Necesitamos hombres
Ellos serán indispensables para lograr una verdadera igualdad

Puede que este que yo creo sugerente título conduzca a pensar mal de mí y a creer que se está ante una madurita con inquietudes sentisuales (sentimentales/sexuales). Sería injustamente tratada. Tampoco es el anuncio de una sauna solo para mujeres. Sería también injusto, pues yo que siempre critico los anuncios de contactos en los que se reclaman mujeres nunca cometería ni en broma tal atropello con hombres.
Y, sin embargo, los necesitamos. Y además como cómplices.
Frente a algunos movimientos antiguos en los que parecía rechazarse su compañía en la lucha por los derechos de la mujer que parecía que solo afectaba al cincuenta por ciento de la sociedad, muchas mujeres y muchos hombres llevamos ya años votando a favor de una sociedad en la que para pretender contar por igual necesitamos luchar también por igual. He procurado llevarlo siempre a cabo. He procurado tomarlo como filosofía de vida y trabajo, porque la exclusión es negativa, la practique quien la practique y a favor o en contra de uno u otro sexo. He promovido siempre la diversidad como fórmula magistral de entendimiento en todos los ámbitos de la existencia. Así que cuando vi que en Estados Unidos se ponía en marcha el movimiento HeForShe deseé (una vez más) ser americana. Imposible. Como imposible era también ser Emma Watson, su voz pública, de quien desde que se lanzó la campaña soy fan. De repente, era ver encarnado mi pensamiento en una mujer y una corriente que están diciendo justamente eso que otras muchas congéneres y yo pensábamos desde hace tiempo.
Sin ellos no hacemos nada, los necesitamos.
En una definición algo superficial, se describe a la campaña como aquella que promueve la igualdad de géneros. Escuchando los discursos de su portavoz, leyendo sus informes, sé que va mucho más allá esta invención de ONU Mujeres. Y va precisamente más allá, hacia ese lugar con el que muchas y muchos hemos soñado, un más allá a favor de la corresponsabilidad, del trabajo por la igualdad de género, del empoderamiento femenino, sabiendo que hoy por hoy la porción más grande de la tarta del poder está en manos de ellos. Por eso se reclama “Él Por Ella”. Porque donde hasta hace poco y desde algunas instancias se les veía como problema, hoy se les ve como solución. Porque simplemente modificando conductas masculinas en los ámbitos de decisión podría cambiar la vida y el destino de ¿muchas mujeres?, no, podría cambiar la sociedad, volviéndose más igualitaria y por tanto más justa y más libre. Y no solo eso, sino que cumplido ese sueño se lograría un mundo económicamente más rentable, si seguimos las teorías del Gender Gap Report, publicado por el World Economic Forum en 2014, según el cual existe una fuerte correlación entre los países con menores diferencias de género y los más competitivos económicamente. Es más, indica que las empresas con mayor porcentaje de mujeres, particularmente en su consejo, tienen un 34% de mejora en sus retornos financieros. Y como dijo recientemente la directora del Instituto de la Mujer, Rosa Urbón en una comida con empresarias, solo con que las empresas aplicaran un modelo de diversidad de género se elevaría el PIB europeo entre un 13 y un 14%.
Necesitamos hombres concienciados.
Requerimos una sociedad diversa. Sí. Una sociedad capaz de encauzar su modelo de trabajo hacia uno por objetivos en lugar de presencialista. Unas empresas modernas que entiendan que las nuevas tecnologías están para usarlas como facilitadoras de una mejor vida de sus trabajadores y trabajadoras. Empresas que entiendan más que la consabida conciliación, la reveladora flexibilidad (reveladora de empresa moderna mirando al futuro).
Pero siempre lo digo y siempre se ríen quienes lo escuchan, al trabajo hay que llegar conciliadita desde casa. Porque es en el hogar donde se sigue librando la mayor batalla por la conciliación. Es ahí donde aún surgen los desequilibrios entre uno excesivamente volcado al trabajo (y escribiéndolo en masculino he descubierto el sexo del individuo) y otro al trabajo pero también al cuidado de hogar, hijos, padres… Dicen que las generaciones jóvenes tienen más clara la no diferencia. Admito pulpo como animal de compañía. Es más, admito que el cambio es seguro, lógico y yo diría que inevitable, pero hace unos días escuché a una amiga definirse como un poco hombre porque, entre otras razones, al salir del trabajo algunas tardes queda con otras para tomar una copa y muchas veces llega a casa cuando sus hijos y su marido ya han cenado. Ay, si lo llega a escuchar Sara Bieger, socia directora de Leader Trust, una de las grandes compañías de head hunting, que en una entrevista que le hice para El País proclamaba que las mujeres deben hacer eso que siempre han hecho los hombres, es decir dedicar más tiempo a la relación sociolaboral, sí, eso que ahora se llama networking y que incluye, desde luego, los gintonics de mi amiga, pero también comer con compañeros, en lugar de frente al ordenador para acabar antes, salir antes, llegar antes a casa, a hacer la compra o recoger a los niños, o que incluye el reclutamiento de colegas para formar equipos de deporte, grupos de salida al campo o esas cosas que siempre han hecho tan bien sí, ellos. Es complicado además decir estas cosas y que te gusten la ropa interior de encaje o los rotuladores de color rosa (por cierto, lo rosa es más caro, la llamada tasa rosa afecta a maquinillas de afeitar, perfumes y hasta vaqueros). Y sobre todo es complicado que ellos entiendan que se puede ser lectora de Wittgenstein y cliente de La Perla.
Y necesitamos que lo entiendan y compartan.
Necesitamos, en efecto, compañeros de viaje, sabiendo que lo importante no es el destino, sino precisamente la aventura del viaje. En casa. En el trabajo. En la sociedad. En la Universidad. Por eso es muy estratégico que la campaña HeForShe la lidere públicamente una actriz tan joven. Es un mensaje claro, contundente, de que hay que empezar por el principio. Y lo es también de que no está todo el camino allanado, como algunas gentes de las generaciones más jóvenes piensan. Necesitamos mucho “heforshe” aquí en nuestro país. Hemos avanzado, sí señor, pero que no crean las más jóvenes que han llegado a mesa puesta. Aún está a medio poner y la comida a medio hacer. Si no, a qué vienen datos como estos:
- Solo un 18% de mujeres se sienta en los sillones de los consejos de administración de las empresas del Ibex 35. Muchas de ellas no tienen mujeres directivas.
- 3 mujeres son presidentas de esas empresas.
- Las españolas ganan un 19,3% menos de salario que los españoles.
- La mujer dedica al hogar una media de 4,7 horas diarias, frente a las 2,5 dedicadas por el hombre.
- Un 30% de ejecutivas renuncia a su cargo ante la imposibilidad de compaginar tareas familiares y las personales.
- Hay un 26% de directivas en las empresas, a pesar de que según uno de los últimos estudios Women in Business, de la consultora Grant Thornton, el 44% de los líderes empresariales masculinos considera que no existen obstáculos para que las mujeres asciendan a los cargos directivos.
- Según ese mismo estudio, un 42% de las directivas españolas señaló el cuidado de los hijos como la mayor dificultad para los ascensos laborales.