“La frase ‘soy español, a qué quieres que te gane’ es real”
Entrevistamos a Sara García, la primera mujer en la historia del Dakar que competirá sin asistencia

Las motos son la gran pasión de Sara García. Le viene de su padre, que es mecánico de profesión. “Tenía un concesionario de Yamaha en Zamora y fue al Dakar de mecánico cuatro años”, explica. Él la subió a una moto por primera vez a los 3 años, pero tuvo un pequeño susto y le cogió algo de miedo. Volvió a probar a los 14 y desde entonces ya no se ha bajado. “A esa edad empecé a salir con mi padre a hacer un poco de enduro y ahí arrancó todo”, cuenta. Después se pasó al motocross, la modalidad en la que se lanzó a competir. Sus amigos la animaron a participar en una carrera con ellos. “Me gustó tanto que seguí toda la temporada y ya no hubo vuelta atrás”. Tenía 18 años. Desde entonces ha ganado un Campeonato del Mundo de Bajas y dos campeonatos de España de Rally TT, entre otros títulos. Su próximo reto es el Dakar, que, como ella dice, es “el rally por antonomasia y todo un sueño”. Se enfrentará a él en enero del año que viene y lo hará en la modalidad sin asistencia, malle moto. Será la primera mujer en intentarlo. “Va a ser un punto de inflexión en el mundo del rally que una mujer acabe, o eso espero, el rally más duro del mundo en la categoría más dura”, opina.
Empezaste compitiendo en motocross. ¿Qué te hizo pasarte al rally?
La razón fueron las lesiones. Un traumatólogo me dijo que tenía la espalda hecha polvo y que tenía que dejar de montar en moto. Me dije: antes de dejarlo vamos a probar otra disciplina. El rally es, en principio, menos lesivo, porque hay menos impacto. Para mi columna es más fácil de soportar, aunque son muchísimas horas y eso también le repercute bastante.
En abril sufriste un accidente en el Rally Merzouga. ¿Qué tal te has recuperado?
Me fracturé las clavículas y tuve un neumotórax. Con la caída perdí el conocimiento. El cuerpo es muy sabio cuando siente dolor y se apagó. Cuando me desperté, no podía moverme, no sentía las manos ni los pies. Para lo aparatoso que fue, me he recuperado bastante rápido. El neumotórax no era muy grande, me pudieron reducir las fracturas y ponerme unas placas. Es una de las lesiones, digamos, más ‘fáciles’ que he tenido. Estoy contenta de haber podido volver al Mundial dos meses y tres semanas después, y de poder quedar segunda y, además, ganar una etapa.

Ahora vas a por el Dakar y, además, quieres ser la primera mujer en afrontar todas las etapas sin asistencia. ¿Cómo es esta categoría? ¿Compites en las mismas condiciones que los hombres?
El Dakar es igual para todos: son los mismos recorridos, los mismos tiempos, todo exactamente igual. Y la categoría de malle moto es la más dura, no tienes ayuda de nadie. Cuando llegas al campamento, en vez tener a tu equipo esperándote con los brazos abiertos para que te vayas a descansar, te espera tu baúl de 80 litros con un juego de llantas, la tienda de campaña y el saco de dormir. Tú misma tienes que reparar todo lo que sea de mantenimiento de la moto, más lo que durante la etapa haya podido estropearse. Lo primordial es acabar cada etapa con la menor cantidad de problemas mecánicos posibles, para no restarle demasiado tiempo al descanso. Porque ya hay poco descanso, las etapas son muy largas y pasas muchas horas encima de la moto.
¿Cómo te estás preparando física y mentalmente para una competición tan dura?
Está siendo bastante difícil, porque cada semana va cambiando la planificación. Entre semana no puedo entrenar con la moto porque trabajo. Vivo en Madrid y me resulta muy difícil compatibilizarlo con el trabajo. Intento escaparme un día a la semana un poco antes e ir a entrenar a algún circuito. Pero estructurar los entrenamientos es muy difícil. Hay que entrenar resistencia aeróbica y reflejos. Y mentalmente, después de la carrera de Merzouga me costó volver a subirme a la moto. Realmente tenía miedo, fue un susto muy grande. Al volver a los circuitos, la caída me venía a la cabeza todo el rato. Esto no es un juego, te estás jugando la vida. Quitarme ese bloqueo ha sido complicado, tuve que ir a una psicóloga deportiva, y siguiendo sus pautas he logrado mejorar. También me ha dado tips de cara al Dakar para mejorar, tener más seguridad, no bloquearme y reducir el estrés. Y, sobre todo, para saber reaccionar cuando esté cansada. Al final son muchos días con muy poco descanso, y eso es lo que va a marcar la diferencia. Todo se puede entrenar, y rodeándome de todos los profesionales que me cubren las espaldas se está haciendo bastante llevadero.
¿Cuál es tu mayor preocupación a la hora de enfrentarte a la carrera?
Lo más duro son las cosas que no puedo evitar, como las caídas y las averías mecánicas. Mucha gente me ha dicho que cuando vaya a Perú va a parecer que no he montado en moto en la vida. Las dunas son muy difíciles, muy blandas, altísimas, caóticas e irregulares. Sabes que te vas a caer, pero lo que me da miedo es hacerme daño. O que haya algo mecánico que no pueda solucionar en ese momento o sea una avería muy gorda y me quite mucho tiempo de descanso al tener que reparar la moto por la noche.
Tengo entendido que estás buscando patrocinadores. ¿Te está resultado difícil?
Conseguir patrocinadores es difícil en todos los deportes, pero en los de motor todavía más. No nos ven como deportistas, sino como gente que se monta en una moto y se divierte. Es cierto que montar en moto me encanta, pero también hago un esfuerzo y entreno muy duro. Me considero tan deportista como puede ser un atleta, un piragüista o un jugador de fútbol. Aunque es cierto que poco a poco esto está empezando a cambiar y desde las empresas nos están valorando más. Tenemos que intentar que vaya a más y que nos apoyen igual que a otros deportistas. Si los patrocinadores no se acaban de enrolar es porque el motociclismo no tiene tanta repercusión como otros deportes. Es lógico que apoyen más al fútbol, que está todo el día en la tele. Los medios de comunicación tienen que cambiar. La frase ‘soy español, a qué quieres que te gane’ es real. Somos campeones del mundo en un montón de modalidades, no solo existe el fútbol. Si los medios cambiasen su programación y dieran más visibilidad a otros deportes al final las empresas nos apoyarían.