La científica que salva vidas con pintura
Pilar Mateo es la inventora de Inesfly

La valenciana Pilar Mateo lleva más de dos décadas luchando contra enfermedades endémicas en países en vías de desarrollo mediante una pintura insecticida que ha ayudado a controlar el chagas, la malaria o el dengue en muchas regiones de América y África. Pero su lucha de fondo es contra la pobreza, la verdadera causa de que cada año sigan muriendo miles de personas por enfermedades para las que la ciencia tiene solución.
Es una de las científicas más prestigiosas de España y del mundo, pero Pilar Mateo es, sobre todo, una mujer de acción, a la que siempre le ha interesado la práctica más que la teoría. Ya de niña le gustaba experimentar e inventar cosas. “Por ejemplo, una vez se me ocurrió hacer gasolina para el coche y otra vez diseñé un producto retardatario del fuego”, cuenta. “Si las teorías científicas no se pueden aplicar, entonces la ciencia se vuelve un objeto de fe, no de la razón. Yo he llegado a la ciencia a través de la práctica y del experimento. Es una visión pragmática pero real”. Esa visión tan útil de la ciencia se completa, en su caso, con una marcada vocación social. Cree firmemente que la ciencia debe estar al servicio de la sociedad, y por ello ha dedicado su vida a la lucha contra las enfermedades mortales asociadas a la pobreza.
Todo comenzó hace más de dos décadas con un viaje al Cacho boliviano, una de las regiones más pobres de América del Sur. Poco después de licenciarse en Química y hacer el doctorado en el CSIC, Pilar Mateo se tropezó con una noticia sobre un hospital que había tenido que cerrar por una plaga. Eso encendió una luz en su cabeza y empezó a investigar sobre pinturas insecticidas, lo que dio lugar a su primera patente, basada en una tecnología de microencapsulación bio polimérica que servía para el control de artrópodos. Ella creía que su invento se utilizaría principalmente para el control de cucarachas en los países europeos, pero a finales de los noventa un médico boliviano de visita en España contactó con ella para hablarle del mal de chagas, una enfermedad bastante desconocida en nuestro país, pero que causa estragos en Latinoamérica (se estima que hay entre 6 y 8 millones de personas afectadas). Decidió entonces viajar hasta Bolivia para conocer de primera mano el problema. Iba para un mes y acabó quedándose allí un año. La experiencia le marcó profundamente. “En la antigua Grecia se desarrolló el concepto de choque cultural para referirse a los cambios que los griegos sufrieron cuando empezaron a recibir personas de muchas otras partes del mundo que traían consigo sus propias costumbres, idiomas, religiones, etcétera. A mí me pasó algo parecido cuando llegué al Chaco boliviano y vi las condiciones de vida del pueblo guaraní. Entendí, entre otras cosas, que las enfermedades endémicas están claramente vinculadas con la pobreza extrema”. Fue entonces cuando decidió que su lucha seríacontra esas enfermedades a las que, a pesar de que afectan a más de 1.500 millones de personas en el mundo, hacemos poco caso porque se concentran sobre todo en países pobres de África, América o Asia.
Pilar Mateo llevó a Bolivia su gran invento, Inesfly, una pintura con una tecnología de microencapsulación que permite una liberación retardada del insecticida de hasta dieciocho meses. “Fue una experiencia muy dura en lo profesional pero muy gratificante en lo personal. Teníamos que pintar casas y muchos guaranís no tenían ni paredes. Teníamos que ir a comunidades y no había carreteras. Quería hablar de salud en lugares donde las normas más básicas de higiene eran desconocidas. Y por si fuera poco, llegó el fenómeno de las lluvias torrenciales de El Niño y nos faltaba hasta la comida”. Esa bofetada de realidad hizo que se diera cuenta de que el problema de fondo, la causa real de esas enfermedades, no es un bichito, sino las durísimas condiciones en las que todavía viven millones de personas en el mundo. Eso es lo que de verdad provoca que todavía mueran miles de personas al año por enfermedades para las que la ciencia tiene solución. Por eso, en paralelo a sus investigaciones científicas, Pilar Mateo ha llevado a cabo multitud de proyectos de desarrollo de planes integrales contra la pobreza. “En parte se debe a que soy una persona de mucha acción, de las que piensa que en la vida uno es lo que hace. Por otro lado, estar en contacto con la realidad me ha permitido entender mejor el tipo de soluciones y de productos que se necesitaban”, explica. Es presidenta del MoMIM (Movimiento de Mujeres Indígenas del Mundo) y dirige su propia fundación, desde la que trabaja con organizaciones locales para apoyar a los grupos de población más vulnerables: infancia, mujeres y colectivos indígenas, promoviendo su participación para garantizar la sostenibilidad de los proyectos una vez están en marcha.

Además de tener ocho familias de patentes en más de un centenar de países, de presidir InesFly Corporation y su trabajo social, Pilar Mateo ha fundado las empresas Shichi World, una marca cosmética que nació con el fin de dar una oportunidad laboral a mujeres mayores de 45 años en el sector de la belleza y del cuidado personal, y Filmántropo, una productora que desarrolla series y documentales de carácter social. ¿Se considera Pilar Mateos más científica, emprendedora o activista? “Es una moneda que, en vez de dos caras, tiene tres. Creo que soy una científica, emprendedora en lo económico y activista en lo social. Pero quizás uno nunca es como se ve, sino como le ven los demás”, reflexiona.

Lo de ‹enfermedades desatendidas› no es una forma de hablar. Se calcula que solo un 10% del gasto en I+D del mundo se destina a esas enfermedades que afectan al 90% de la población. A día de hoy, según la OMS, 2.000 millones de personas en el mundo (una de cada seis) no tienen acceso a medicamentos esenciales. La COVID-19 ha hecho que mucha gente sea más consciente de la importancia de la ciencia, pero que esa nueva conciencia social contribuya a arreglar ese desequilibrio es algo que Pilar Mateo no tiene tan claro. “A corto plazo están cambiando muchas cosas. Por ejemplo, ahora veo más científicos en los medios de comunicación que los que había visto en toda mi vida. En muchos colegios los profesores están hablando a sus alumnos de la importancia de la ciencia. Es algo que vivo diariamente. Se publican muchos libros de ciencia, incluso hablando de mujeres, lo cual es muy novedoso. La cuestión es saber cuánto tiempo durará este interés. Y ahí tanto las administraciones públicas como los medios de comunicación de masas tienen un gran papel a jugar educando a la ciudadanía en estos temas”.


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