ha sufrido o conoce algún caso de violencia machista en el contexto universitario. En la mayoría de los casos, la víctima es una mujer (92%). En cuanto a los agresores, el perfil más común es el de un hombre (84%) y estudiante (65%). En el 25% de los casos es un profesor y en el 16%, una persona desconocida para la víctima. El 91% de las víctimas decidió no denunciar la situación, aunque el 66% se lo contó a alguien de su entorno.
Casi más preocupante parece que los jóvenes ni siquiera reconocen muchos casos de violencia machista. La identifican con la agresión física o sexual, pero no con la verbal o psicológica. De hecho, como cuenta Rosa Valls, profesora de la Universidad de Barcelona y una de las responsables del estudio, “al preguntarles si habían sufrido o conocían algún caso de violencia de género, solo el 13% dijo que sí. Al sugerirles comportamientos concretos, la cifra sufrió al 62% Nos hemos encontrado con casos como el de un profesor que habitualmente intentaba besar a sus alumnas. Era algo que se sabía y no pasaba nada, porque no se consideraba violencia machista”.
La investigación, en la que han participado 1.083 estudiantes (chicos y chicas) de universidades de Andalucía, Castilla y León, Cataluña, Valencia, Murcia y País Vasco, indica también que el 92% de los estudiantes no sabe si su universidad dispone de algún servicio para atender estos casos y el 69% duda de si la universidad apoyaría a las víctimas. Aunque parece que casi nadie los conoce, esos servicios sí existen. Al menos, en teoría. “Hace unos años se aprobó, y no porque las universidades quisieran, sino vía decreto, que tuvieran oficinas de igualdad. En todas debería haber un protocolo de acoso y una comisión de seguimiento. Algunas la tienen y otras no. También hay profesores que informan a los alumnos y otros no”, explica Valls.
La respuesta de las universidades ante los casos no es igual en todos los casos. Una vez conocida la condena a Romero, que se ha demorado nada menos que seis años, y después también de recibir muchas críticas, la Universidad de Sevilla ha pedido perdón a las víctimas y ha suspendido al profesor, que ha seguido dando clase hasta ahora. “En Sevilla al menos ha habido una reacción y se le ha apartado de la actividad docente. En la Universidad de Barcelona Jesús de Miguel sigue dando clases”, recuerda Rosa Valls. De Miguel fue acusado hace unos años de abusos por una decena de estudiantes. Aunque la fiscalía admitió que las denuncias tenían base, tuvo que archivar el caso porque los delitos habían prescrito.