Claudia de la Riva, emprendedora: “Gestionar una situación en la que todo va rodado es sencillo. La cosa cambia cuando vienen mal dadas”
Hablamos con la fundadora de Nannyfy y Apolo Kids de lo que ha aprendido en esta década que lleva dedicada al emprendimiento

Sabe por experiencia que en la vida, como en los negocios, fracasar es inevitable, y que lo que marca la diferencia es tu forma de enfrentarte a los obstáculos. Esos mantras que a menudo se repiten en el mundo del emprendimiento (‘comete errores y aprende’, ‘cae y levántate más fuerte’…) no parecen, en el caso de Claudia de la Riva, frases vacías, sino más bien una filosofía de vida. Aunque está en la treintena, esta emprendedora en serie ya tiene a sus espaldas la creación de tres startups. Las dos primeras empezaron funcionando bien, pero, por distintos motivos, acabaron desapareciendo. “Suena un poco a tópico, pero es verdad que nunca se pierde, sino que se aprende. Desde mis inicios en esta carrera de fondo que es el mundo del emprendimiento he ido forjando una serie de relaciones con gente muy interesante y de aprendizajes”.
La primera de sus empresas fue Ocre, un partnership de recursos humanos (ella es psicóloga especializada en empresas) que ayudaba a otras startups a encontrar talento en distintas áreas: tecnología, producto, marketing, etcétera. De la Riva terminó abandonando esa aventura por la siguiente, un proyecto muy relacionado con la nueva etapa en la que había entrado su vida: la maternidad. “Mi primera hija nació en 2016 y me empezaron a pasar una serie de cosas que obviamente no había vivido antes. Un día, mi marido y yo teníamos planes para salir, no tenía cerca a mis padres ni a nadie con quien dejar a la niña y pensé: ‘¿en quién confío ahora?’. Así surgió la idea de crear un marketplace para ayudar, con niñeras de confianza, a familias como la nuestra”.
“Por mucho impacto positivo que tengas, si no consigues ser un negocio, acabarás desapareciendo”
Nannyfy, una suerte de servicio de niñeras a domicilio, arrancó en 2018 y pronto se convirtió en un éxito. “Todo iba muy bien hasta que llegó la pandemia”, explica. “Entonces me encontré con problemas de los que, a mí personalmente, nadie me había hablado. Gestionar una situación en la que todo va rodado es sencillo. La cosa cambia cuando vienen mal dadas. Es la montaña rusa del emprendedor”. Con todo y con eso, decidió no tirar la toalla. “Con la pandemia tuvimos que hacer ciertos sacrificios, pero también creíamos que nuestro proyecto era necesario en un momento como el que vivimos en esos meses, con niños sin cole y padres intentando conciliar”. Nannyfy pivotó, empezó a ofrecer sus servicios a distancia y su fundadora siguió buscando financiación para sacar adelante la empresa, aunque finalmente esos fondos no llegaron y acabó viéndose obligada a despedir a toda su plantilla. “Fue difícil de gestionar, tanto con el equipo como a nivel personal. Además, en 2020 acababa de ser madre por segunda vez. Fue uno de los momentos más difíciles de mi carrera, pero también el que más me ha enseñado en lo que respecta a gestionar, priorizar y confiar. Me centro en todo lo que aprendí de ese proceso. El que se crea que montar una empresa es fácil está muy equivocado”.
De aquel caos surgió también el germen de su más reciente y, al menos de momento, última aventura empresarial. “Apolo Kids surgió cuando yo estaba metida en esa vorágine, cerrando una ronda de inversión que al final conseguimos levantar y que nos permitió pagar todo a todos los empleados. En ese momento conseguí reunir un pequeño equipo de dos personas, que eran amigas y venían de Glovo, con mucha experiencia en marca, ganas y energía. Yo soy una entusiasta de todo lo que tenga que ver con educación, así que les propuse centrar Nannyfy en la parte de educación”.
En ese camino se cruzó con quien ahora es su socio, Carles Pons, otro emprendedor en serie y fundador de Kokoro, una plataforma de edtech centrada en el segmento de los más pequeños. “Cuando empezamos a hablar vimos que si a lo que hacían ellos añadíamos nuestro expertise, la propuesta de valor era mucho mayor. Nos fusionamos y Nannyfy desapareció”. En su lugar, crearon una marca paraguas, Apolo Kids, bajo la que ofrecen experiencias de aprendizaje inclusivo y personalizado a través del juego para niños entre 2 y 11 años. La idea que hay detrás es que como no hay dos niños iguales, tampoco hay dos niños que aprendan igual, por eso sus soluciones buscan adaptarse al ritmo de cada uno. En la actualidad tienen dos herramientas, Kokoro Kids y Kokoro Schools, una destinada a familias y otra a profesores. “No queremos ser competencia del colegio, somos absolutamente complementarios. Somos buenos creando juegos, tenemos un producto brutal y queremos generar un impacto positivo para ayudar a los colegios y las familias”, indica la CEO de la empresa. “Hoy en día, si tu proyecto no busca tener un impacto positivo, no tiene mucho sentido. Todos los nuevos emprendimientos, al menos lo que yo estoy asesorando, buscan ayudar de alguna manera”.
“Hace unos meses mi marido casi muere por una hemorragia cerebral. En momentos como ese te das cuenta de que un día estás y al siguiente no”
Claudia de la Riva reconoce, en cualquier caso, que lo suyo tampoco es una ONG. “Por mucho impacto positivo que tengas, si no consigues ser un negocio, acabarás desapareciendo, puede ser ahora, en cinco meses, un año o dos años. Estamos intentado gestionar Apolo Kids para evitarlo. Ahora también tenemos la ayuda de la Fundación Lego, que ha entrado como partner y nos están ayudando con recursos, consultoría y una subvención de casi 3 millones de dólares a fondo perdido para que podamos continuar”.
La importancia de una gestión sostenible es una de las cosas que Claudia de la Riva ha aprendido de lo vivido estos años, igual que el papel de la resiliencia y la confianza en una misma. Aprender a delegar es otra de las cosas que le hubiera gustado saber hacer antes. “Al principio lo quieres hacer todo, pero es muy importante priorizar tu salud física y mental y confiar en tu equipo. Ahora estoy en una fase de mi vida muy distinta a cuando empecé. Obviamente me flipa lo que hago y tengo la suerte de levantarme por la mañana y hacer lo que me gusta, pero priorizo pasar tiempo con mi marido y mis hijas. A veces no somos conscientes de lo frágil que es la vida. Hace unos meses mi marido casi muere por una hemorragia cerebral. En momentos como ese te das cuenta de que un día estás y al siguiente no”.