“El cambio climático causará anualmente unas 250.000 defunciones adicionales”
Cristina Linares, investigadora del Instituto de Salud Carlos III

Las mujeres están asumiendo un papel protagonista en la lucha contra el cambio climático. Son muchas las activistas y las científicas que han convertido el objetivo de salvar el planeta en la misión de su vida. En el último número de nuestra edición en papel hablamos con algunas de las líderes en nuestro país de esta lucha. Cristina Linares es una de ellas.
El equipo de la bióloga Cristina Linares es pionero en nuestro país en la investigación del impacto de determinados riesgos ambientales sobre la salud de las personas. “Me dedico especialmente a conocer cómo nos influyen la contaminación atmosférica, tanto química como acústica, y los extremos térmicos (olas de calor y frío)”, explica. Entre los efectos de estos riesgos sobre nuestra salud hay consecuencias de todo tipo, desde la exacerbación de patologías crónicas de tipo cardiorrespiratorio hasta problemas de salud mental, una cuestión hasta ahora ignorada y uno de los campos que más interés genera ahora mismo. Cristina Linares forma también parte del grupo de 721 científicos de todo el mundo elegidos por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre El Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas para evaluar la situación a nivel global.
“La medición de los efectos sanitarios del cambio climático solo puede hacerse de forma aproximada”, reconoce. “No obstante, en una evaluación llevada a cabo por la OMS que tiene en cuenta solo algunas de las posibles repercusiones sanitarias y que asume un crecimiento económico y un progreso sanitario continuados concluye que el cambio climático causará anualmente unas 250.000 defunciones adicionales entre 2030 y 2050: 38.000 por exposición de personas ancianas al calor, 48.000 por diarrea, 60.000 por paludismo y 95.000 por desnutrición infantil”.
Detrás de esas muertes estarán las olas de frío y calor, que serán cada vez más intensas y frecuentes, el aumento de las enfermedades tropicales transmitidas por vectores (como el paludismo o el dengue), la mala calidad del aire, especialmente en zonas urbanas, y la malnutrición y las diarreas debidas al incremento en frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos como huracanes, ciclones, tormentas, inundaciones y sequías, que provocan escasez de alimentos, de agua potable y, en algunos casos, el desplazamiento de la población a zonas que habitualmente no garantizan las mínimas condiciones sanitarias. Como suele pasar, no todos sufriremos por igual estos efectos. Los habitantes de los estados insulares en desarrollo y de regiones costeras, de grandes ciudades y de regiones montañosas son especialmente vulnerables. Los niños y, en particular, las niñas, especialmente en los países pobres, además de las personas mayores y las personas con dolencias preexistentes también sufrirán más esas consecuencias sanitarias.
Cristina Linares cree que no es exagerado decir que el cambio climático puede suponer una amenaza para nuestra supervivencia. De hecho, asegura, “ya lo está siendo. La crisis climática es el mayor reto global al que actualmente se enfrenta la humanidad, exceptuando la COVID-19, que estamos combatiendo con un remedio: las vacunas. Lástima que frente al cambio climático la única vacuna sea la concienciación y las acciones a nivel político”.
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