'Invitadas', la exposición del Prado que reflexiona sobre el machismo del arte español
Plantea cómo el poder utilizó la pintura para propagar una visión del papel de la mujer en la sociedad

‘Invitadas’, la primera exposición temporal organizada por el Museo del Prado desde su reapertura tras el confinamiento, hace un repaso de la situación de la mujer en el sistema del arte español a través de algunas de las obras de los siglos XIX y principios del XX menos conocidas de la colección de la pinacoteca y de un pequeño pero significativo grupo de préstamos de otras instituciones.
La muestra reflexiona sobre el modo en el que los poderes establecidos defendieron y propagaron una visión del papel de la mujer en la sociedad a través del arte. La exposición, ordenada a través de episodios particularmente significativos de este sistema artístico, genera un conjunto de escenarios para analizar algunas de las consecuencias más profundas de esa mentalidad compartida. En todos estos espacios, explican desde el Museo, las mujeres que aparecen son pocas veces protagonistas por voluntad propia y rara vez están en los lugares que desean, solo fueron invitadas incómodas en la escena artística de su tiempo. “Creo que uno de los mayores atractivos de la exposición radica precisamente ahí, en no haber acudido a la periferia sino al arte oficial de la época. Es posible que alguna de estas obras sorprenda a una sensibilidad contemporánea, pero lo hará no por su excentricidad o malditismo, sino por ser expresión de un tiempo y una sociedad ya periclitados”, indica Miguel Falomir, director del Museo Nacional del Prado, en la nota de prensa sobre la exposición.

Cronológicamente, las 134 obras incluidas se enmarcan en un periodo que va desde los tiempos de Rosario Weiss (1814-1843) hasta los de Elena Brockmann (1867-1946). La exposición se organiza en dos grandes bloques que a su vez tienen distintos fragmentos temáticos. La primera parte ilustra el respaldo oficial que recibieron aquellas imágenes de la mujer que se plegaban al ideal burgués. El Estado legitimó estas obras mediante encargos, premios o adquisiciones, y fueron aceptadas como valiosas muestras de la madurez de sus autores, al tiempo que se rechazaban todas aquellas que se oponían a ese imaginario.

El contexto en el que se validaron estas representaciones sirve de antesala a la segunda parte de la muestra. En ella se abordan aspectos centrales de las carreras de las mujeres artistas, cuyo desarrollo estuvo determinado por el pensamiento predominante en su época, que diseñó su formación, participación en la escena artística y reconocimiento público. Para conformar y visibilizar este segundo episodio se han elegido algunos nombres de artistas mujeres imprescindibles de ese periodo, desde las románticas hasta las que trabajaron en el quicio de las vanguardias.

Ayer mismo el Museo del Prado comunicaba que había decidido retirar una de las 134 pinturas del catálogo de la exposición ante las evidencias proporcionadas por la historiadora del arte Concha Díaz Pascual de que tanto el título de la misma como su atribución eran erróneas. En concreto, se trata del cuadro titulado Escena de familia, atribuido en la muestra a Concepción Mejía de Salvador, cuando en realidad es de Adolfo Sánchez Megías y su verdadero título es La marcha del soldado. “El Museo Nacional del Prado lamenta este contratiempo, que confirma el carácter de proyecto abierto de esta exposición y la necesidad de proseguir la investigación sobre mujeres artistas de siglos pasados”, ha asegurado la institución. La exposición se podrá visitar hasta el próximo 14 de marzo.
