La joven emprendedora que quiere revolucionar el ‘delivery’
María Padura ha montado, junto a su pareja, el proyecto gastronómico Red Panda

Amante del mundo asiático, hija de un padre que se dedica a la hostelería y con un novio cocinero que tiene experiencia en restaurantes con estrellas Michelín, María Padura estudió moda, pero tenía todas las papeletas para acabar en el sector de la restauración. El pasado enero terminó sus estudios y, desesperada por no encontrar nada, se embarcó en la aventura de fundar, junto a su pareja, Red Panda, un proyecto gastronómico que quiere aportar su punto diferenciador al mundo del delivery.
Red Panda está especializado en currys tailandeses y platos de fusión asiáticos elaborados con ingredientes frescos. “Como clientes de este tipo de servicios, nos dimos cuenta de que este mercado está plagado de ofertas pizzas y hamburguesas. Estábamos básicamente cansados de todo eso. Además, queríamos crear algo que todo el mundo pudiera comer. Yo no puedo consumir alimentos con gluten y, por desgracia, no hay tanta variedad de comida para celíacos o sin lactosa”, relata.
El nombre que escogieron para su negocio esconde una historia divertida y a la vez muy personal. Alfonso, el compañero de María, la llama así cariñosamente porque, según confiesa, “se levanta un poco hinchada por la mañana y a veces todavía con algún resto de maquillaje”. Cuando María se tiñó el pelo, se convirtió ‘oficialmente’ en Red Panda.
Montar un negocio desde cero ha hecho que, a sus 23 años, María Padura tenga que meterse de lleno en el ‘mundo de los adultos’. A marchas forzadas ha tenido que aprender a hacer una factura, calcular suministros, tratar con proveedores, etcétera. Aunque confiaba mucho en el concepto, cuando se lanzó a emprender también le surgieron dudas. “Da mucho miedo cuando te explican lo que puede suceder. En nuestro caso, la mayor preocupación era la inversión económica que teníamos que hacer, la posibilidad de perder dinero. Pero mi padre me aconsejó que, en lugar de invertir en un máster, lo hiciera en este proyecto. Me dijo: ‘Piénsalo así, llévate la experiencia de desarrollar esta idea’”.
María se pone cada día el gorro y el delantal, pero también se reserva tiempo para ocuparse de la visión artística del negocio. Ella se encarga de que la presentación de cada plato sea una obra de arte, así como del packaging, las pegatinas, el logo, etcétera. También supervisa y controla las redes sociales de Red Panda, su mayor escaparate de cara al público. “Subimos vídeos en los que Alfonso y yo nos mostramos como somos; piezas audiovisuales en las que se nos ve, por ejemplo, preparando una salsa o empanando un pollo, y eso crea mucha cercanía. Siento que hemos creado una pequeña gran comunidad que va creciendo cada día”.

Si hablamos de las partes más complicadas de esta aventura, la joven menciona dos. La primera, compartir casa, vida y trabajo con su pareja. “Es difícil porque al final pasamos mucho tiempo juntos. Convivimos en casa, pero también entre fogones. Por eso hemos puesto ciertas reglas. Por ejemplo, cuando entramos en el apartamento no se habla de Red Panda. A veces funciona y otras no. Hay otros días que decimos que vamos a tener una cita y así intentamos que todo no sea Red Panda”, comenta entre risas. La otra cosa que se le hace cuesta arriba son las quejas. María reconoce que al principio las llevaba fatal, pero con el tiempo se ha dado cuenta de que una no puede gustar a todo el mundo.
Los pedidos que recibían al principio eran de family and friends, pero poco a poco Red Panda ha ido entrando en plataformas como Glovo y Uber Eats, además de vender en su propia web, y ha triplicado sus cifras de encargos y ventas.

El sueño de Padura sería tener su propio local, pero por ahora se conformaría con abrir un puesto en algún mercado de Madrid tan de moda como el de Chamberí o el de Chamartín. María sabe que con esfuerzo, dedicación y pasión es posible. Por eso anima a cualquier persona que, como ella, tenga ganas de hacer cosas innovadoras. “Si tienes una idea, cuéntasela a todo el mundo. La gente te dirá que es buena o mala, pero es importante que no te la quedes para ti. Escucha a tu alrededor, sopesa los pros y los contras y así te darás cuenta de si puede merecer la pena o no”, concluye.



