Pintando a Vincent
Hablamos con Sara Calderón y Sara Campos, las dos únicas españolas que participaron en la primera película animada pintada al óleo

Sara Campos vivía en Polonia cuando se enteró de que buscaban artistas para participar en un “proyecto un poco raro”. Como las oportunidades laborales para los licenciados en Bellas Artes no crecen precisamente en los árboles, respondió. La convocaron a una prueba que pasó “contra todos mis pronósticos”, puntualiza, y así se incorporó a Loving Vicent, la primera película animada completamente pintada al óleo, dirigida por la polaca Dorota Kobiela. Le tocó esperar casi un año mientras grababan la película con actores reales para que empezara realmente su parte: pintar las escenas.
Sara Calderón se unió más tarde al proyecto, cuando sus responsables vieron que se habían quedado muy cortos calculando la cantidad de trabajo que iba a conllevar y que, o incorporaban a más gente, o no acabarían nunca. Lanzaron una convocatoria, abierta a artistas de todo el mundo, para encontrar más pintores. Sara les mandó una muestra de su trabajo. “Me llamaron, me fui a Polonia a hacer una prueba que duró tres días y allí me quedé”, cuenta.
Al final fueron 125 los artistas que trabajaron durante más de dos años para hacer las más de 65.000 pinturas al óleo (doce por fotograma) que ha requerido dar vida a la película. Ellas trabajaron en el estudio de Gdansk, el más grande, donde había unos ochenta pintores. Había otros dos estudios más pequeños, uno en Breslavia, al sur del país, y otro en Atenas.
Pintaban entre diez y doce horas diarias, cada uno en un pequeño box, una caja negra para controlar las condiciones lumínicas. Cada box tenía un proyector, una cámara fotográfica insertada en una estructura diseñada y patentada por la directora y los responsables de arte de la película, un ordenador, una base de madera donde pintaban y una silla.
Al principio no tenían demasiado claro lo que estaban haciendo. “Hasta que no pasó mes y medio y nos enseñaron un primer montaje que mezclaba la grabación con actores con lo que llevábamos pintado no me hice una idea”, reconoce. Mediado el proyecto les mostraron otro montaje en el que oyeron por primera vez los diálogos.
Decir que el trabajo fue laborioso es quedarse corto. Tenían que pintar un fotograma y, posteriormente hacer once nuevas versiones, con variaciones de apenas un milímetro, para conseguir la sensación de movimiento. Sara Campos invirtió año y medio en pintar más de 1.700 cuadros, lo que equivale a un minuto y veinte segundos de película. Su escena más larga dura veinte segundos e invirtió en ella tres meses de trabajo. Calderón estuvo allí seis meses y pintó unos 370 cuadros que dieron vida a 30 segundos de la película.
Campos explica que pasar meses pintando lo mismo “fue psicológicamente agotador. A veces se convertía en algo muy mecánico, pero también tenía una parte más creativa. Teníamos que aportar nuestro estilo personal para darle calidez a la escena”. De hecho, y pese a que de lo que se trataba era de lograr un estilo homogéneo (inspirado en la obra de Van Gogh, claro) que le diera homogeneidad a toda la cinta, aseguran poder localizar en el metraje sus cuadros. También reconocen las escenas animadas por sus compañeros.
El equipo responsable de Loving Vicent busca ahora financiación para otra película, esta vez basada en Goya. Pese a lo contentas con el resultado de esta primera experiencia, Campos dice que ella se lo pensaría un poco si le ofreciesen participar. “Van Gogh es luz y color. No quiero imaginarme lo que puede ser pasarse meses en un box oscuro haciendo réplicas de las Pinturas negras”.
Con motivo del lanzamiento de Loving Vicent en DVD y Blu-Ray, las dos han realizado un mural de 2 metros de ancho por 1,5 metros de largo, en el que han invertido siete horas. La acción se ha desarrollado en el Wonder Photo Shop de El Corte Inglés de Callao.




Vídeo: Nando Muller para Fujifilm España