Otras campañas de Benetton que también la liaron
La marca lleva desde los ochenta abordando temas sociales

A Benetton le están lloviendo palos por aprovechar las imágenes del rescate en el mar de los migrantes del Aquarius para su última campaña. De todos lados. Hasta Matteo Salvini, vicepresidente de Italia—el país que hace unos días se negó a acoger a las personas del barco—, ha criticado el uso de los refugiados como reclamo publicitario: “¿Solo a mí me parece esto inmundo?”
Esta no es ni mucho menos la primera campaña polémica de Benetton. La marca italiana tiene una larga trayectoria en lo que a publicidad provocadora se refiere. Empezó a principios de los ochenta, cuando Oliviero Toscani se hizo cargo de la dirección creativa de la marca (estuvo allí desde 1982 hasta el 2000). Bajo su guía, la publicidad de Benetton se posicionó contra el racismo y a favor de la diversidad, y se atrevió a dar visibilidad a problemas como el del sida cuando nadie hablaba de ellos.
En 1991, por ejemplo, usaron la fotografía del activista David Kirby con la que Therese Frare había ganado el segundo premio del World Press Photo para abrir el debate sobre la enfermedad.

También osaron mostrar a una monja y a un cura besándose.

En 1992 denunciaron los asesinatos de la mafia.

En 1996 sacaron tres corazones aparentemente humanos (aunque en realidad resultaron ser de cerdos) para trasladar el mensaje de que por dentro todos somos iguales.

En el 2000 decidieron hablar de la pena de muerte.

Acabamos con otra campaña de besos, esta de 2011, para animar a los mandatarios mundiales a quererse un poco más.
