La poesía, fuente de placer
Una investigación indica que su lectura genera una respuesta emocional mayor que la de la música o el cine

Que la poesía genera una respuesta emocional es algo que sabe cualquier aficionado a los versos, pero un reciente estudio llevado a cabo por profesionales alemanes y noruegos ofrece algunas pistas más sobre el efecto que tiene en el cerebro. Los conejillos de indias fueron un grupo de veinteañeros (19 mujeres y 8 hombres), algunos lectores habituales de poesía, aunque la mayoría eran novatos en el género. Les leyeron textos de Friedrich Hölderlin, Friedrich Schiller, Theodor Fontane, Otto Ernst, William Shakespeare, Johann Wolfgang von Goethe, Friedrich Nietzsche, Edgar Allan Poe, Paul Celan y Rilke. Y mientras, registraron su ritmo cardíaco, expresiones faciales, y el movimiento de la piel y el vello de sus brazos a través de un dispositivo llamado goosecam [un juego de palabras a partir de goosebumps (piel de gallina) y cámara]. Cuando los participantes sentían escalofríos internos, también presionaban un botón.
Todos dijeron haber sentido escalofríos en algún momento de la lectura, y el 40,7% experimentó piel de gallina. Ese dato es similar a la reacción de la mayoría de la gente al oír música o ver escenas emotivas en películas. Sin embargo, sus respuestas neurológicas mostraron que al escuchar poesía se activaban partes del cerebro que no se activan con el cine o la música. Durante la lectura, los oyentes anticipaban subconscientemente la siguiente excitación emocional de una manera neurológicamente similar a la anticipación de recompensa que se podría obtener, por ejemplo, al desenvolver una chocolatina. Los investigadores denominaron esta reacción pre-chill (preescalofrío). Hasta 4,5 segundos antes de que los participantes presionaran el botón para indicar que lo estaban sintiendo, la piel de los voluntarios ya revelaba la emoción.

Los escalofríos y preescalofríos ocurrían principalmente al final de las estrofas y de manera aún más significativa al final del poema. Todo esto demuestra que hay algo fundamental en la forma poética que crea placer.