El regreso de ‘Buffy’, la serie de culto que revolucionó la forma de tratar a las mujeres en televisión
El programa convirtió a la rubia con pinta de animadora que solía ser la víctima en la heroína de la historia

No hay confirmación oficial, pero todo apunta a que el esperado reboot de Buffy Cazavampiros será dentro de poco una realidad. El medio especializado Deadline ha informado, citando fuentes cercanas al proyecto, de que Hulu está a punto de dar luz verde a la grabación del episodio piloto de la nueva serie. Detrás de la cámara estará la ganadora del Oscar Chloé Zhao y parece que Sarah Michelle Gellar está en negociaciones para repetir el papel que la lanzó a la fama. El que no participará será el showrunner original, Joss Whedon, caído en desgracia después de haber sido acusado de acoso y comportamiento abusivo en sus rodajes.
Tiempo le ha faltado a internet para celebrar el regreso de una serie, considerada entre los mejores programas de fantasía de la historia de la televisión, que, sorprendentemente, sigue resultado tan fresca y actual hoy como en el momento de su estreno, hace ya casi tres décadas. Que Buffy, con sus pobres efectos especiales y sus monstruos de gomaespuma, haya soportado bien el paso del tiempo tiene que ver con la originalidad de su planteamiento. La idea de Joss Whedon fue dar la vuelta a los códigos del cine de terror, convirtiendo a la joven rubia y guapa perseguida por los malos, esa que normalmente muere al principio de la película, en la heroína de la historia. Toda una subversión para 1997, una época en la que el feminismo no estaba precisamente de moda, sino más bien todo lo contrario.
¿Cómo consiguió salir adelante un proyecto así? En un artículo publicado en The Guardian coincidiendo con el veinte aniversario de la serie, el actor Anthony Stewart Head, que durante siete temporadas interpretó a Giles, el mentor de la protagonista, contó que lo que preservó la integridad del programa fue la falta de expectativas de la cadena. “Tuvimos suerte de que Buffy estuviera fuera del radar, nadie esperaba que hiciera nada, así que no estuvimos sujetos a su escrutinio”. Los ejecutivos intentaron, eso sí, cambiar el nombre del personaje, que les sonaba un poco a broma. No habían pillado que se trataba precisamente de eso. “Es alguien llamado Buffy a la que nadie toma en serio, pero que tiene el destino del mundo en sus manos”.
Para quien necesite un repaso rápido, en la serie Gellar interpretaba a una adolescente de California que descubre que es heredera de una estirpe de guardianas, llamada las ‘cazadoras’, elegidas por el destino para luchar contra vampiros, demonios y otras fuerzas del mal, y salvar al mundo del apocalipsis. Buffy no fue, ni mucho menos, la primera heroína de acción que se veía en televisión, pero probablemente sí fue la primera con la que las chicas se podían identificar. Era una adolescente con superpoderes y un destino, sí, pero con los mismos problemas de estudios, de familia o de amores que el resto. En las últimas temporadas, una Buffy ya veinteañera se enfrenta a las facturas sin pagar o a las dificultades de la vida laboral.

El personaje resultaba infinitamente más accesible que Wonder Woman o los personajes de cómic. Para empezar, no iba vestida de spandex ni llevaba capa. Buffy repartía estopa llevando vaqueros o minifalda. Se preocupaba por su aspecto. Intentó ser animadora y reina del baile. También dudaba y estuvo a punto de romperse en muchas ocasiones. Era una heroína con comportamientos y rasgos de carácter que a menudo se consideran como frivolidades femeninas o síntomas de debilidad. Y demostró que para ser dura no había que renunciar a la feminidad ni imitar a los hombres.
La serie abordó temas como las relaciones tóxicas, la violencia de género y las agresiones sexuales, en un capítulo que sigue haciendo correr ríos de tinta. Mostró una de las primeras relaciones lésbicas que se vieron en horario de máxima audiencia, habló de salud mental y de los tiroteos en las escuelas (la emisión de ese episodio de la tercera temporada tuvo que ser postpuesta por la masacre de Columbine).
Aunque los temas fueran serios, los guionistas y Gellar consiguieron construir un personaje complejo, más irónico y divertido de lo que cabría esperar. El humor fue otra de las grandes bazas del programa, que combinó terror, comedia y drama adolescente con bastante fortuna.
Buffy tuvo la suerte, además, de coincidir con la explosión de internet y del fenómeno fandom. Eso ayudó a lo que, según Stewart Head en el citado artículo, acabó siendo el verdadero poder de la serie: consiguió resonar. “No solo con las niñas, o adolescentes, sino con todos”. No es de extrañar encontrar hombres hoy en la cuarentena que en su momento vieran Buffy, incluso aunque lo hicieran a escondidas. “Puede que Buffy fuera una adolescente, pero los temas del programa trascendían la edad o el género. Es, sin duda, una historia feminista, sobre el empoderamiento de las mujeres, pero Whedon logró contar esa historia de una manera inclusiva”. Habrá que ver si el equipo de la nueva serie consigue replicar ese espíritu en esta nueva etapa. Monstruos con los que luchar, en estos tiempos que corren, no faltan.
