Las arquitectas que quieren revolucionar la experiencia del parto
El estudio Parra-Müller diseña maternidades que tienen poco que ver con las tradicionales

Hace unas semanas se publicaban los resultados de una encuesta que decía que en torno a un 20% de las españolas ponían un suspenso a su parto. A Angela Muller le parece un porcentaje bajo, teniendo en cuenta cómo se desarrollan en la mayoría de hospitales.
Angela nació en Austria, estudió Arquitectura en Alemania y, al igual que su socia, Marta Parra Casado, se hizo de verdad consciente de lo incómodos y poco funcionales que pueden ser los paritorios al convertirse en madre. “Cuando nació mi primer hijo me di cuenta de que España tiene mucho que mejorar en este sentido. Fue un choque cultural”, reconoce. “Y tampoco veíamos ningún movimiento desde la arquitectura para lograrlo”. Por ello fundaron la firma Parra-Müller, que desde 2007 trabaja por la humanización y la sostenibilidad de los hospitales, en general, y las áreas de maternidad, en particular.
La humanización de los espacios sanitarios será, junto al desarrollo tecnológico, el gran cambio de concepto en los hospitales del futuro. El healthcare design empezó a ganar relevancia en Estados Unidos, país pionero en esta disciplina, en los primeros años de este siglo. Se basa en la idea de que el espacio importa, porque influye en los pacientes, para bien o para mal.
La maternidad es una de las primeras causas de ingreso hospitalario. No son estancias largas, pero sí muy habituales y delicadas para las madres, que pueden llegar a sentirse muy vulnerables. “Una mujer de parto necesita seguridad e intimidad. No solo va a estar desnuda en algún momento del proceso, sino que también está muy expuesta. Tal y como están planteados, los actuales paritorios no invitan a relajarse. No ofrecen una garantía de dignidad, y es algo que se puede conseguir a veces con algo tan sencillo como cambiar una puerta de sitio o la disposición del mobiliario”, explica Angela Müller.
Es más, asegura que puede llegar a condicionar toda la experiencia. “Según esté diseñado un espacio, el comportamiento de la persona cambia, por eso creemos que la arquitectura puede ser motor del cambio. Hay espacios que inducen a la sumisión. Por muy fuerte e independiente que sea, una mujer percibe en un paritorio que tiene que quedarse tumbada en un punto”. La imagen que suelen utilizar es muy descriptiva: “Nosotras comparamos el paritorio clásico con un taller mecánico. El coche está en el centro y hay gente trabajando alrededor. Esto es igual, la mujer en el centro como un objeto del que hay que extraer algo”.
En los espacios que ellas diseñan, el periodo de dilatación y la expulsión tienen lugar en la misma habitación. En esas habitaciones hay camas multiposicionales, silla de partos, bañeras de dilatación y parto, pelotas de Pilates, alfombrillas de suelo, barras de madera para hacer estiramientos o ayudar a las posturas verticales, etcétera. “Se trata de activar a la mujer y que entienda que no tiene que quedarse tumbada, que tiene todo el espacio a su disposición, porque el parto es movimiento”.
El proyecto más emblemático del estudio es la unidad de parto en el Hospital Nuevo Belén de Madrid,que ha sido recientemente premiada por la International Interior Design Association. Tiene tres salas de parto, espacio para el acompañante, área de trabajo para los profesionales y zona de reanimación neonatal. La diferencia respecto a los paritorios habituales va mucho más allá de la simple estética. “Un hospital no es un bar de diseño. Los paritorios deberían ser lugares muy funcionales, y no lo son, sobre todo, en los hospitales públicos”, indica Müller. Suele decirse que se hacen para la comodidad de los médicos más que de las parturientas, pero, en su opinión, tampoco es así. De hecho ahora están con el encargo de un hospital público nuevo pero que están reformando porque los propios profesionales se habían quejado de las instalaciones. “Se están construyendo espacios con diseños de los años cincuenta del siglo pasado, tan mal pensados que casi bloquean el trabajo”, asegura.

En su trabajo aplican muchas de las cosas que ven en otros países. “Fuera tampoco es el paraíso, pero hay cosas que están mejor o al menos iniciativas que integran la arquitectura en la investigación a la hora de plantear el diseño de los hospitales”. Hacen dos viajes al año para reunirse con médicos y matronas y ver maternidades en otros lugares, especialmente países con redes nacionales de casas de partos. La primera casa de partos se abrió en Berlín en 1975. Allí, la matrona es la que manda. La mujer solo es derivada al obstetra si las cosas no van según lo previsto. Están muy extendidas en países como Alemania o Reino Unido, y empiezan ahora a introducirse en España.

