Adiós a la dieta mediterránea: así ha pasado España a liderar el ranking europeo de obesidad infantil
Save the Children alerta del aumento del sobrepeso, sobre todo, entre los niños de hogares con bajos ingresos

“Los niños y niñas de Suecia son los más cercanos a llevar una dieta mediterránea en Europa”. Lo dijo Catalina Perazzo, directora de incidencia social y política de Save the Children, durante la presentación del informe ‘Adiós a la dieta mediterránea: nutrición y hábitos saludables de la infancia en España’, que concluye que los países mediterráneos han pasado de tener una de las dietas más sanas del mundo a otra donde los dulces, la comida rápida y las bebidas azucaradas han desplazado a la fruta, la verdura, el aceite de oliva y el pescado. La organización alerta de que esta situación se podría ver agravada por el aumento de precios de verduras y frutas consecuencia de la escalada de la inflación.
Save the Children realizó una encuesta en septiembre de 2021 a más de 2.000 padres y madres para entender el impacto de la crisis de la Covid-19 en la nutrición y la salud de los niños y niñas de España. Sus resultados se compararon con los de con la Encuesta Nacional de Salud de España (ENSE) llevada a cabo en 2017. El análisis señala que casi un 28,1% de los menores de 18 años tendrían exceso de peso en España después del confinamiento, cifra ligeramente superior a la de antes de la pandemia (27,6%).
España lidera, junto a Chipre e Italia, el ranking europeo de obesidad infantil. De media, en la Unión Europea, casi uno de cada ocho niños y niñas de entre 7 y 8 años sufre obesidad. En España son casi uno de cada 5, es decir, el 18%.
Los principales determinantes de la obesidad y el sobrepeso en la infancia son la calidad de la alimentación, la actividad física o el número de horas que los niños pasan durmiendo o frente a una pantalla, además de factores ambientales, culturales y biológicos —si sus padres y madres son obesos tienen más posibilidades de sufrir exceso de peso—. Pero como apunta el informe es, sobre todo, el nivel socioeconómico el que determina la salud nutricional de ese niño o niña y sus hábitos saludables.
Vivir en un hogar con renta baja dispara la probabilidad de sufrir obesidad o sobrepeso en la infancia. Los hogares con menores ingresos (el 32,5%) cuentan con menos posibilidades de acceder a los alimentos necesarios para una dieta equilibrada, de sufragar actividades extraescolares o de ocio no sedentario o tratar problemas de salud como los trastornos de conducta alimentaria o las patologías bucodentales, estrechamente relacionadas con patrones alimentarios inadecuados, que los hogares con rentas altas (un 19%). “No podemos olvidar que los barrios más pobres tienden a concentrar mayor número de restaurantes y establecimientos de comida rápida”, indica Andrés Conde, director general de Save the Children.
En cifras se traduce en que el 18,1% de los niños y niñas de hogares con ingresos más bajos consume a diario dulces frente al 10% de los niños y niñas de familias acomodadas. Y más del 71% de los hogares con ingresos altos practican actividades físicas o deportivas regularmente pero solo un 41% de los hogares de renta baja lo realiza. En la mayoría de los casos, estos niños y niñas de hogares pobres nunca realizan actividad física o lo hacen solo de manera ocasional.
Además, las familias más pobres encuentran mayores dificultades para conciliar y poner en práctica hábitos saludables, incluidos los culinarios, o disfrutar de ocio no sedentario con sus hijos. Esta desigualdad se repite con el tiempo que dedican a las pantallas: la gran mayoría de niños y niñas que destinaban en 2021 nada o menos de una hora al día frente a una pantalla (el 79,6%) vivían en hogares de renta alta. En cambio, casi la mitad (el 46,3%) de aquellos niños y niñas que pasan más de cinco horas al día frente a una pantalla, muy por encima del máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud de dos horas diarias, viven en hogares de renta baja.
Si bien la pandemia ha supuesto una reducción de las horas de sueño entre niños, niñas y adolescentes de 27 minutos, los patrones de descanso también dependen del nivel socioeconómico de las familias. El 28% de los niños y niñas que viven en hogares de renta alta duermen más de las diez horas diarias que recomienda la Asociación Española de Pediatría (AEP), mientras solo el 9% de los niños y niñas de hogares de ingresos bajos duermen esas horas.
La situación de la infancia y la adolescencia respecto a la obesidad y el sobrepeso tras la pandemia resulta muy similar a la previa, pero “debemos tomar estos números con cautela, porque los cambios en el Índice de Masa Corporal, que es la medida más común de la obesidad y el sobrepeso, requieren tiempo”, explica Conde. Los padres y madres encuestados responden sobre la altura y peso de sus hijos e hijas, y esta información podría estar menos actualizada que en circunstancias normales al haberse reducido las visitas pediátricas rutinarias con la Covid-19.
La pandemia ha afectado a la reducción del consumo de verduras y, en especial, la fruta. Si en 2017 más de la mitad de los niños y niñas de entre 4 y 14 años (el 56%) consumían fruta a diario, en el momento de la realización de la encuesta este valor se redujo hasta el 40%. “Uno de los pocos datos positivos es que el consumo de dulces se redujo en casi un 70% y el de bebidas calóricas casi a la mitad. No obstante, es posible que este efecto sea coyuntural y debido solamente a las restricciones de movilidad y al cierre de comercios y espacios de ocio donde adquirir y consumir este tipo de productos”.
Save the Children destaca que los comedores escolares de calidad garantizan una comida saludable, pero no todas las familias pueden permitírselos. Las becas comedor podrían democratizar el acceso a este servicio, pero ni se ofrecen a todos los niños y niñas que las necesitan ni, en caso de obtenerlas, cubren siempre el coste completo. “Dependiendo de la comunidad autónoma y el nivel de renta familiar, estas ayudas cubren un porcentaje del precio del comedor, que puede variar entre el 10 y el 100% del coste, aunque la ayuda completa es la menos común”, detalla Perazzo. Con un porcentaje del 27,4% de niños y niñas en situación de pobreza según el INE, solo el 11,2% del alumnado percibe beca comedor. Entre las autonomías, la desigualdad es palpable: Euskadi ofrece cobertura completa por encima de su tasa de pobreza mientras que Murcia, Melilla, Islas Baleares y Cantabria apenas llegan al 5% de esos niños y niñas.
Save the Children recoge en su informe una serie de recomendaciones y buenas prácticas para revertir los porcentajes de niños, niñas y adolescentes que sufren obesidad y sobrepeso infantil. Es necesario un trabajo en el ámbito fiscal, por ejemplo, aplicando una fiscalidad más estricta a alimentos perjudiciales para la salud y una más beneficiosa a la alimentación saludable porque ya se ha demostrado que funciona. También habría que tomar medidas en el ámbito escolar, como asegurar que todos los niños y niñas de familias de renta baja accedan a una beca comedor para, al menos, disfrutar de una comida saludable al día. Y en el ámbito sanitario, la oenegé recomienda regular la figura del dietista y promover la creación de equipos multidisciplinares para la lucha contra la obesidad infantil.