Paola Roig, escritora: “Con los años aprendes a querer a la madre que eres y no a la que crees que deberías ser”

Roig, referente de la maternidad ‘millennial’, ha escrito su primera novela

Paola Roig.

Mariona tiene todo lo que siempre había querido: dos hijos, un piso en un barrio tranquilo, un perro y un trabajo estable. Pero debajo de esa fachada hay una mujer agotada, perdida y profundamente insatisfecha. Ese es el punto de partida de El café frío, la cerveza caliente (Brugera), la primera novela de Paola Roig, una historia sobre la maternidad real y el vértigo que da romper con lo que uno pensaba que iba a ser la vida. Roig sabe bien de lo que habla. No solo tiene dos hijos, también es psicóloga especializada en atención perinatal y fundadora del centro especializado en maternidad y crianza Pell a Pell. Además, se dedica a hacer divulgación con el pódcast La vida secreta de las madres, junto a Andres Ros, y desde su perfil de Instagram, donde la siguen más de 200.000 mujeres. Esta es su primer novela, pero no su primer libro: también ha publicado los ensayos La crianza imperfecta y Madre.  

La protagonista de la novela, Mariona, representa a muchas madres que se ven atrapadas en esa ambivalencia de querer a sus hijos por encima de todo y querer huir constantemente. Como madre y experta en el tema, ¿algún consejo para superar esa paradoja?

Creo que se trata de aprender a integrar estos sentimientos aparentemente contradictorios que en realidad no lo son tanto. Cuando entiendes que es algo normal y que forma parte de la maternidad, todo se relaja. Si no lo consigues, convivir con la culpa de no ser lo que se supone que es una buena madre, ese ideal que tenemos la mayoría, es difícil. Tenemos que aceptar que está bien querer irse o incluso irse y echar un poco de menos a tus hijos.

La maternidad es una etapa exigente, pero ¿esa exigencia viene más de fuera, del juicio externo, o interna?

Hay un poco de todo. Ser madre o padre es una de las tareas más difíciles de la vida de una persona. Supone mucha responsabilidad y al mismo tiempo te parece que no estás controlando nada. Eso da mucho miedo. Esa presión interna, que tiene que ver con la responsabilidad de criar a un ser humano y de intentar ser perfecta y llegar a todo, nos la ponemos todas. En el caso de las madres millennials, las que estamos criando ahora, a esto se suma las redes sociales y la hiperexigencia que nos imponen, con contenidos tipo ‘diez tips para que tu hijo tenga buena autoestima’ o ‘cinco cosas que debes conseguir antes de que crezca’. Las redes funcionan como un altavoz que amplifica ese miedo que ya tenías de no estar a la altura.

Tú utilizas las redes para hacer divulgación. ¿En qué punto la sobreinformación sobre maternidad y crianza empieza a causar más daño que beneficio?

Tener información es positivo. Nuestras madres y nuestras abuelas solo sabían lo que les decían el ginecólogo o el pediatra, y hablo en masculino porque generalmente eran hombres. Como mucho, les aconsejaba su madre. Nosotras podemos escoger, pero creo que ahí está el quid de la cuestión. Está muy bien tener información, pero hay que aprender a hacer uso de toda esa información. La teoría debería ser como un faro a seguir.  Tú puedes pensar que te gustaría criar a tus hijos en una línea, pero el camino lo debes trazar tú. Aquí es donde a veces nos hacemos un lío. No puedes hacerlo todo tal cual te diga un autor, un libro o una teoría. Eso es simplemente una idea que debes adaptar en función de quién seas y el tipo de madre que seas. Esa es una pregunta que nos hacemos muy poco.

En el libro también se reflejan las tensiones en la pareja que se pueden producir en esta etapa. ¿La corresponsabilidad sigue siendo una quimera?

Ahora mismo sí lo es, al menos en las parejas heterosexuales, que es donde suelo ver más desequilibrios en cuanto a corresponsabilidad. Por suerte, cada vez hay más hombres que empiezan a tomar conciencia y a intentarlo, pero me parece como que no es suficiente. Nos encontramos en un momento de transición de un modelo de paternidad a otro, pero el camino se está haciendo larguísimo para las madres, porque, mientras, ellas siguen soportando mucha carga.

Una encuesta del Club de Malasmadres de hace unos meses revelaba que el 85% de las madres españolas se sienten solas por falta de apoyo. Por tu experiencia, ¿es una cifra real?

Sí, totalmente. La soledad forma parte de la vida en general y de la experiencia de ser madre en particular. Esa responsabilidad de criar a una persona de la que hablaba antes y la preocupación por darle una buena educación, que sea feliz y tenga salud mental, implica cierta soledad. Por otro lado, somos una de las generaciones que menos ayuda externa tenemos a la hora de criar. Muchos abuelos todavía están trabajando y cuando ya no lo están, quizá están menos disponibles de lo que estaban los nuestros. Nunca antes el peso de la crianza había recaído tanto sobre una o dos personas.

“Ser madre supone mucha responsabilidad y al mismo tiempo te parece que no estás controlando nada”

¿Y qué podemos hacer para mejorar esas redes de apoyo y que las madres y los padres se sientan menos desamparados?

Un ejercicio que deberíamos hacer es crear nuevas redes de apoyo. Si tus padres no están disponibles, habla con las madres del colegio. Intenta compartir las tardes para estar juntas, veros en el parque, ir a casa de unas y otras o turnaros para cuidar a los niños. La socialización de los cuidados es algo que sigue costando. Decimos que nos sentimos solas, pero nos cuesta mucha soltar, dejar, por ejemplo, a los niños con la abuela o la tía un fin de semana. Lo que hay detrás es que pensamos que nosotras lo hacemos mejor. Si lo que queremos es socializar los cuidados hay que dejar un poco de lado esta exigencia propia y hacia los demás. Si la abuela viene a cuidar al niño, puede resultar hostil darle una lista de veinte normas que tiene que seguir. Tenemos que entender que, si compartes los cuidados, tu hijo o hija va a tener contacto con diferentes cuidadores, y mientras no se dé una negligencia, es bueno que sea así.

¿Cuáles son las consultas más recurrentes que te encuentras en consulta?

La más habitual está relacionada con esa sobrexigencia, la sensación de estrés, de ansiedad y de no llegar de la que hemos hablado, que priva de mucho disfrute de la maternidad. También aparece mucho la relación con la propia madre. La infancia y la relación con los padres es algo que se mueve mucho durante la maternidad. Y luego la soledad. Hay muchas mujeres que se sienten muy solas durante el postparto y la crianza.

¿Tú has sentido esas cosas?

Claro, me costaría pensar en una madre que no se haya sentido nunca así. No hoy en día. Seguramente nuestras madres le daban menos vueltas a las cosas, quizá tenían menos espacio para hacerlo. Es normal sentirse así, y más cuando tienes dos criaturas como yo. Mi hijo mayor tiene 7 años y la pequeña 4. La sensación de no llegar se multiplica. Pero también se pasa. Los primeros años son más duros. Luego una de dos, la cosa se relaja o aparecen nuevos problemas. Pero con los años aprendes a soltar esa exigencia y aprendes a querer a la madre que eres y no a la crees que deberías ser. Con lo que te gusta y lo que no te gusta tanto. A veces esto se da de forma natural y a veces en un proceso terapéutico, que puede ayudarnos a recorrer este camino. Es verdad que también hay mucho estrés relacionado con la situación económica actual, y eso no lo podemos cambiar en terapia, requiere un cambio social estructural.

“Decimos que nos sentimos solas, pero nos cuesta mucha soltar, dejar, por ejemplo, a los niños con la abuela o la tía un fin de semana”

Si tuvieras a Mariona en consulta, ¿qué le recomendarías?

Le invitaría a seguir el camino que sigue durante la novela, aprender a escuchar y a escucharse a sí misma. Esa mirada interna al cómo estoy y qué necesito es algo que nos falta a muchas madres. Ella lo hace, con subidas y bajadas, pero al final llega ahí.

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