“Estar con un niño en la cocina es como estar en la jaula de un tigre”

Alma Obregón acaba de publicar un libro de cuentos con recetas para hacer con los más pequeños

Alma Obregón. Foto: Paula Martín.

Repostera, madre, influencer, deportista, escritora… Limitarse a una etiqueta cuando se habla de Alma Obregón resulta complicado. Ha escrito multitud de libros de recetas y ha conducido programas de televisión como Dulces con Alma, en Canal Cocina. También es una deportista incansable: ha corrido maratones y hace escalada de forma habitual. Y comparte su día a día en redes sociales junto a su marido Lucas y sus tres hijos, Bruno, Lola y Chloe. Pero, curiosamente, nada de esto entraba en los planes de Alma Obregón, que estudió Comunicación Audiovisual y Pedagogía del Violín. En realidad, no se aficionó a la cocina hasta que se fue a Alemania a hacer el doctorado. “Estando allí, no sé si por la soledad, el frío o porque llovía mucho, me dio por empezar a hacer repostería. Siempre he sido muy golosa, pero ahí fue donde, digamos, surgió la chispa. Hacer cupcakes se convirtió en mi obsesión”.

En 2010 abrió el blog Objetivo: cupcake perfecto para compartir las recetas que iba haciendo y, tras su regreso a España, continuó con esta afición. “El blog fue creciendo y yo me fui formando. Al poco tiempo, empecé también a dar cursos, porque en España había mucha demanda de cursos de cupcakes. Era algo novedoso y un tanto desconocido”. Llegado un punto, la repostería se convirtió en algo más que un hobby. “Nunca pensé que acabaría dedicándome a ello de forma profesional, con programas en la tele o publicando libros”, reconoce. Unos años y unos cuantos recetarios después, Alma Obregón se estrena ahora en la literatura infantil con Cuentos para minichefs (Timúnmas), un libro pensado para acercar la cocina a los más pequeños a través de cinco historias con cinco recetas en las que ella y su familia son los protagonistas.

¿Qué te motivó a publicar un libro de cocina para niños?

Todo surge de los cuentos que le contaba por la noche a Bruno, mi hijo mayor, desde que nació hace seis años. Cuando nació su hermana Lola me acordé de que, cuando yo era pequeña, mi padre le contaba a mi hermano mayor historias en las que yo era la protagonista, así que se me ocurrió empezar a hacer lo mismo. Poco a poco se me fueron ocurriendo más historias en las que ellos eran los protagonistas. Años más tarde, hablando con mi editora le dije que lo que verdaderamente me hacía ilusión era escribir un libro de cuentos, porque ya tenía algunos escritos y varias ideas para otros. Le mandé alguno, pero ahí quedó la cosa. Pensé que la propuesta no les había gustado o no les cuadraba. Pero meses más tarde me escribió y me dijo que les encantaba. Tengo que decir que he escrito muchos libros de recetas en estos años, pero el más emocionante ha sido este, con diferencia. Mi editora y yo decidimos que cada historia estuviera vinculada a una receta para hacer con los peques, porque los protagonistas somos nosotros, mi familia y yo, y en nuestra vida la repostería y la cocina están siempre presente.

¿Qué recuerdos tienes tú cocinando en familia? ¿Alguna receta que marcase tu infancia?

Tengo la suerte de que mi madre cocina genial, así que desde pequeña siempre he estado por la cocina zascandileando. El de la crema pastelera es el sabor que vinculo con mi infancia. Mi abuela materna nos hacía unos pasteles rellenos de crema pastelera buenísimos. La recuerdo perfectamente con la bandeja repartiendo pasteles en el jardín de su casa. Es una receta que mi madre heredó y recuerdo que los hacía en absolutamente todos los cumpleaños y celebraciones. A mí lo que me gustaba era ir y rebañar lo que quedaba en el cazo cuando terminaba. La crema pastelera estaba recién hervida, así que yo metía la cuchara y me quemaba la lengua. Siempre. Para mí, el sabor de mi infancia es la lengua quemada por la crema pastelera. Tengo muchos recuerdos de haber cocinado con mi hermano cuando éramos pequeños y también con mis tías. He tenido la suerte de estar siempre muy metida en la cocina y es algo que intento transmitir a mis hijos. La cocina es un sitio muy bonito para compartir con la familia.

¿Ha sido difícil elegir las cinco recetas del libro y las historias que las acompañan?

Tenía muchas ideas, muchas historias esbozadas, pero cuando me reuní con la editora, me comentó que lo ideal sería reducirlo a cinco. Se me ocurrió relacionar las recetas con algunos momentos especiales, para que todo tuviera una estructura. A partir de ahí fue más sencillo elegir las historias y vincularlas con momentos importantes para los niños como pueden ser el primer cumpleaños, la vuelta al colegio, Halloween, las vacaciones de verano o las navidades. Las recetas fueron después surgiendo: una tarta de cumpleaños, unas tortitas saludables o una receta con calabaza, que me encanta. De hecho, me apetecía mucho meter Halloween porque fue una de las primeras historias que le escribí a Bruno. Tampoco podía faltar la Navidad, porque también soy una apasionada de esa celebración y además es un momento muy típico para hacer repostería.

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La mayoría son recetas endulzadas con fruta.

Hoy en día se tiende a limitar al máximo el consumo de azúcar, lo que está muy bien. Muchas veces consumimos más azúcar en productos que no sabemos que la llevan que cuando la añadimos nosotros en casa. Es verdad que yo hago mucha repostería tradicional con azúcar, pero cuando se trata de recetas para niños, sí que creo que es especialmente importante reducir la cantidad, ya que ellos no controlan tanto como nosotros si comen más o menos. A ellos solo les preocupa si algo está bueno, no el azúcar que lleva. Por eso tenemos que tener ofrecerles comida lo más saludable posible. Por supuesto, tenemos que intentar evitar los azúcares refinados, porque será mejor para ellos y porque así aprenderán que hay formas de que sus dulces sean dulces, pero de forma saludable. La idea es poder ofrecer a los niños repostería saludable. También hay algunas recetas que no llevan huevo o en las que se explica cómo se pueden hacer sin huevo, porque hay muchos peques que no pueden tomarlo.

¿Crees que los niños se alimentan peor que antes o que, por el contrario, ahora somos más conscientes de lo que les damos?

Verdaderamente ahora somos más conscientes de lo que les damos. No creo que antes nadie se preocupara mucho por lo que comíamos, no era una de las prioridades de las que tenían los padres en ese momento. Pero, por otro lado, cada vez hay más productos ultraprocesados. Me parece que la solución está en cocinar más, elaborar nosotros mismos las cosas. Cuando hablamos del tema del azúcar, siempre digo lo mismo: no es lo mismo comprarte una pieza de bollería industrial que viene en una bolsa y está cargada no solo de azúcar, sino también de conservantes, colorantes y diferentes aditivos, que lo que tú vayas a hacer en casa. Aunque cuando cocines en casa añadas azúcar u otros ingredientes que deberían ser de consumo ocasional, al final estás viendo lo que añades. Tú tienes el total control sobre lo que comes. Por eso es tan importante animar a la gente a que entre en la cocina, que haga sus propios postres y recetas.

En el libro también incluyes algunos consejos para cocinar con niños. ¿Cuál es el más importante?

Lo más importante es tenerlo todo preparado antes de llamarles a la cocina. Esa es la clave del éxito. Estar con un niño en la cocina es como estar en la jaula de un tigre. No les puedes dar la espalda, porque en un momento la pueden liar: hay boles con ingredientes, masas, batidora, huevos... Hay muchas posibilidades de que acabe siendo un drama. Cuando son un poco más mayores, como con mi hijo de 6 años, es diferente. A él le gusta mucho ayudarme a pesar los ingredientes. Pero cuando tenía 2 años, si me iba un momento a la despensa para coger unos huevos, cuando volvía mi móvil estaba dentro de la masa o todo estaba en el suelo. De todas formas, hay que tomárselo con humor. Aunque lo tengamos todo preparado, siempre puede romperse un huevo o que se nos caiga la masa o nos equivoquemos con un ingrediente.

Corres maratones, haces escalada, tienes tres hijos, das cursos de repostería, escribes libros y eres muy activa en redes. ¿Cuál es la receta para llegar a todo (o al menos intentarlo)?

Tengo que decir que no llego a todo. Eso lo primero. Cuando vemos lo que hace la gente en las redes tendemos a pensar que nosotros somos los únicos que no podemos. Yo siempre tengo la sensación de ir con la lengua fuera. Pero soy afortunada porque siempre he sido mi propia jefa e intento ajustar el trabajo lo mejor posible a mi vida familiar, especialmente desde que tengo hijos, aunque muchas veces lo consiga durmiendo muy poco. Mi hija pequeña, Chloe, todavía no va al colegio y me tengo que organizar un poquito mejor. Antes de tener niños priorizaba más el trabajo. Lo único que hacía era correr, trabajar, correr, trabajar. Ahora intento que mi vida no gire en torno al trabajo.

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