“La ciencia puede dar respuesta a los grandes retos a los que se enfrenta la sociedad”
Almudena Trigo, presidenta de BeAble, busca convertir la ciencia en industria
Conseguir el respaldo de inversores para las innovaciones que surgen en universidades o centros de investigación no siempre es una tarea fácil, como bien saben muchos científicos. Almudena Trigo es una de ellos. Como investigadora, Trigo fue una de las pioneras en España de la biología sintética, una disciplina que usa las bases de la electrónica y la ingeniería para la creación de circuitos biológicos con material genético. Trabajó en dos de los centros de investigación españoles más reconocidos a nivel internacional, el CNIO y el Centro Nacional de Biotecnología, y también en el Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia. Del laboratorio pasó a la gestión como directora del departamento de transferencia tecnológica de la Fundación Parque Científico de Madrid, hasta que en 2008 se lanzó a la aventura de BeAble Capital. Consciente de que la ciencia es la clave para resolver los grandes problemas medioambientales y sociales a los que nos enfrentamos, en 2008 fundó este fondo de inversión en deep science cuya misión es identificar avances científicos con verdadero potencial de cambio y ayudar a que se conviertan en empresas disruptivas.
Eres ingeniera de telecomunicaciones y doctora en biología molecular. ¿Te consideras más ingeniera o científica?
Me lo pregunta mucho la gente, que qué hace una ingeniera de teleco haciendo un doctorado en biología molecular, lo ven como disciplinas muy alejadas entre sí. Me considero las ambas cosas. La conexión que encontré es lo que se denomina biología sintética. Esta mezcla de disciplinas, que por aquel entonces era una especialidad muy incipiente que se estaba empezando a desarrollar en Estados Unidos, me fascinó. En España todavía no había ninguna estructura o titulación académica que te permitiera desarrollarla o profundizar en ella, pero como la biología sintética es, en gran parte, la aplicación de la teoría de circuitos (que ya me habían enseñado durante la carrera) utilizando material biológico en lugar de electrónico, pensé que si aprendía biología, ya tenía el pack. Así lo hice, y busqué la manera de hacer un doctorado en biología molecular.
Trabajaste como investigadora en el CNIO, el Centro Nacional de Biotecnología y el Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia. ¿Qué te ha enseñado tu paso por centros tan diversos?
Tener la oportunidad de colaborar con un centro de primer nivel siempre es una suerte. Me permitió darme cuenta de todas las posibilidades profesionales que tenía por delante. Conocí a personas de muy diferente formación y procedencia, y entendí que muchas veces a lo que te puedes dedicar no está ya escrito, sino que tú tienes que crearlo, que definirlo.
¿Qué te impulsó a poner en marcha BeABle?
BeAble Capital nace en 2008 de la mano de David López, juntos ideamos y arrancamos el proyecto. Queríamos que las tecnologías salieran de los laboratorios y llegaran a las personas, ya que la ciencia puede dar respuesta a los grandes retos a los que se enfrenta la sociedad. Posteriormente, Alberto Díaz y Roberto Ranera se sumaron a esta aventura, y junto a un extraordinario equipo de profesionales que componen BeAble Capital, estamos tratando de dar a la ciencia el lugar que se merece: convertirla en uno de los motores económicos de un país a través de la creación de una industria de valor basada en ella.
¿Cómo lo hacéis?
Identificamos e invertimos en empresas tecnológicas industriales surgidas de la ciencia que dan respuesta a necesidades no cubiertas, una categoría de inversión que hemos denominado science equity. Es vital que la ciencia se transforme en realidades empresariales, que sea un motor económico de un país a través de la generación de una industria avanzada y competitiva. Nos enfrentamos a grandes retos de sostenibilidad, medioambientales y de mejora de la calidad de vida, y en la ciencia se encuentran muchas de las tecnologías que nos permitirán afrontarlos. Pero solamente cuando existan empresas que las lleven al mercado estaremos en la senda de encontrar soluciones. Hacemos por ello inversión de impacto, cuya misión es obtener rentabilidades al tiempo que abordan los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
Pon algún ejemplo del tipo de proyectos en el que invertís.
Gracias a la inversión de BeAble Capital han visto la luz proyectos como A4Cell, un biochip intracelular que puede analizar simultáneamente parámetros muy diversos en células vivas en tiempo real. O Kumux, una tecnología de iluminación inteligente y biológicamente saludable para el ser humano.
¿Qué criterios seguís para decidir en qué proyectos merece la pena invertir?
Tenemos muy consolidado el proceso de detección, selección y gestión de oportunidades de inversión con un equipo perfectamente engranado. Ahora estamos preparándonos para dar el salto a otra escala superior como inversores, con intención de cerrar un segundo fondo que ya tenemos perfectamente diseñado y enfocado. Los campos en los que invertimos ofrecen una posibilidad de conseguir unos retornos considerables, y por ese motivo nos sentimos muy cómodos al seguir invirtiendo en science equity en el largo plazo y presentarnos como una gran opción para diversificar las carteras de inversión de grandes patrimonios o inversores que gestionen volúmenes considerables de fondos.
Con todo lo que está pasando parece que todos hemos vuelto la vista hacia los científicos. ¿Crees que esta pandemia hará que como sociedad nos replanteemos el valor de la ciencia?
No solo de la ciencia, sino también de nuestra capacidad de construir una industria de valor alrededor de ella. Tenemos una altísima capacidad científica pero no la estructura suficiente para desarrollarla. Para ello es fundamental el science equity y su capacidad de poner a la ciencia en el centro para proporcionar soluciones tan necesarias como rentables.
