“Cada vez más niñas quieren llegar a ser Leonas”
Patricia García, jugadora de rugby y fundadora del proyecto solidario Rugby Libre
LaLiga se ha comprometido con el deporte español a través del proyecto LaLigaSports, que presta soporte a 4.200 deportistas de alto nivel y 64 federaciones deportivas, entre ellas, la de rugby.
En la actualidad es uno de los referentes del rugby en nuestro país, pero en realidad llegó a este deporte bastante tarde y un poco por casualidad. Patricia García lo descubrió en la universidad gracias a su amiga, y también jugadora, Irene Schiavon. “Ambas practicábamos fútbol juntas y un día empezó a insistir en que tenía que probar el rugby, en que ese iba a ser mi deporte”. Patricia no tardó mucho en ceder y cuando se decidió, comprobó que Schiavon tenía razón. “Fue un auténtico flechazo”, asegura. Desde entonces ha jugado en equipos de España, Francia, Nueva Zelanda y Japón (fue la primera jugadora española en conseguir un contrato profesional en el país nipón) y ha sido campeona de Europa en 2010 y diploma olímpico en los Juegos de Río de 2016 con la Selección Española. Patricia García es, además, licenciada en INEF y una apasionada del mundo de la educación. Cree firmemente que el deporte puede ayudar a hacer del mundo un lugar mejor. Esa idea le inspiró hace cuatro años a crear el proyecto Rugby Libre, con el que recorre el mundo enseñando este deporte y sus valores. Por todo ello fue una de las finalistas de los Premios MAS el año pasado. Su próximo gran reto será el Mundial que se jugará en Nueva Zelanda el año que viene y para el que las Leonas ya se preparan. “Estamos jugando bastante asiduamente partidos internacionales de alto nivel. Tanto la Federación española como la internacional están impulsando a equipos que, como nosotras, estamos en un segundo nivel, todavía por detrás de Nueva Zelanda, Francia o Inglaterra. El año pasado hicimos una gira por Sudáfrica, lo que fue un paso importante, porque era la primera vez que las Leonas hacíamos una gira internacional. También hemos jugado contra Gales en casa y ahora en enero jugaremos contra Escocia, que también es una potencia importante”.
¿Cómo ves el futuro del rugby español?
Muy bien, tanto el femenino como el masculino. Pero en concreto el femenino está creciendo con cifras muy interesantes. Cada vez hay más niñas que juegan y comienzan a edades más tempranas. A nivel benjamines hay ya muchas. Algo bonito de este deporte es que hasta los 16 años, niños, niñas, personas con diversas capacidades… todos juegan en el mismo equipo. Creo que en parte se debe a que las niñas tienen ahora más espejos en el que mirarse. Salimos más en los medios y se retransmiten por televisión la mayoría de los partidos. Esto hace que cada vez más niñas quieran llegar a ser Leonas.
Has jugado en España, pero también en Francia, Nueva Zelanda y Japón. ¿Hay mucha diferencia entre nuestra liga y las del fuera?
La competición española va a más, pero si nos comparamos con otros países todavía nos queda algo de trabajo. La francesa, por ejemplo, tiene un poquito más de nivel, es un país en el que el rugby está más instaurado, sobre todo en el sur, donde se vive como aquí el fútbol. En Nueva Zelanda es el deporte rey, no solo a nivel deportivo, también de valores. El rugby ha calado en la sociedad neozelandesa. Todos conocemos a los All Blacks y a las Black Ferns. Cuando jugué allí pude comprobar que el nivel de profesionalidad en los entrenamientos, de competición y de juego son los más altos. En el caso de la liga japonesa, como tiene menor tradición, están apostando por el rugby 7s, que es la disciplina olímpica. Pero su grado de profesionalidad puede competir con el de las mejores selecciones internacionales. Están invirtiendo mucho para que jugadoras de otros países vayamos a sumar a ese crecimiento.
En torno al rugby todavía existen muchos estereotipos, como que es un deporte violento. Pero tú siempre has defendido sus valores.
Todos tenemos prejuicios hacia lo desconocido. Hay muchas personas que para empezar confunden el rugby con fútbol americano. De hecho, yo lo hacía. Obviamente es un deporte de contacto, pero también lo son el kárate o el judo. Eso no quiere decir que sea agresivo ni violento. En el rugby hay un gran respeto hacia el árbitro y si hay una acción conflictiva o ha habido algún mal entendido siempre se pide perdón. Se respeta al contrario antes, durante y después del encuentro. También existe el ‘tercer tiempo’, la costumbre de que tras el encuentro el árbitro, los equipos y sus staffs se van a tomar algo juntos. Por eso se dice que en rugby el primer y segundo tiempo se juegan en el campo y el tercero, en el bar. Esos valores, solidaridad, respeto y trabajo en equipo, son los que realmente representan al rugby.
En 2016 creaste el proyecto Rugby Libre. ¿En qué consiste?
Rugby Libre nace de mi interés por la educación y la pedagogía. En este sentido veo el deporte como un medio, como una herramienta y no como un fin en sí mismo. Me he dado cuenta, a partir de mi propia experiencia y la de las personas a las que he podido entrenar o he visto de cerca, de que el rugby te puede cambiar la vida y ayudarte a ser mejor persona. Desde ese punto de vista entiendo el rugby como un medio de transformación social. Con Rugby Libre acercamos este deporte a colectivos vulnerables o en riesgo de exclusión social; por ejemplo, a centros penitenciarios, centros de menores, centros educativos en barrios pobres, etcétera. El proyecto tiene tres patas. La primera es una gira que nos lleva a esas zonas marginales. Ya hemos hecho varias y estamos llegando a entre 500 y 1.200 personas por gira. Además, hacemos formación in situ con educadores y entrenadores, para que puedan seguir cuando nosotros ya no estemos. La segunda es la serie documental. De cada gira queremos hacer un documental que recoge las historias de las personas que nos encontramos por el camino. Hay mucha gente a la que el rugby le ha cambiado de verdad la vida. Y la última es el programa de cooperación internacional, que actualmente está en fase piloto. La idea es mantener desde la distancia, a partir de las alianzas que se hayan creado durante las giras, programas de cooperación para poder seguir dando apoyo desde España a esos proyectos. Lo que queremos es que no se quede en una acción puntual, que si hemos montado un equipo de rugby en una cárcel o en un centro de menores dure en el tiempo.
También tienes una línea de ropa.
Hace bastantes años, cuando me patrocinaba Canterbury of New Zeland, que es una marca de ropa de rugby, me empeñé en sacar una línea con mi nombre. Parecía impensable que una jugadora española pudiera sacar una línea de ropa con una marca tan top como esa, pero lo hicimos. Luego la continué pero ya bajo mi marca, no asociada a Canterbury, y a día de hoy mantengo un stock por si alguien se interesa, pero no es una línea de negocio que pretenda continuar.
¿Qué será lo próximo para ti?
Una de las cosas a las que quizás no estamos dándole mucha comunicación es el Rugby & Values, un proyecto con los mismos objetivos que Rugby Libre pero en España y para el que aún estamos buscando financiación y apoyo. También estamos trabajando para llevar el espíritu del rugby a las empresas.