“Soy feliz con mi maternidad, aunque dos o tres veces al día dimitiría de mis cargos y mis cargas”
Victoria Gabaldón es la fundadora de la revista ‘MaMagazine’

‘Maternidad honesta, maternidad brutal’ es el lema de MaMagazine, la revista fundada por Victoria Gabaldón, profesional con experiencia en el sector de los medios y la gestión cultural y una de las finalistas de los Premios MAS el año pasado, para hablar sobre la maternidad de una manera plural y sin prejuicios. El proyecto nació en internet y el año pasado se lanzó también en papel. Sus números, siempre muy cuidados, tienen una periodicidad trimestral. El cuarto nació hace poco. “Tratamos, sobre todo, del impacto de la maternidad en nuestras almas, en nuestros cuerpos, en la sociedad. A través de testimonios y entrevistas, queremos dar luz a todos esos rincones escondidos, a todos esos relatos invisibles de lo materno”, explica su fundadora. “Hacemos reportajes extensos y especiales sobre la no maternidad o cómo trata la industria cinematográfica a actrices, directoras, productoras o guionistas cuando se convierten en madres. Contamos con reportajes fotográficos que reflejan puerperios, trabajos que se cuestionan por qué algunas madres se arrepienten de serlo —spoiler: no se arrepienten de sus hijos, sino de haber sido madres en determinadas circunstancias—. Hablamos de familias fuera de lo heteronormativo, de salud mental, de adolescencia, de sexualidad...”
¿Qué te llevó a crear una revista dedicada íntegramente a la maternidad?
Pues supongo que, como la mayoría de las madres, llegué a interesarme en la maternidad como tema por frustración. Intentaba encontrar relatos distintos a los que nos presentaban, tradicionalmente, las revistas, la tele, los periódicos, el cine… y no los encontraba. Y no es porque no existan, sino porque no son tan visibles como otros asuntos. Estamos tan acostumbradas a esa figura de las madres abnegadas, que pueden con todo, que sentí que necesitaba relatos más enriquecedores, honestos y rompedores. Antes de ser madres o padres, solemos rechazar el relato de lo materno. No nos parece un tema interesante a priori. Quizá porque nos cuentan que es un tema improductivo, pero sobre todo, por todos los prejuicios que lo adornan y que debemos desterrar. La maternidad no es solo ser madres: es también ser hijas e hijos. Me gusta distinguir entre dos conceptos que, a veces, se confunden —algo que es normal, porque comparten una parte del camino—, que son la maternidad y la crianza. Esta revista está decidida a poner en el centro a la madre: eso es lo novedoso. Hablamos de la maternidad hacia arriba, en nuestro papel de hijas y hacia abajo, en nuestro posible papel de madres. Y digo nuestro posible porque MaMagazine aborda, también, en cada número, la no maternidad. Si conseguimos liberarnos de esos prejuicios, nos daremos cuenta de que hay un campo muy amplio para hablar de salud mental, creación, impacto, expresiones artísticas y culturales… y que lo materno es un tema interesantísimo y merecedor de mayor visibilidad en nuestros medios. A la madre, con frecuencia, se la olvida una vez que ha dado a luz y todo se focaliza en el bebé. Por eso, este Volumen IV se llama Va de nosotras y así lo reivindica en la portada. Por una vez, existe una publicación que va de nosotras.
¿Desde qué enfoque abordáis la maternidad?
Estamos dando valor a la maternidad como experiencia y estamos luchando por deconstruirla como institución. Es sorprendente y muy reveladora, por ejemplo, la mirada hacia la cultura desde lo materno y viceversa: observar la maternidad desde las expresiones culturales. Dedicamos un número completo, el Volumen II, llamado Crear, criar, desear, a explorar esa relación entre lo materno y lo creativo. Sinceramente opino que la creación es inevitable; otra cosa es que consigamos ganarnos la vida dignamente con ellos. Decía la escritora Ursula K. Le Guin: “Por supuesto que puedo criar tres hijos con una mano y escribir libros con la otra. ¿Por qué no? Mira cómo lo hago”. Alice Munro escribía durante las siestas de sus hijos. Louise Bourgueois, Frida Kahlo, Alice Neel… son muchas las mujeres cuyo concepto de la maternidad —aun sin ser madres— fue definitivo para el desarrollo de algunas de sus obras. Yo, que no encontraba relatos, estoy feliz porque, por fin, proliferan y son fáciles de encontrar. Algunos libros como Pequeñas labores, de Rivka Galchem; Un trabajo para toda la vida, de Rachel Cusk; Material de construcción, de Eider Rodríguez; Esta ira, de María García Zambrano; El corazón del daño, de María Negroni, o Vengo de ese miedo, de Miguel Ángel Oeste, están apuntalando estas nuevas escrituras sobre la maternidad, la paternidad y la familia. Urge revisar estas estructuras inmovilizadas durante tanto tiempo; ahora tenemos el tiempo y las ganas de hacerlo. Y espero que la tendencia sea imparable.
También os reveláis contra el mito de la madre perfecta y abnegada. ¿Cómo podemos derribarlo?
Huyendo de los relatos tradicionales, haciendo menos caso a todos los consejos que no pedimos y más caso a nuestro instinto. Estos días es noticia que Marie Kondo ha confesado que ya no le es posible mantener su casa en ese perfecto orden que predicaba. ¿El motivo? Que tiene tres hijos. La reina del orden ya no lo puede mantener. Y lo mejor de todo es que le da igual, o eso dice en las entrevistas. Cada una debe establecer qué es el éxito y la felicidad para consigo misma. Mi casa no es la más ordenada del mundo, pero como dice una de mis mejores amigas, es que la vida suena y mancha. Yo llevo mucho tiempo trabajándome mis prioridades, autoestableciéndolas para mí, haciendo caso ajeno a lo que la sociedad, como ente, espera de mí. Ahora soy feliz con mi emprendimiento, aunque no tenga un sueldo fijo al mes. Estoy desaprendiendo y soy consciente de que mi vida se queda corta para soltar todas las piedras que cargo en mi mochila. Soy feliz con mi maternidad, aunque dos o tres veces al día dimitiría de mis cargos y mis cargas. Tengo dos criaturas que me caen genial, pero mi amor por ellos no me nubla la vista: necesitamos hacer de la maternidad y los cuidados un tema colectivo. Llevamos mucho tiempo siendo madres y padres en hogares nucleares y debemos ser conscientes de que la política y la sociedad también tienen un papel importante en la colectivización de los cuidados.
Pudiste lanzar el primer número en papel gracias a una campaña de financiación colectiva. ¿Es, a día de hoy, un proyecto rentable?
Si mirase continuamente la hoja de excel con mis cuentas, sinceramente, no sé si seguiría adelante… Bueno, sí lo sé. Cuando comencé con este proyecto, cuando tracé el plan, supe que tendría por delante dos años complicados, levantando esta revista a pulmón. Mi contable, en los momentos en los que me desinflo, viene a mi rescate y me dice que voy por buen camino. Que me quedan unos meses complicados, pero que el proyecto está en crecimiento. Así que confío en él y sigo luchando. Necesitamos el apoyo de más socias y más marcas que compartan nuestros valores de respeto al medio ambiente, al crecimiento de la mujer y a la sostenibilidad. Nuestros anunciantes no son solo anunciantes: tenemos la suerte de estar acompañadas por proyectos amigos, muchos de ellos de mujeres emprendedoras con las que crecemos juntas. Nos encanta este modelo de negocio.
¿Tus ideas sobre la maternidad eran muy diferentes antes de tener hijos?
Antes de ser madre, siempre que me preguntaban si quería tener hijos, yo contestaba que no lo sabía. Mis amigas insistían en saber si yo querría o no, si no deseaba o no. Y yo seguía sin tener ni idea. Me decían que me lo imaginara: imposible, era incapaz. La maternidad me buscó a mí. Yo no la busqué a ella. Me la encontré y, sin saber mucho, sin haber prestado nunca demasiada atención a las referencias que la precedían, le abrí la puerta. Y lo hice de par en par, sin reservas, sin condiciones y sin lecturas. Y sin saber que iba a atravesarme de esta manera.

