Mañana tendrá lugar el tercer y último debate televisado que enfrentará a Donald Trump y Hillary Clinton. Seguro que el polémico vídeo machista de Trump y las posteriores denuncias de mujeres que acusan al candidato republicano de acoso saldrán a relucir —según los últimos sondeos, parece que también están inclinando la balanza a favor de la demócrata—. Y a la vista de lo que pasó en el segundo debate, será un enfrentamiento tenso.
Pero independientemente de la coyuntura, parece que el discurso de Hillary Clinton se ha ido endureciendo con el paso de los años. Así al menos lo indica un reciente estudio de la Universidad de Cambridge que analiza 567 entrevistas y transcripciones de debates de Clinton entre 1992 y 2012 y llega a la conclusión de que su discurso se ha ido masculinizando, es decir, que ha ido adoptando palabras y estructuras lingüísticas que son más habituales en la forma de hablar los hombres. Según la responsable de la investigación, Jennifer Jones, el caso de Clinton es representativo de lo que les sucede a muchas mujeres que quieren asumir responsabilidades tradicionalmente desempeñadas por hombres. Aunque también es cierto que su caso es especial, porque antes de ser una mujer con poder político por derecho propia, fue Primera Dama.
Lingüistas y expertos en comunicación política indican que las mujeres y hombres utilizan diferentes estructuras al habla. En general —y hay que subrayar mucho este en general—, las mujeres tienden a usar más pronombres (especialmente en primer persona del singular) y verbos, y a manejar ideas y palabras más emocionales (como valiente, desacuerdo, maldad o alivio), de carácter social (infancia, ciudadanos, conversación) y más imprecisas (oportunidad, supongo, quizá). Por el contrario, los hombres tienden a ser más concretos y a usar más nombres, grandes palabras (en inglés, más de seis letras), artículos, preposiciones y palabras de enfado o incluso malsonantes.
La investigación indica que en el caso concreto de Hillary Clinton, en los años 1992 y 1996, coincidiendo con las dos campañas a la presidencia de su marido, su estilo era más femenino, en línea de lo que se esperaba de su papel de esposa y Primera Dama. En los años 93 y 94, sin embargo, su forma de hablar se masculinizó, coincidiendo con su nombramiento al frente del comité que intentó llevar a cabo una reforma del sistema sanitario. Cuando el plan fracasó y ella volvió a las tareas típicas de Primera Dama, su lenguaje también varió. Según Jones, esto demuestra que el cambio en el discurso de Clinton no responde tanto a repentinos cambios de personalidad o una estrategia mediática, sino a que se ha ido adaptando al papel y el contexto político de cada momento.
Durante sus dos campañas al senado, en los años 2000 y 2006, volvió a esos patrones más masculinos, que se mantuvieron cuando en 2007 se presentó a las primarias de su partido. Los analistas indican que en esa etapa hizo énfasis en los asuntos de seguridad nacional, una estrategia para diferenciarse de su rival en ese momento, Barack Obama. Pero el estudio indica que en 2007 el discurso de Clinton viró de forma abrupta hacia un estilo más femenino de nuevo. El análisis relaciona ese cambio con la preocupación que mostraron sus asesores en aquella época por los bajos niveles de popularidad de la candidata entre los votantes. Hillary Clinton podría haber abandonado momentáneamente ese estilo más masculino para suavizar su imagen ante el electorado, aunque lo recuperó poco después. De hecho, a raíz su nombramiento como secretaria de Estado en 2009 adoptó un estilo más agresivo que en ningún otro momento de su carrera. La conclusión del estudio: todavía en estos tiempos, “el poder habla con una voz masculina”.