“El espacio es un sector estratégico para la soberanía de los países”
La ingeniera Rocío García trabaja en el desarrollo de Galileo, la alternativa europea al GPS

Ya a finales del siglo pasado, algunos países de la Unión Europea empezaron a mostrar cierta inquietud por nuestra dependencia de GPS y GLONASS, los sistemas de posicionamiento y navegación estadounidense y ruso. Su principal temor era que, en caso de conflicto, Rusia y Estados Unidos limitaran a los países de la UE el acceso a estos sistemas y los utilizaran en beneficio propio. Así nació el proyecto Galileo. Tras algunos retrasos y muchas pruebas, el sistema de navegación por satélites financiado y desarrollado por la Unión Europea y la Agencia Espacial Europea (ESA) empezó a operar en 2016.
En la actualidad, veintidós satélites operativos lo integran. “Desde 2017 todos los teléfonos móviles son capaces de recibir las señales de Galileo”, explica Rocío García, que desde Thales Alenia Space España trabaja en el desarrollo de la segunda generación del sistema, que se pondrán en órbita a finales de 2024 y aumentará su capacidad y seguridad. La Agencia Espacial Europea (ESA) firmó el año pasado un contrato de casi 800 millones de euros con Thales para la provisión de seis de los satélites de Galileo. Desde la filial de la compañía italiana en Tres Cantos (Madrid) trabajan, en concreto, en el apartado de comunicaciones, un área especialmente importante para esta segunda generación de Galileo, ya que una de sus principales novedades serán los enlaces intersatelitales que permitirán aumentar la precisión del servicio de posicionamiento y dotar al sistema de mayor autonomía a bordo, sin depender de estaciones terrestres.
¿Qué diferencia a Galileo de otros sistemas de localización?
La principal diferencia es que Galileo es un sistema diseñado para uso civil desde sus inicios, al contrario de los sistemas estadounidense y ruso, que comenzaron como sistemas militares. Es la Comisión Europea, a través de la agencia EUSPA, la que se ocupa del desarrollo y la gestión del programa. Además, su precisión en el posicionamiento es del orden de decímetros. Se caracteriza también por una gran robustez frente a posibles interferencias, gracias al uso de comunicaciones encriptadas. El servicio disponible en modo abierto al público en general ha servido para mejorar las prestaciones y hacerlo accesible con gran resolución a millones de usuarios.
¿Qué aplicaciones prácticas tiene?
Las más conocidas y que tienen mayor número de usuarios son las de navegación instaladas en los teléfonos móviles, usadas en el transporte por carretera por coches y camiones. Pero hay otras aplicaciones también muy importantes, aunque menos conocidas. En logística y transporte marítimo se utiliza para poder conocer la localización de la carga en cualquier momento. En transacciones financieras y bancarias permite determinar con precisión el momento en que estas se producen. Y en aplicaciones de salvamento y rescate, recoge la señal emitida por las balizas de los barcos o personas en situación de emergencia, envía a los centros de control en tierra la posición en la que se encuentran y, lo que lo diferencia de otros sistemas, incluye un enlace de retorno para comunicar con la persona en peligro y avisarla de que los equipos de rescate han sido alertados.
Ahora trabajas en la segunda generación de Galileo. ¿En qué se va a centrar esta nueva etapa?
Esta segunda generación, que contará por ahora con doce nuevos satélites, quiere mejorar la precisión del sistema y aumentar la robustez y flexibilidad. La robustez, entendida como protección frente a interferencias, se va a conseguir mediante comunicaciones encriptadas y enlaces directos entre satélites, como el Inter Satellite Link, que estamos desarrollando en Thales Alenia Space en Madrid. Por otro lado, para aumentar la precisión en la determinación de la posición, se utilizará un mayor número de relojes atómicos, que combinados generarán una referencia de tiempos de gran estabilidad. Por otro lado, esta generación se está diseñando con la flexibilidad necesaria para poder actualizar sus prestaciones a lo largo de la vida media de los satélites, que será de quince años. Mediante el uso de equipos reprogramables en vuelo se podrán implementar futuros servicios que demanden los usuarios.
Se supone que Galileo permitirá a Europa ser independientes de los servicios de geolocalización y posicionamiento de Estados Unidos y Rusia. Dada la situación de guerra actual, ¿ha cobrado mayor importancia ese objetivo?
Desde antes de la invasión de Ucrania, la Comisión Europea ya era consciente de que el espacio es un sector estratégico para la soberanía de los países. Efectivamente, la creación de un sistema europeo independiente fue el principal motivo para la puesta en marcha de programa Galileo. También proporcionar un servicio de más precisión que la que ofrecían otros sistemas, como el GPS o el Glonass, en ese momento. El objetivo de esta independencia es garantizar que el funcionamiento esté asegurado incluso en caso de conflicto internacional con otros países. Dado el número y la importancia de las aplicaciones que dependen del sistema Galileo, es fundamental asegurar que el sistema esté garantizado en todo momento y protegido ante posibles ataques, ya sean interferencias o falsificaciones de la señal. Es por esto que, además del modo abierto, Galileo dispone de otros modos de funcionamiento basados en comunicaciones cifradas tanto para protegerlo frente a interferencias como para evitar que otros sistemas puedan ‘engañar’ a los receptores de la señal de navegación.
También participaste en el proyecto SEOSAT-Ingenio, el primer satélite español de observación de la Tierra, que se perdió durante el lanzamiento. ¿Qué conclusiones podemos sacar de esa experiencia fallida?
Podemos decir que lo más importante fue lo que aprendimos a lo largo de los años que duró el proyecto, desde su concepción hasta su lanzamiento. Ingenio supuso, para toda la industria espacial española, y en particular para Thales Alenia Space en Madrid, un crecimiento en la cadena de valor. Nos permitió adquirir las competencias y capacidades necesarias para desarrollar y probar un instrumento óptico completo. Además, las tecnologías y productos que se desarrollaron para ese programa nos permitieron diseñar nuevos equipos para satélites de observación de la Tierra que se han embarcado en misiones que están actualmente en vuelo. Por otro lado, nuestra empresa pasó de desarrollar unidades y equipos individuales a integrar subsistemas más complejos que nos han llevado a liderar hoy en día la integración de las cargas útiles completas de comunicaciones en las bandas UHF y Ka de los satélites Spainsat NG.
También eres responsable en Madrid de Women in Aeroespacial Europe, una asociación que intenta, entre otras cosas, fomentar vocaciones en esta área entre las jóvenes. En tu caso, ¿cómo te interesaste por la ciencia y la tecnología?
Siempre me gustaron las matemáticas y la física, y elegí la rama de Ciencias en el bachillerato. En el momento de elegir una carrera, no tenía una opción clara y fue mi tutora la que me sugirió estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones. Me informé del plan de estudios, de las salidas profesionales, hablé con algunos estudiantes de los últimos cursos y finalmente me decidí por ella. Esta experiencia personal me ha hecho darme cuenta de la importancia de dar visibilidad a las carreras STEM y sus salidas profesionales, tanto de cara a los estudiantes como a los profesores y las familias, que muchas veces son los que les orientan en el momento de elegir carrera. Por eso en WIA-E impartimos charlas en colegios, desde primaria hasta bachillerato, ofrecemos un programa de mentoring y a través de mesas redondas y otras actividades damos a conocer las oportunidades laborales que ofrece el sector espacial.
He leído en tu perfll que empezaste a trabajar como directora de una radio en Perú. ¿Cómo acabaste allí y cómo diste luego el salto al sector aeroespacial?
Durante la carrera estudié las especialidades de radio y de equipos electrónicos, y antes de incorporarme al mercado laboral en España, decidí dedicarme durante un tiempo a proyectos de cooperación internacional. Me surgió la posibilidad de instalar un transmisor de FM, trabajar en el departamento técnico de una emisora de radio local y posteriormente encargarme de la dirección. En esa época no había internet ni teléfonos móviles, y la radio se utilizaba para enviar mensajes entre zonas alejadas, para formación a distancia y como un instrumento de información y comunicación esencial. Al volver a Madrid, entré en la universidad para comenzar un doctorado, pero por temas burocráticos no me dieron la beca del Ministerio, así que mandé el CV a Alcatel (hoy Thales Alenia Space), que era la empresa con la que estábamos trabajando desde el departamento de la universidad. Lo que me hizo decidirme por esta empresa fue la posibilidad de trabajar en las diferentes etapas de desarrollo de un producto: desde el diseño, pasando por la fabricación hasta las pruebas y entrega final de los equipos. Me gustó la idea de poder desarrollar en nuestras instalaciones equipos que luego puedes ver en funcionamiento en el espacio.
Con la llegada de nuevos competidores y el interés renovado de algunos gobiernos, parece que hemos entrado en una nueva era de la exploración espacial. ¿Qué objetivos realistas crees que podemos plantearnos a corto plazo en este ámbito?
Efectivamente, vivimos un momento de mucha actividad en el sector espacial, tanto en el campo de la exploración espacial como en otros ámbitos como las telecomunicaciones, la observación de la Tierra y la navegación. Las recientes imágenes proporcionadas por el telescopio espacial James Web son solo una muestra de las increíbles aportaciones que la actividad espacial puede hacer a la ciencia. El año que viene se va a lanzar la misión Euclid, de la Agencia Espacial Europea (ESA), que estudiará la energía y la materia oscuras y nos ayudará a entender mejor el origen de la expansión acelerada del Universo. Volver a la Luna es el objetivo de muchas misiones de diferentes países. Por ejemplo, el programa Artemis, liderado por la NASA y en el que colaboran varias agencias espaciales. Se está diseñando una estación espacial en órbita lunar, llamada Gateway, desde la que descender a la superficie lunar o utilizar como punto de partida para viajar a otros planetas. En los próximos meses está previsto el primer ensayo de vuelo del vehículo Orion, que llevará a las nuevas tripulaciones de astronautas a la Luna, incluyendo a las primeras mujeres que viajarán a nuestro satélite natural. La ESA colabora en Artemisa aportando dos módulos de la Gateway, así como el módulo de servicio del vehículo Orion. Desde Thales Alenia Space en Madrid participamos actualmente en ocho misiones para la NASA, la ESA y KARI (la agencia espacial coreana): tres orbitadores lunares, la Gateway, tres plataformas de aterrizaje lunar, y el rover VIPER de la NASA, que buscará agua helada en el polo sur de la Luna. Otro objetivo a medio plazo es el envío de nuevas misiones a Marte que nos permitan aumentar el conocimiento de ese planeta. Por ejemplo, la misión Mars Sample Return, cuyo objetivo será traer a la Tierra por primera vez las muestras recogidas en la superficie del planeta rojo. Son pasos importantes para la exploración de Marte y para que, en un futuro, quién sabe si no muy lejano, podamos enviar allí las primeras misiones tripuladas.