El 'bullying', en primera persona
En España todavía no existe un protocolo 'antibullying', herramienta que en otros países ha reducido el acoso escolar hasta en un 79%
Inspirados por la historia de Carla, una chica de 12 años de Barcelona que sufrió acoso escolar por sacar buenas notas y, una vez superado, se dedica a ayudar a otras víctimas, los presentadores del programa matutino de Megastar FM, Mateo&Andrea, pusieron en marcha una recogida de firmas en la plataforma Change.org exigiendo al Gobierno la creación de un protocolo antibullying. La campaña, titulada #NiPasoNiMePaso, incluye un vídeo 360º que nos permite ponernos en la piel de una niña que, como Carla, sufre acoso escolar.
Coincidiendo con el Día Internacional Contra el Bullying, los promotores de la petición entregaron las firmas a Iñigo Méndez, ministro de Educación, que se comprometió a establecer un protocolo antiacoso en todos los colegios de España. La campaña seguirá en marcha hasta que el compromiso se convierta en una realidad.
Inglaterra, Francia o Finlandia ya cuentan con protocolos de este tipo que han reducido el acoso escolar hasta en un 79%. En nuestro país, el acoso en las aulas sigue siendo un problema serio, como demuestran los resultados de un reciente informe de Save the Children realizado entre niños de entre 12 y 16 años: el 9,3% de los estudiantes encuestados reconoció haber sufrido acoso en los últimos dos meses y el 6,9% dijo ser víctima de ciberbullying. Es un problema que afecta a uno de cada cuatro alumnos de primaria y a uno de cada diez de secundaria. El insulto es la manifestación más habitual. Seis de cada diez estudiantes admiten haber sido insultados y dos de cada diez reciben insultos con frecuencia. Uno de cada tres ha sido humillado también por internet o móvil.
Y es que las nuevas tecnologías han proporcionado nuevas vías a los acosadores para torturar a sus víctimas. El informe de Save the Children recoge alguno de estos casos, como el de Jasper, un niño holandés con el que se metían al llegar a España por no hablar bien español: “En la escuela supieron cuál era mi correo electrónico y empezaron a enviarme correos diciéndome que era un inútil, que era un pringao. Poco después descubrieron mi identidad en internet, mi Facebook, las cosas que escribía, y todo se volvió en mi contra. Me decían que ojalá me muriera, me publicaban en el muro, me enviaban fotos, me escribían cosas…” El 6,3% de los niños españoles dice que han llegado incluso a piratear su cuenta en redes sociales para hacerse pasar por ellos. En el caso de Jasper la pesadilla se prolongó desde los 10 a los 14 años. “Ahí es cuando cambié el chip y pasé a hacerme respetar. Empecé a meterme en consumo de drogas, a establecer relaciones tóxicas para que no pensaran que era un tonto… Me puse máscaras. A simple vista ya no era aquella persona simple y frágil, pero sí por dentro”.
Chicos y chicas
También en este terreno las chicas salen un poco peor paradas: un 10,6% ha sufrido acoso tradicional y un 8,5% ciberacoso, frente al 8% y 5,3%, respectivamente, de los chicos. Marina, por ejemplo, sufrió bullying en la adolescencia. “Al principio el acoso no era algo diario, sí que de vez en cuando hacían algún comentario porque siempre he estado gordita, pero yo tenía a mis amigas en el cole, no es que estuviese sola”, relata. “Luego paso una cosa que lo desencadeno todo. Fue en 3º de la ESO, cuando tenía 15 años más o menos. Me puse mala una tarde y no pude ir a clase. Después me acerque al colegio con mi madre a recoger mis cosas para poder hacer los deberes y una niña nos dijo en la puerta que algunas personas habían estado cogiendo mis cosas, que habían estado jugando al futbol con ellas y habían tirado cosas a la basura. Cuando llegue a clase vi que algunas cosas estaban en la papelera y que me faltaban otras. Mi madre habló con la profesora después de eso y empezaron a preguntar a la gente en clase para ver quién había sido. Como nadie decía nada nos amenazaron con castigar a toda la clase y empezaron a sacar a gente para hablar uno por uno con ellos, hasta que al final expulsaron a una chica. Entonces fue cuando note que algo cambiaba y toda la clase me hizo el vacío, incluso mis amigas. Eso fue lo más duro, porque pensé que mis amigas de toda la vida me iban a apoyar, pero no. A partir de entonces cuando iba a clase la gente me miraba mal o no me saludaba”.
En muchos casos, las razones que están detrás del maltrato son confusas. Las víctimas creen ser acosadas principalmente por tres motivos: para molestarlas, por su aspecto físico o porque les tienen manía. Cuando preguntaron a los agresores por qué ejercían este tipo de violencia sobre sus compañeros no sé fue la respuesta más repetida. La segunda fue por gastarles una broma. Entre los encuestados, la mitad reconoce haber insultado a alguien y uno de cada tres ha agredido físicamente a otro menor de edad. Uno de cada cuatro ha usado internet o el móvil como vía para la agresión y uno de cada diez ha amenazado a otro compañero a través de la red.
Los expertos aseguran que para que las cosas cambien lo primero es dejar de pensar que estamos ante chiquilladas, juegos de niños a los que no hay que dar más importancia porque siempre han ocurrido. Según Thomas Ubrich, técnico en investigación y análisis social de Save the Children, un protocolo para “concienciar a toda la comunidad educativa de la importancia del rechazo a la violencia” es imprescindible. En su opinión, se han de establecer “unos requisitos mínimos para los planes de convivencia de los colegios que incluyan mecanismos de denuncia de fácil acceso y confidenciales, así como medidas de protección de la víctima, justicia restaurativa con el agresor y con el grupo de clase”.