El compromiso social venía de serie
Hablamos con Irene Milleiro, directora ejecutiva para Europa de Change.org y Mujer a Seguir 2017

“En mi caso, lo de luchar por la justicia venía de serie”, asegura Irene Milleiro, la ganadora en la categoría de Comunicación de los Premios Mujeres a Seguir 2017. Cuando de niña le preguntaban qué quería ser de mayor, ella contestaba: “Robin Hood”. Seguramente fue esa temprana preocupación por la justicia social lo que le llevó a estudiar Derecho, a hacer un Máster en Derechos Humanos y, en última instancia, a convertir las causas sociales en su trabajo. Su primer empleo tras licenciarse fue en el IRTC, una organización que apoya y coordina centros de rehabilitación para víctimas de la tortura en todo el mundo. Durante casi un año llevó la oficina de Bruselas, que se ocupa de buscar el apoyo de las instituciones en la lucha contra la tortura y de crear mayor conciencia sobre la situación de sus víctimas. Por aquel entonces, otra de las ganadoras de los Premios MAS este año, Isabel Coixet, acababa de hacer un documental en Bosnia para la organización. Años después, en La vida secreta de las palabras retrataría también la labor del IRCT.
En esa época, Milleiro trabajó, además, en la unidad de Derechos Humanos de la Comisión Europea. “Aprendí muchísimo de compañeros extremadamente comprometidos con que la UE fuese un actor importante en la promoción de la democracia y de los derechos humanos. Para nada eran un grupo de burócratas, una de las críticas fáciles que se suelen hacer a la Comisión”, puntualiza. Allí tuvo una jefa que la marcó: Danilea Napoli, la persona que llevó la agenda de Derechos Humanos al seno de la Unión Europea y luchó para que fuese tomada en serio.
Ya de vuelta a España, Irene Milleiro estuvo varios años gestionando las campañas de ayuda al desarrollo en Oxfam Intermón. Hasta que Change.org llamó a su puerta. “Era imposible resistirse”, explica. “Crear una plataforma para permitir a cualquier persona crear en unos minutos una campaña para pedir lo que quiera, a quien quiera, y buscar el apoyo de otras personas para conseguirlo. Devolver el poder a los ciudadanos mediante la tecnología. Era lo más apasionante que había oído hasta ese momento. Suponía eliminar las barreras que hasta entonces hacían que solo pudiesen hacer campañas las ongs, los partidos políticos o la gente con mucho dinero”. El encargado de convencerla –aunque está claro que no le costó demasiado— fue Francisco Polo, por entonces director de la plataforma en España. “Dejé el despacho de directora en Oxfam para irme a trabajar con él y con dos personas más al salón de su casa”, cuenta. Eso fue en 2011. En la actualidad, más de 12 millones de personas han utilizado en España Change.org.
La plataforma permite que personas de cualquier rincón del planeta inicien peticiones, movilicen seguidores y trabajen con la gente que toma las decisiones para encontrar soluciones a problemas que les afectan. Muchas de las campañas que se han puesto en marcha en España han logrado cambios efectivos. Dice Milleiro que algunas de las que más le han tocado la fibra han sido iniciadas por mujeres. “Muchas veces son peticiones que se dirigen a mejorar la vida de otros más que la propia”. Por ejemplo, la lucha de Isabel de la Fuente, madre de una de las chicas que murió en el Madrid Arena, por mejorar la seguridad en los espectáculos; la batalla de Elena Alfaro por los libros de texto gratuitos; la de Paloma Pastor para que la Seguridad Social se haga cargo de la rehabilitación de niños con daño cerebral (solo se cubre a personas de entre 16 y 50 años), o la iniciativa de Laura Zornoza que consiguió movilizar a cientos de miles de jóvenes para salvar un programa tan importante como el Erasmus. “Lo mejor de mi trabajo en Change.org siempre ha sido conocer a estas personas valientes que crean peticiones y poder ayudarlas a conseguir lo que quieren”, asegura.
Hoy en día, una persona, armada solo con un móvil, puede cambiar las cosas. Internet ha abierto un mundo de posibilidades para el activismo ciudadano. Suele decirse que los ciudadanos nunca habían tenido tanto poder. Irene Milleiro añade: “y lo que queda. Creo que estamos solo al principio de lo que la tecnología puede suponer no solo para el activismo ciudadano, sino también para lograr una democracia mucho más directa y participativa. Internet nos ha dado herramientas increíblemente útiles para unir a las personas en torno a pequeñas y grandes comunidades, y la oportunidad de organizarnos de forma rápida y eficaz. Creo que surgirán cada vez más iniciativas digitales que utilizarán esas posibilidades para abordar los principales problemas sociales. La tecnología cívica, lo que se llama el ‘civil tech’, va a avanzar muchísimo en los próximos años. En España es muy incipiente, pero ya hay proyectos tan interesantes como los de la Fundación Civio, Populate Tools o Kuorum”.
Si tuviera una varita mágica para arreglar un problema, el cambio en el mundo que más le gustaría ver, Milleiro lo tiene claro: “Sin duda, la igualdad. Pondría a muchas más mujeres en puestos de responsabilidad en la política, en las empresas, en todos los ámbitos de la sociedad. Creo que eso tendría un impacto enorme en otras cosas importantes, desde la lucha contra la pobreza y la desigualdad, hasta la resolución pacífica de conflictos. Pero espero que no sea necesaria una varita mágica. Somos muchas, inteligentes y valientes, y juntas aceleramos para llegar antes a la meta. Yo no estoy dispuesta a esperar 170 años”.