Futbolista de salón
Sara Tui, jugadora del Madrid Club de Fútbol Femenino, convirtió el salón de su suegra en campo de entrenamiento durante el confinamiento

“La vida es eso que pasa mientras estamos haciendo otros planes”, dijo una vez John Lennon. En el último número de nuestra revista en papel recopilamos historias de mujeres que, como muchos de nosotros, han tenido que reinventarse para adaptarse al mundo postcoronavirus. Nuestras protagonistas tenían pensadas otras vidas antes de la pandemia, pero el COVID-19 las ha obligado a imaginar otras formas de hacer y de crear. La de Sara Tui,jugadora del Madrid Club de Fútbol Femenino, es la última historia.
Lo que iba a ser un fin de semana de vacaciones en Fuerteventura antes del partido de Primera División que jugaba el lunes se convirtió para Sara Tui en un encierro de meses en casa de su suegra, a muchos kilómetros de su hogar. Su padre, que había viajado a Madrid a verla jugar, se quedó a cambio confinado en su casa y con su perra. En la isla, Tui tuvo que transformar el salón de su suegra en un espacio apto para que una futbolista pudiese entrenar. Tocaba teletrabajar y no había otro sitio. “Lo movíamos todo: sofás, butacas, mesas,… Con bidones de agua y las cosas que había por casa montamos una especie de gimnasio”, explica, todavía desde Canarias. La única condición que ponía la dueña de la casa era que el salón quedase luego inmaculado. Allí hacía todas las mañanas los ejercicios que sus entrenadores le pautaban desde Madrid.
La centrocampista del Madrid CFF y su marido, también deportista, ocupaban las tardes con más ejercicio, dando clases, en grupo o individuales, vía internet. Llegaron a diseñar tablas de ejercicios para la abuela de su marido. Eso sí, el balón solo lo ha tocado en las escasas escapadas que ha hecho a la azotea de la casa o en el trastero, una habitación de 2x2 metros. “Al final, te acostumbras a todo”, señala entre risas.
Con ese ritmo es normal que Sara Tui no haya perdido la forma, aunque sí el ritmo de la competición, como también les ha pasado a sus compañeros varones. La diferencia es que, una vez acabado el confinamiento, la liga masculina ha vuelto y la femenina no lo hará. “Es fácil de explicar. Para nosotras hay menos dinero. No obstante, no queremos compararnos con ellos, solo pedimos un salario y unas condiciones dignas. Nada más”. Por eso espera que esta pandemia no sea para el deporte femenino un golpe tan duro como la anterior crisis, que supuso un parón absoluto en las carreras deportivas de muchas atletas.
Este artículo se publicó primero en el número diez de nuestra revista en papel.