El discurso que Hillary Clinton nunca llegó a dar
La candidata a las presidenciales de 2016 ha compartido el discurso que hubiera pronunciado de haber ganado las elecciones

Por primera vez, Hillary Clinton ha compartido en público el discurso que había preparado para el caso de resultar ganadora en las elecciones presidenciales que la enfrentaron a Donald Trump. Clinton se ha emocionado al leer en voz alta el texto para una clase magistral sobre el poder de la resiliencia publicada en Masterclass, una plataforma online en la que personajes célebres comparten su saber sobre algún tema. Leerlo, aseguró durante la sesión, ha implicado enfrentarse a una de sus derrotas más públicas. "Nunca he compartido esto con nadie. Nunca lo he leído en voz alta. Pero ayuda a resumir quién soy, en qué creo y cuáles eran mis esperanzas para el tipo de país que quiero para mis nietos y para el mundo".
Con la perspectiva del tiempo y de cuatro años de administración Trump, sus palabras dan pistas sobre lo diferente que podría haber sido el último lustro si esa cita electoral hubiera acabado de otra forma. El discurso empezaba haciendo un llamamiento a la unidad, con cita incluida del discurso inaugural de Abraham Lincoln, en el que el presidente que abolió la esclavitud pedía evitar la guerra civil.
“Compatriotas, hoy habéis enviado un mensaje al mundo entero”, comenzaba la intervención de Clinton. “Nuestros valores perduran. Nuestra democracia se mantiene fuerte. Y nuestro lema sigue siendo: e pluribus unum (unidad en la diversidad). No seremos definidos solo por nuestras diferencias. No seremos un país de ‘nosotros contra ellos’. El sueño americano es lo suficientemente grande para todos. A lo largo de una larga y dura campaña hemos sido desafiados a elegir entre dos visiones muy diferentes de Estados Unidos. Cómo crecemos juntos, cómo vivimos juntos y cómo nos enfrentamos juntos a un mundo lleno de peligros y promesas. Básicamente, esta elección nos desafió a decidir qué significa ser estadounidense en el siglo XXI. Y alcanzando la unidad, la decencia y lo que el presidente Lincoln llamó ‘los mejores ángeles de nuestra naturaleza’ superamos ese desafío”.
Clinton reconocía la profunda división partidista que fracturaba la sociedad estadounidense, pero aseguraba que bajo el barro de la política, una serie de valores unían a la nación. “En un país dividido por raza y religión, clase y cultura, y, a menudo, un partidismo paralizante, una amplia coalición de estadounidenses han adoptado una visión compartida de unos Estados Unidos esperanzados, inclusivos y de gran corazón. Unos Estados Unidos donde las mujeres sean respetadas y los inmigrantes sean bienvenidos”.
Por supuesto, también hablaba de la importancia de que una mujer llegara por fin a la presidencia del país. “He conocido a mujeres que nacieron antes de que las mujeres tuvieran derecho al voto. Han estado esperando cien años por esta noche. He conocido a niños y niñas que no entendían por qué una mujer no había sido presidenta antes. Ahora saben, y el mundo sabe, que en Estados Unidos todos los niños y niñas pueden crecer para ser lo que sueñen, incluso presidente de los Estados Unidos. Esta es una victoria para todos los estadounidenses. Hombres y mujeres. Niños y niñas. Porque como nuestro país ha demostrado una vez más, cuando no hay techos, el cielo es el límite".
Clinton se emocionó especialmente al leer un pasaje que hablaba de su madre, fallecida en 2011, y de la dura infancia que tuvo tras quedar huérfana. “Este verano, un escritor me preguntó que si pudiera retroceder en el tiempo y hablarle a cualquier persona de la Historia sobre este hito a quién elegiría. La respuesta fue fácil: mi madre, Dorothy”, cuenta. "Sueño con acercarme a ella y sentarme a su lado, abrazarla y decir: 'Mírame. Escúchame. Sobrevivirás. Tendrás una buena familia propia. Y tres niños. Y por difícil que sea imaginarlo, tu hija crecerá y se convertirá en presidenta de los Estados Unidos’”.