De las pasarelas, al cine o la música, la estética emo vuelve a estar de moda
Otra tendencia de los 2000 que hemos recuperado
Si pensabas que el pelo sobre la cara, la ropa negra y los ojos ahumados que fueron el uniforme de muchos adolescentes a principios de este siglo XXI habían quedado definitivamente relegados al baúl de los recuerdos, te equivocabas. Sea porque la moda sea cíclica, por la obsesión de los más jóvenes por el Y2K, por nuestra nostalgia por todo lo relacionado con los 2000 o porque los tiempos que vivimos no inviten precisamente al optimismo, la estética oscura vuelve a imponerse.
El movimiento emo nació en los ochenta en la música como una versión más melódica e intimista del punk (emo es la abreviatura de emotional hardcore), se convirtió en los noventa en tribu urbana, identificada por una eclética estética que cogía elementos de culturas como el el gótico, el grunge o el skateboard, y en la primera década del nuevo siglo adquirió estatus de mainstream. Flequillo sobre los ojos, vaqueros pitillo, camisetas y sudaderas negras, medias de rejilla, Vans o Converse en los pies, maquillaje oscuro y kilos de eyeliner en los ojos eran su seña de identidad. Más allá de la estética, esta subcultura hizo de la tristeza su bandera. Según el tópico, los adolescentes emo gustaban de sufrir: seres con la emotividad a flor de piel que se sentían incomprendidos, con tendencia a la melancolía y la depresión.
En sus muros de MySpace sonaban bandas como My Chemical Romance, Paramore, Jimmy Eat World o 30 Seconds to Mars (la mayoría de las cuales, por cierto, renegaban de la etiqueta ‘emo’). My Chemical Romance sigue teniendo en la actualidad 11,6 millones de oyentes mensuales en Spotify, han vuelto a reunirse y han anunciado gira europea esta primavera (para sus fans españoles, de momento no hay fechas programadas en nuestro país), las jovencísimas Maggie Lindemann y Olivia Rodrigo se declaran admiradoras de Paramore (Rodrigo incluso les versionó en versionó en Good 4 U, la canción del pasado verano para Spotify), Willow Smith se ha reinventado como icono pop-punk, y raperos como Lil Wayne y, sobre todo, Machine Gun Kelly mezclan en su repertorio emo con hip hop.
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Este último y Smith han colaborado recientemente en el tema Emo girl, que recupera el mito de la musa emo sensible, misteriosa, propensa a la depresión y tan oscura como su visión de la vida. Incluso Kim Kardashian ha cantado, con su hija mayor y su sobrina, la canción ‘disfrazada’ de princesa oscura en Tik Tok. En esta red social abundan desde hace tiempo los retos emo: desde ‘los emos no nos extinguimos’, que muestra la vida actual de antiguos adolescentes que se identificaban con esa corriente, a ese otro que se extendió durante el confinamiento y que proponía una valoración de tu salud mental en función del número de canciones de este estilo que eras capaz de identificar: con más de ocho te podías considerar emo, once significaba que estás ‘roto’.
Matt Reeves, director de la nueva entrega de Batman, ha reconocido que esta estética (también Kurt Cobain) ha inspirado el look, con pelo largo y delineado de ojos ahumado de Robert Pattinson en la película. Por supuesto, Pattinson ha sido rápidamente bautizado por internet como “el Batman emo”.
Los últimos desfiles de Givenchy, Chanel, Versace, Balenciaga o Bluemarine también han demostrado que el negro y las vibraciones dosmileras están muy presentes en el mundo de la moda.
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Celebrities como Kourtney Kardashian o Megan Fox también han hecho mucho por volver poner de moda la estética emo y su primera hermana, la gótica, en alfombras rojas y redes sociales.
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La pareja formada por Fox y Machine Gun Kelly han recuperado también algo peor: una visión bastante retorcida y poco sana de las relaciones románticas basada en la vieja (y falsa) idea de que el amor tiene que doler. El pasado enero, ella anunció su compromiso en Instagram. “Le dije que sí y luego nos bebimos el uno la sangre del otro”, aseguraba. Poco después su prometido mostraba el anillo que le había regalado, una joya compuesta por dos partes (una esmeralda y un diamante, las piedras de nacimiento de cada uno) unidas por un imán “que dan forma al oscuro corazón que representa nuestro amor", según el rapero. En una entrevista con Vogue, Colson Baker (el verdadero nombre de Machine Gun Kelly) explicó después que las bandas que rodean las piedras son en realidad espinas, así que si su prometida trata de quitárselo, el anillo literalmente le hace daño. Parece difícil imaginar una señal más clara de que una relación es tóxica. Solo cabe la esperanza de que, como decían en su momento las madres de un adolescente gótico o emo, esto sea solo una etapa.
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