Inma Bermúdez, diseñadora: “Un diseño es bello cuando mejora la vida de quien lo usa”
Bermúdez ha sido la ganadora de los XII Premios Mujeres a Seguir en la categoría de Cultura

Es todo un referente del diseño español a nivel internacional. Desde 2007, Inma Bermúdez dirige su propio estudio en Valencia junto al arquitecto alemán Moritz Krefter. Su trabajo combina artesanía y diseño industrial, abarcando desde objetos cotidianos hasta piezas exclusivas, todo con un enfoque sostenible e innovador. En estos años, Bermúdez, una de las ganadoras de los XII Premios Mujeres a Seguir, ha colaborado con marcas como Roca, Audi, Marset, Lladró e Ikea. Con la compañía sueca trabaja de forma continuada desde 2006, primero formando parte de su departamento de diseño en Älmhult y luego como ‘freelance’. Su objetivo es desarrollar productos que perduren en el tiempo, que sean sostenibles y que, sobre todo, hagan la vida más sencilla y amable a las personas. Además, está convencida de que el diseño debe ocupar un papel más activo dentro de grandes empresas e instituciones públicas, ya que los diseñadores pueden aportar soluciones a problemas complejos y abrir nuevas perspectivas a través de enfoques creativos e innovadores.
¿En qué momento sentiste que habías encontrado tu voz propia como diseñadora?
Ha sido un proceso progresivo. Siempre he sido una persona bastante insegura y durante mucho tiempo no quise tener un estudio con mi propio nombre. Pero, poco a poco, las circunstancias, las decisiones y la experiencia me han ido llevando hasta aquí. Y, desde luego, no me imagino en mi vida profesional dedicada a otra cosa.
¿Cuál ha sido el proyecto más especial o desafiante de tu carrera?
Ha habido muchos momentos importantes. Recuerdo mis inicios, cuando hice prácticas en la sede de Ikea en Älmhult (Suecia). Fue una experiencia que marcó mi manera de entender el diseño. Más tarde, en Lladró, afrontamos el reto de desarrollar objetos funcionales en porcelana con una estética más contemporánea, algo muy distinto a lo que se venía haciendo. Y recientemente, la colaboración con Roca, donde hemos diseñamos una grifería con una propuesta formal muy diferente a lo que existe hoy en día, también ha sido un desafío apasionante.
¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Partes de una idea, una necesidad concreta, un material…?
En la mayoría de los casos partimos de un brief, el documento que nos comparte la empresa y donde nos plantean sus necesidades. Normalmente lo primero que analizamos es la función y cómo se va a relacionar ese objeto con el usuario. A partir de ahí entran en juego otros factores como el material, la tecnología, el precio o los procesos de fabricación que ayudan a ir dando forma a la idea y afinando la propuesta final.
“El objetivo es que el diseño asequible no signifique ‘usar y tirar’ sino ‘durar y cuidar’”
¿Cuál es, en tu opinión, el equilibrio ideal entre belleza y funcionalidad en un objeto?
La belleza, para mí, nace de la coherencia. Cuando un objeto cumple su función con naturalidad, sin exceso ni artificio, empieza a ser bello. No entiendo la belleza como algo únicamente decorativo, sino como el resultado de un equilibrio entre uso, material y emoción. Un diseño es bello cuando mejora la vida de quien lo usa, respira honestidad y está bien hecho.
¿Cómo integras la sostenibilidad en tus creaciones?
Para mí, la sostenibilidad no es una ‘capa’ que se añade al final del proceso, sino algo que está presente desde el inicio. En el estudio intentamos que cada proyecto tenga una razón de ser y que aporte valor. Esto implica diseñar objetos duraderos, fáciles de reparar, con materiales responsables y procesos que minimicen el impacto ambiental. También se trata de pensar en la vida del producto, qué pasará con él cuando deje de usarse, cómo podrá reciclarse o transformarse.
Fuiste la primera diseñadora española en colaborar con Ikea, una marca global que apuesta por el diseño asequible. ¿Hasta qué punto es posible conjugar sostenibilidad y producción masiva?
Sin duda es un reto, pero también una oportunidad. La producción masiva tiene una gran responsabilidad porque llega a millones de personas y si consigues introducir mejoras sostenibles en ese contexto, el impacto positivo puede ser muy grande. La sostenibilidad tiene muchos ángulos de acción y forma parte de los cinco pilares fundamentales de Ikea, es decir, lo tienen en cuenta en cada aspecto: los materiales utilizados, la optimización del uso de esos materiales, procesos de producción más eficientes, eliminación del uso de plástico de un solo uso en los embalajes. Todo importa. El objetivo es que el diseño asequible no signifique ‘usar y tirar’ sino ‘durar y cuidar’. Creo que también es muy importante y decisivo la conciencia del usuario. No porque algo sea económico pierde su valor.
¿Qué materiales o técnicas cree que marcarán el diseño en los próximos años?
Confío en que sean materiales más respetuosos con el medio ambiente. Empresas como Notpla, con la que ya hemos colaborado, están trabajando con materiales muy interesantes a base de algas, por ejemplo. Pero más allá de la materia prima, en el estudio nos interesa mucho la idea de ‘reparabilidad’, productos pensados para evolucionar con el tiempo, que se puedan desmontar y volver a montar. Esa mentalidad de ‘ciclo completo’ creemos que será clave. Tampoco debemos dejar caer toda la responsabilidad sobre el material.
“El hogar del futuro debería hacernos sentir bien sin dejar una huella innecesaria en el planeta”
¿Cómo imaginas el hogar del futuro y qué papel jugará el diseño en él?
Imagino un hogar más nuestro, sencillo y flexible, con espacios que se adaptan a distintos momentos del día y objetos que no solo son funcionales, sino que conectan con quienes los usan. La tecnología, obviamente, será imprescindible, pero encontraremos un equilibrio donde pueda convivir de forma más natural, facilitando la vida cotidiana sin imponerse. El diseño tendrá que favorecer esa armonía, respondiendo a nuevas necesidades y creando ambientes más humanos, responsables y duraderos. En el fondo, el hogar del futuro debería hacernos sentir bien sin dejar una huella innecesaria en el planeta.




