De nadadora olímpica a entrenadora de élite: la revolución de Andrea Fuentes en la natación artística
Fuentes ha sido la ganadora de los XII Premios Mujeres a Seguir en la categoría de Deporte

Como nadadora, Andrea Fuentes, una de las ganadoras de los XII Premios Mujeres a Seguir, participó en tres Juegos Olímpicos y ganó cuatro medallas: dos platas en Pekín 2008 y una plata y un bronce en Londres 2012. En 2013, una vez se retiró de su carrera deportiva como nadadora, se convirtió en consultora. Viajó por varios países ayudando tanto a clubes como a diferentes selecciones, entre ellas, las de Reino unido, Nueva Zelanda, Australia, Suiza o Estados Unidos. En 2018 se convirtió en seleccionadora de este último país. Cuando se hizo cargo del equipo estadounidense, estaba en el puesto trece del ranking mundial. Seis años después ganaron la plata olímpica. Lo consiguió, además, demostrando que los éxitos deportivos pueden lograrse de otra manera y que para ganar medallas no es necesario sacrificar la salud mental de los deportistas. Tras los Juegos de París fichó como seleccionadora del equipo español, con el que hizo historia en el Campeonato de Europa del pasado junio ganando once de once medallas posibles, y en el Mundial de Singapur de este verano, donde han ganado otras nueve medallas, tres de ellas de oro. Su objetivo es llevar a España a lo más alto en Los Ángeles 2028 y hacerlo con métodos respetuosos con el deportista.
¿De qué estás disfrutando más, de tu etapa como nadadora o de esta nueva como entrenadora?
Disfruté muchísimo de mi etapa como deportista, aunque, evidentemente, hubo momentos muy duros, pero tanto los buenos como los malos momentos me ayudaron a crecer y coger confianza en mí misma. Convertirme en entrenadora al principio me costó un montón. Me notaba como pez fuera del agua, metafórica y literalmente. Cuando has estado arriba, echas de menos actuar delante de miles de personas, pero después me di cuenta de que tenía mucho que compartir, mucho que enseñar, y no me lo quería quedar para mí sola. Poco a poco me fue gustando más entrenar y siete años después he llegado a un punto en el que creo que esta etapa me va a gustar incluso más que la de nadadora. Creo que de verdad he nacido para ser entrenadora.
¿Cómo fue esa transición? ¿Tenías claro, cuando te retiraste, que acabarías entrenando?
No, no lo tenía nada claro. De hecho, no sabía lo que iba a hacer. Había seguido diferentes estudios. Hice ingeniería informática, pero no acabé, porque no terminaba de gustarme y llegó un momento en el que decidí concentrarme totalmente en mi carrera deportiva. Luego estudié sociología, aunque sabía que tampoco iba a trabajar en eso. No tenía nada claro lo que iba a ser de mayor, así que ahorré lo suficiente como para estar dos o tres años sin trabajar y poder descubrir quién era yo fuera del fuera del deporte. Viajé, aprendí muchas cosas, tuve a mi primer hijo, me fueron saliendo ofertas de entrenadora y empecé a probar.
“Convertirme en entrenadora al principio me costó un montón. Me notaba como pez fuera del agua, metafórica y literalmente”
¿Cómo definirías tu estilo de liderazgo?
En realidad, no existían muchos modelos de liderazgo en la natación artística, así que tuve que construir el mío a partir de un ideal. Siempre he intentado liderar a través de la inspiración y el empoderamiento. Quería que mis nadadoras me preguntaran por qué hacemos lo que hacemos y explicarles el proceso paso a paso. Que hagan preguntas no me hace temer perder mi autoridad. Me dediqué a conocer a cada una de mis deportistas y me di cuenta que todas se motivan de manera diferente. Me centré en construir confianza, haciendo que se fijaran en sus fortalezas. Poco a poco he ido construyendo un sistema que ahora empieza a aplicar más gente en este deporte, y eso me hace mucha ilusión. Yo definiría mi estilo como liderazgo empoderador, frente al liderazgo autoritario tradicional.
¿Qué aprendizajes de tu carrera como deportista aplicas ahora en tu trabajo con las nuevas generaciones?
Muchas cosas. Mi entrenadora, por ejemplo, me enseñó a hacer posible lo imposible, a ser creativa, valiente. Pero era otra época y también viví cosas que no quería repetir como entrenadora. Las nuevas generaciones son muy diferentes. Antes se asumía simplemente que había que hacer lo que había que hacer, ahora hay más elección. También hay mucha más inteligencia emocional, y eso va más con mi estilo de liderazgo. Sé lo duro que es este deporte, la presión que hay, pero también lo que es el trabajo en equipo y lo maravilloso que puede resultar, porque lo he vivido en mi propia piel, y eso es algo que uso mucho en esta nueva etapa de entrenadora. Del budismo aprendí que el dolor es obligatorio, pero el sufrimiento es opcional. En el deporte de alto rendimiento obviamente hay dolor, porque se trata de superar tus límites físicos, pero eso no tiene que ir asociado a un sufrimiento. También es importante saber gestionar la presión y el liderazgo, que todo el mundo sienta que tiene su propio campo de liderazgo y que sin su presencia, el equipo no sería el mismo.
Últimamente se habla más de salud mental en el deporte de élite, pero ¿empiezan a cambiar de verdad las cosas? Es decir, ¿hay ahora menos presión, están cambiado las condiciones de entrenamientos, competiciones, etcétera?
Creo que la gran diferencia es que las nuevas generaciones son mucho más inteligentes en el sentido de que no aceptan ciertos tratos. Los entrenadores tenemos una gran responsabilidad en el cuidado de la salud mental de los deportistas. En mi caso te puedo asegurar que es algo que trabajamos muchísimo. Tenemos la mejor coach psicológica que podría haber pedido y el equipo la adora. Confío mucho en mis nadadoras y ellas confían en mí, en que haya transparencia y se resuelvan los problemas sin negar las emociones. Es importante que puedas mostrar tu vulnerabilidad y que la gente que te rodea pueda sentirla. Esos momentos son oportunidades perfectas para ayudarnos y aprender. La salud mental es una parte fundamental de mi programa.
“Los entrenadores tenemos una gran responsabilidad en el cuidado de la salud mental de los deportistas”
¿Qué crees que necesita la natación sincronizada para ganar mayor reconocimiento y apoyo?
Creo que estamos teniendo bastante reconocimiento para ser un deporte minoritario, obviamente no tanto como el fútbol, pero vamos haciendo nuestros pinitos. Estoy muy agradecida a la prensa por darnos portadas y minutos de televisión, incluso en prime time. Seguimos trabajando por dar visibilidad al deporte femenino, al fin y al cabo, una de nuestras misiones es inspirar y para eso hay que llegar a la sociedad. Por eso también usamos mucho las redes sociales.
¿Qué objetivos te marcas con la Selección en los próximos campeonatos internacionales?
Lo que espero es que naden en su mejor versión. Intento alejar al equipo de la presión por los resultados y las medallas. Siempre les que digo que cuando una se centra en el proceso, en ser un 1% más excelente que el día de ayer, mejora seguro.
“Las medallas de dan igual, lo que quiero es que, cuando acabe esta etapa, mis nadadoras salgan con alas y ganas de comerse el mundo”
¿Qué te gustaría que dijeran de ti tus nadadoras dentro de unos años, cuando recuerden su paso por el equipo?
Me gustaría que me recordaran como ese profesor o profesora que hemos tenido todos en la escuela, del que nos acordamos porque tuvo un impacto positivo en nuestra vida, nos empoderó y nos ayudó a creer en nosotros. Las medallas de dan igual, lo que quiero es que, cuando acabe esta etapa, mis nadadoras salgan con alas y ganas de comerse el mundo.



